El 18 de diciembre de 2017, Sebastián Romero se convirtió en la imagen de emblemática de la protesta frente al Congreso contra la reforma previsional, que terminó en una batalla campal. Fueron varias horas de pura violencia entre manifestantes y policías. En medio de una lluvia de piedras y gases lacrimógenos, Romero fue filmado cuando disparaba un mortero atado a una rama. Hoy cumple prisión domiciliaria y es precandidato a senador en Santa Fe (PTSU). Sin embargo, no podrá votarse a si mismo en las PASO 2021. “Se que mi candidatura es contradictoria”, admite.
“No me molesta que me digan Gordo Mortero, me lo apropio para la lucha”, asegura en diálogo con TN.com.ar. Romero estuvo dos años prófugo en Uruguay y llegó a la Argentina, extraditado, en junio del año pasado. Cumplió desde entonces 15 meses de prisión domiciliaria, acusado de intimidación pública y atentado a la autoridad por haber sido cometido a mano armada. A fines de agosto volvieron a negarle la excarcelación. Fue procesado, pero aún sigue esperando, detenido, el inicio del juicio.
Pese a todo, Romero se presentó como precandidato a senador en Santa Fe, por el Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (PTSU), dentro de la interna del Frente de Izquierda. Sin embargo, será quizás el único candidato que no podrá emitir su voto. En la Argentina, mientras aquellos que están presos en cárcel común pueden votar, en urnas que se instalan en las prisiones, no hay en cambio un dispositivo diseñado para que los presos en domiciliaria puedan participar de los comicios.
El militante de izquierda tiene una complicación extra. No solo está en prisión domiciliaria, sino que se encuentra en un domicilio en la Ciudad de Buenos Aires y no en Santa Fe, distrito donde es precandidato. Lo curioso es que Romero recibió permiso para ir a vacunarse contra el coronavirus hace 10 días. Le aplicaron la segunda dosis. “Cuando me fui a vacunar, fui por mi cuenta, fui y volví solo. Voy a pedir permiso a la Justicia para que me deje ir a votar. Si me tiene que acompañar un policía no tengo problema, mientras se me garantice el derecho como ciudadano”, dice.
El Gordo Mortero se autodefine como “el único candidato preso político, levantando las banderas contra la criminalización de la protesta”. Ante la pregunta de si se arrepiente de lo que hizo en la plaza Congreso aquel diciembre del 2017, contesta: “Arrepentido no estoy de haber participado de la manifestación, porque es un derecho que tenemos todos los trabajadores a la protesta. Fue legítima también la autodefensa. Ellos tenían camiones hidrantes, balas de goma, cantidades de gases lacrimógenos, y a mi lo único que me incrimina es haber tenido una rama con una pirotecnia de venta libre encintada y tirarla al aire”.
Romero, que hace campaña a través de las redes sociales, admite que su candidatura no cayó bien en todos los sectores del Frente de Izquierda: “La izquierda está cada vez más adaptada a los regímenes de la democracia burguesa y hay un sector que no quiere quedar pegado con esta imagen de violentos. Ven que la salida es parlamentaria, teniendo más diputados, senadores, pero siendo minoría no vamos a poder torcer el brazo. El voto tiene que venir acompañado de movilización y lucha”, dice
“Ante el ajuste terrible a la clase trabajadora, solo con la pasividad del voto no vamos a lograr un cambio profundo”, agrega, y obliga a preguntarle si no es una respuesta contradictoria con su condición de candidato. “Sé que mi candidatura es contradictoria. Soy una persona que fue perseguida y que no se puso a derecho. Estoy preso y eso también genera contradicción, que sea candidato. Pero nos olvidamos que acá tuvimos a Mauricio Macri y a Cristina Kirchner procesados por causas de corrupción”, concluye Romero.