La discusión por Ganancias, de lo que tiene que ver con el pago de impuestos, con las correcciones al mínimo no imponible, a las escalas, a cómo se va a financiar la disminución de recursos que va a tener el Estado; de lo específicamente tributario, es una especie de gran plataforma para mirar, a fin de año, el comportamiento de la política argentina en muchas de sus dimensiones.
Algunos cambios que se están produciendo en la preponderancia de algunos actores de la vida pública marcan, aparentemente, un nuevo ciclo, un nuevo juego, distinto del que predominaba en los 12 años anteriores, sobre todo bajo el imperio de Néstor y Cristina Kirchner.
Cinco años atrás, en un acto en el Salón Blanco de la Casa Rosada, la expresidenta contó que la había ido a ver la nieta de José Espejo. "Ustedes se preguntarán quién fue José Espejo", dijo Cristina. Es lógico que nadie lo recuerde porque fue el secretario general de la CGT del primer peronismo. ¿Por qué nadie lo recuerda? "Porque la gente sabe muy bien que el bienestar se lo debían a Perón y Evita", se respondió la expresidenta. El líder, no las organizaciones sociales, no a los sindicatos, qua a través de la lucha, generan determinadas conquistas para los trabajadores.
Esta concepción del poder, por el cual el bienestar emana del líder y va a la base sin intermediación de ninguna organización dominó durante 12 años en la Argentina. ¿Cuál es la paradoja? Una vez que se retira el peronismo del poder, los distintos actores "corporativos" del peronismo empiezan a recuperar poder desde la oposición.
El caso de los sindicatos no es el único. Hay mirar qué pasa con las organizaciones sociales. Los piqueteros surgieron con la crisis de la convertibiliad, tuvieron el primer pequeño salto hace 15 años, en la crisis final del gobierno de Fernando de la Rúa. Cuando hubo un corte en la ruta 3, de piqueteros desconocidos, entre los cuales estaba Luis D'Elía, se levantó la medida con programas sociales que fue a entregar la entonces ministra de Trabajo, Patricia Bullrich, hoy a cargo de Seguridad. Desde aquel origen germinal de los piqueteros, fueron constituyendo organizaciones constitucionales que le sirvieron al kirchnerismo como una especia de red clientelar. El Movimiento Evita le organizó actos a Cristina y a , Máximo Kirchner.
Fue necesario que se vaya Cristina del poder para que den un salto que hoy les está reconociendo Macri, el gobierno de derecha. De hecho, en la Ley de Emergencia Social se creó un Consejo de la Economía Popular, con el que los piqueteros van a regular la política de ingreso de los más pobres, y tienen el sueño de tener un "PAMI de los Pobres". Como los Gordos, las organizaciones sociales administrarían una obra social. Menciono a los gremios más populosos porque hay una suerte de malentendido histórico acerca de cómo las organizaciones sociales del movimientos peronista obtuvieron sus mayores cuotas de poder.
Normalmente se piensa que lo ganaron con Perón, en los años '50. Sin embargo, el corazón del sistema económico del sistema sindicalista argentino, que es la administración del negocio de la salud, no lo obtuvieron en un gobierno democrático, mucho menos en un gobierno peronista. Lo obtuvieron de la dictadura de Juan Carlos Onganía. Los gremios, ligados al dirigente de la UOM Augusto Vandor le arrancaron a Onganía, a cambio de la paz social, las obras sociales. Y, después, al gobierno de Alejandro Agustín Lanusse, el PAMI. Le sacaron a los mayores consumidores de salud, los que generan más gastos: los jubilados.
Algo parecido sucede ahora: frente a un gobierno con el que aparentemente no simpatizarían, frente a un gobierno que la oposición se encarga de caracterizar de insensible en lo social, están consiguiendo cosas que jamás les hubiera dado, ni les dio Cristina. En las últimas horas, el gobierno de derecha de Macri, se cerró un acuerdo para disminuir el peso del impuesto a las Ganancias sobre miles de trabajadores.
Los gremios no lo agradecen. Hay que recordar que a Cristina no se animaban ni a mirarla a los ojos para pedir esta conquista que obtuvieron hoy. Uno de esos gremialistas, Gerardo Martínez de la UOCRA, la fue a ver a Cristina una mañana y tímidamente se animó a balbucear "Cristina, esto de Ganancias..." Con su carácter habitual, la expresidenta lo interrumpió y le dijo: "Ni lo sueñes, no voy a bajar Ganancias para que los trabajadores de clase media salgan a comprar dólares y se los gasten en Miami". Martínez bajó la vista.
Hoy se produjo un acuerdo por el cual se eleva el mínimo no imponible de Ganancias de $32.000 a $37.000. Con esa medida, una gran cantidad de gente va a dejar de tributar el impuesto. Además se aplican otras escalas. Exenciones para viáticos y horas extras, las que más afectan a los gremios de transporte, que en medio de la negociación hicieron un paro y el Gobierno lo admitió.
Se llega a un impuesto a las Ganancias que implica, al cabo de todo el recorrido de la negociación, un cambio conceptual completamente diferente al que había elaborado inicialmente Alfonso Prat-Gay. El primer diseño de reforma implicaba que iba a pagar mayor cantidad de gente pero menos contribución. La reforma que se está negociando con la CGT y que mañana se va a negociar con las provincias implica que menos gente va a pagar bastante más de lo que había previsto el ministro de Hacienda y Finanzas.
