Por Julio Bazán
Fue un Día de la Bandera luminoso. Pero el sol deja en las sombras el frente del edificio de los Tribunales de Comodoro Py, como una metáfora del lado oscuro de la Justicia que motiva el repudio de los ciudadanos autoconvocados que se congregan, numerosos, en el lugar.
Carteles enunciativos, algunos manuscritos, ratifican la espontaneidad del acto, y proclaman los lemas que atrajeron a los que participan en la protesta: Justicia independiente, fin de la impunidad, cárcel a los jueces corruptos.
Muchos concurrentes están envueltos en banderas argentinas, otros las enarbolan o agitan, y alternan la entonación del Himno Nacional con estribillos estridentes y duros, como "los queremos presos" y "ladrones", en referencia con nombre y apellido a la expresidenta Cristina Kirchner y otros exfuncionarios procesados. También gritan "cómplices", que va dedicado a algunos jueces.
// #20J: el reclamo por una "Justicia independiente" que se concentró en Tribunales
Los lemas y repudios se tocan. Expresan una ecuación elemental: los jueces corruptos aseguran la impunidad de los exfuncionarios corruptos. Sólo la erradicación de los primeros conducirá a la cárcel a los segundos.
El ingenio popular genera un mensaje más contundente que los carteles y estribillos: una mujer vestida de monja iza una bolsa en una mano y un bolso en la otra, en clarísima alusión a los que López arrojó al interior del convento. Pero no campea precisamente el humor. En cambio hay indignación, bronca, frustración.
La concurrencia es numerosa, pero no multitudinaria. Están Nora, con sus 90 años a cuestas, y muchos jóvenes. "Todos vinimos con la SUBE", proclaman varios ante los periodistas, para ratificar la espontaneidad de la asistencia. "Tendríamos que ser muchos más", se lamentan algunos, con tono de reproche, añorando aquella marea humana que sacó a la calle la muerte injusta e impune del fiscal Alberto Nisman, en 2015. Casi no hay políticos. Algunos expresan su decepción por la ausencia de Elisa Carrió. La legisladora de la ciudad Paula Oliveto (CC-Ari) aclara que vino como ciudadana.
El repudio incluye algunos nombres propios, como el del camarista Eduardo Freiler, multimillonario con bienes que serían inalcanzables para sus ingresos de empleado del Estado. Para la gente es un caso flagrante de "jueces corruptos ricos-justicia pobre". La procuradora Alejandra Gils Carbó también concita la repulsa expresada en carteles y cánticos.
Ante los requerimientos de los periodistas, la conmemoración de la creación de la Bandera y de su autor, Manuel Belgrano promueve expresiones de añoranza de valores fundacionales, y comparaciones brutales con la corrupción contemporánea. Las imágenes del fiscal Alberto Nisman y de la tragedia de Once son señales de la enfermedad cuya cura se demanda.
Los micrófonos se llenan de expresiones que confluyen para definir el sentimiento predominante: el desamparo. Todos entienden que sin Justicia independiente no habrá solución para los problemas fundamentales de la Argentina.
Los testimonios expresan el anhelo de una Justicia que no sea ciega, y que en cambio inspire una confianza ciega. Una Justicia en la que se pueda creer con una fe casi religiosa. Quienes los formulan saben que es casi utópico el reclamo que los anima, y que quizá no llegarán a verlo en vida si alguna vez se concreta.
Pero cuando los que desafiaron el frío se van yendo despacio, a pie, porque no hay micros que los esperen, vuelven satisfechos a sus hogares, porque demostraron que no se resignan a que la injusticia se naturalice. La única lucha que se pierde es la que se abandona.
