Se estima que en nuestro país cuatro millones de persones están expuestas a la posible ingesta de arsénico. Esta realidad no debe tomarse como un dato menor, ya que la incorporación crónica de arsénico en el organismo puede desencadenar una enfermedad conocida como HACRE (Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico), que se manifiesta inicialmente a través de diversas afecciones en la piel. Y que, en un estado más avanzado, puede provocar problemas cardíacos, hepáticos, gastrointestinales, pulmonares y renales.
Atendiendo a esta preocupante problemática, desde el año 2011, el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) junto con la ONG NutriRed desarrollan un mapa colaborativo que informa de los niveles de arsénico presentes en aguas de consumo de diferentes locaciones geográficas de la República Argentina.
Las muestras son recibidas en el Centro de Ingeniería del Medio Ambiente del ITBA y analizadas a través de la implementación de metodologías analíticas basadas en espectroscopías de absorción atómica con generación de hidruros. Los resultados obtenidos se vuelcan en un mapa interactivo disponible en la web en el que se asignan tres colores en función de los valores de concentración cuantificados: verde (< 10 μg/L); amarillo (10 – 50 μg/L); rojo (> 50 μg/L). Estas magnitudes representan la máxima concentración sugerida por la Organización Mundial de la Salud para la ingesta de agua en forma segura, una zona gris que está siendo actualmente discutida científica y legalmente, y la máxima concentración permitida en la normativa legal argentina, respectivamente.
// El agua mala: el HACRE, la enfermedad del arsénico
Al día de hoy, se han analizado aproximadamente 700 muestras. Según los resultados obtenidos, 9 provincias de nuestro territorio aparecen como las más comprometidas, a saber, Salta, Jujuy, Tucumán, Chaco, Santiago del Estero, Córdoba, Santa Fe, La Pampa y Buenos Aires. En cuanto a la distribución, los valores del 25 % del total corresponden a la zona roja, el 41 % a la zona amarilla, y el 34 % a la zona verde. Los valores más altos se han detectado en un conjunto de establecimientos rurales linderos con la Ruta Atlántica a la altura del km 350, y en la localidad de San José de Boquerón, en Santiago del Estero.
Más allá de la significancia estadística de los datos, el ejercicio tiene como principal objetivo informar y concientizar de la calidad del agua que se está consumiendo. Con el debido conocimiento, los usuarios pueden optar por acceder a una fuente de agua más segura, por lo menos en lo que atañe a la ingesta directa y a la cocción de alimentos.
// Aguas Malas: el arsénico es invisible y afecta al 70% del territorio
Nueve provincias aparecen como las más comprometidas: Salta, Jujuy, Tucumán, Chaco, Santiago del Estero, Córdoba, Santa Fe, La Pampa y Buenos Aires.
En cuanto al rol que le cabe a la tecnología y a la investigación, numerosos grupos de prestigiosas universidades nacionales y privadas han desarrollado dispositivos y procedimientos que permiten reducir sustancialmente la presencia de arsénico en el agua, y que ya están siendo utilizados exitosamente en experiencias de campo.
El soporte oficial y privado resultará fundamental para que, en un futuro cercano, estas iniciativas se multipliquen y se pueda implementar un cambio de escala que posibilite acceder a una solución de forma masiva
(*) El doctor Jorge Stripeikis es director y docente de la carrera de Ingeniería Química del ITBA, y director del Centro de Ingeniería en Medio Ambiente (CIMA).