Con los gremios se negoció la baja del impuesto. Con las provincias hay que negociar cuáles son los impuestos con los que se va a financiar este costo que es de aproximadamente $ 8.000 millones. La mitad la pagarán las provincias y la otra mitad, la Nación. Por el momento sólo se habla del impuesto al Juego, las tragamonedas y los bingos. Y en el centro de ese impuesto, Cristóbal López. Alguien a quien no le gusta pagar impuestos: evadió $ 8.000 millones y ahora pide que, de esa deuda, le cobren $ 3.000. A Macri le gustaría porque podría hacer muchas cosas con ese dinero, pero Abad no lo deja porque sería un escándalo regalarle $5.000 a Cristóbal López.
Las provincias tienen un lógica: tratar de pacificar la situación con el gobierno nacional, tratar de obtener gobernabilidad porque suponen que Macri tiene mucha tela para cortar y no tiene sentido plantearle una crisis. Pero, más allá de eso, hay una discusión dentro del Gobierno que tiene como actores a los que negociaron esta reforma y a Prat-Gay. Probablemente al ministro de Hacienda y Finanzas le hubiese gustado más un veto a la ley que impuso la Cámara de Diputados, preservando los recursos fiscales que son escasos. La otra ala del Gobierno prefiere la paz social, prefiere ceder algo de recursos para que haya orden público, sobre todo alrededor de las Fiestas. ¿Qué aprecia más el mercado de la política económica de Macri? ¿Qué ajuste la cuentas públicas o que garantice el orden social? Esa es una incógnita compleja que el Gobierno no termina de resolver.
Después del Senado, la ley volverá a Diputados. Seguramente se tratará el jueves, a pesar de Sergio Massa que en su casa, en una reunión con el Gabinete nacional, dijo 'yo necesitaría que se trate la semana que viene', para explicar cómo pasó de un proyecto a otro y como estuvo en el centro y después votó con Kicillof y el kirchnerismo. La lógica del impuesto a las Ganancias es la lógica de la discusión interna del peronismo: Massa necesita que Macri llegue deteriorado a las elecciones bonaerenses del año que viene.
No es un negocio de todo el peronismo: hay otros peronistas, sobre todos los gobernadores, que saben que no tienen un conflicto inminente con Macri y que prefieren negociar con él y sacarle recursos. Entre esos peronistas están los kirchneristas. Eso se ve en esta secuencia: Kicillof hace el proyecto, un proyecto que no se animó a hablar durante su gestión. Mientras el proyecto aprobado de Kicillof y Massa va al Senado, los senadores kirchneristas le reprochaban a Miguel Ángel Pichetto ser un colaboracionista del Gobierno porque quería negociar con Macri.
Curiosamente, dentro de esos senadores kirchneristas, no estaba la senadora María Ester Labado (Santa Cruz) que no votó el proyecto de Kicillof ¿Por qué? Porque mientras se trataba en comisión el ministro de Economía de Alicia Kirchner estaba en Casa Rosada firmando un petitorio para que no se trate el proyecto de Kicillof. Dos días después, Alicia Kirchner, con su provincia incendiada, anunció que podría pagar el aguinaldo que antes no podía. Kicillof sirvió para que muchos puedan gobernadores puedan sacarle más plata, entre otros, la 'tía Alicia'.
Massa ahora tiene que salir de la escena en la que entró, porque también lo usaron para poder sacarles fondos al Gobierno, y volver al centro, descontaminarse de la vinculación con el kirchnerismo. Por eso publicó una foto, en la que se lo ve "presidiendo" una reunión de Gabinete de Macri en su casa. Es extraordinario que 'el impostor' convoque, una semana después a los ministros de Macri y se saque una foto para descontaminarse del kirchnerismo. Contaminación que el propio Macri había denunciado.
Extraordinario, el criterio del Gobierno para hacer política: mientras intenta dañar a Macri con la política fiscal, Massa está en un problema: tiene que pactar con María Eugenia Vidal porque sus recursos están en la provincia de Buenos Aires. Ese pacto se dará en los próximos días donde un hombre propio del massismo pasará a ejercer la vicepresidencia de la Cámara de Diputados bonaerense, allí donde se reparten $3.800 millones por año. En esa Cámara el diputado más insignificante se lleva ocho millones de pesos por año y uno muy significativo, con vinculaciones con La Cámpora y la farándula se han llegado a llevar $80 millones.
Los intendentes peronistas, que también reciben parte de la caja bonaerense en obra pública, tuvieron una reunión muy importante con el kirchnerismo en La Plata. Los que dejaron a Cristina, con los que dirigentes que responden a la expresidenta decidieron armar un comisión de acción política, para hacer una interna, previendo que en agosto se enfrentarán dos dirigentes que esperan hace tiempo la contienda: Daniel Scioli – representando al Fpv - y Florencio Randazzo, con los intendentes peronistas.
De darse, el Gobierno enfrentaría sólo a dos peronismos: el que gane de esa elección y a Massa. ¿Qué es lo que pasa con Massa, que le ganó a Cristina en 2013, que hizo una gran carrera en 2015 y no lograr sumar un dirigente más? Sospechan de él, lo miran con irritación, la misma con la que lo mira Macri. Macri no lo soporta, a pesar que sus ministros vayan a una reunión en su casa. Todavía no está clara la respuesta que va a dar el gobierno a esta estrategia electoral donde el peronismo, donde el antiguo kirchnerismo se reúne para dar una respuesta.
La única incógnita que discute Cambiemos en su mesa de poder es dónde estar Elisa Carrió: Vidal prefiere no tenerla en la provinicia; Larreta preferiría tenerla como candidata en la Ciudad contra Martín Lousteau, a quien Macri no considera parte de la coalición porque ECO votó contra Cambiemos en la Legislatura. ¿Qué es Cambiemos? ¿Es el PRO con un anexo? ¿Es una coalición donde se pueden dar internas? Lo sabremos el año que viene cuando se den las grandes disputas que tienen que ver con el reparto de poder de las elecciones y el armado de las listas.