Cuidado con los idus de diciembre. Historia muy breve: aparece una vidente y le dice a Julio César: “César, cuídese de los idus de marzo”. ¿Qué le estaba avisando? Que algo malo le iba a pasar. ¿Qué hizo el emperador? Se burló. “Tranquilo, no pasa nada”.
¿Qué pasó? El 15 de marzo del año 44 antes de Cristo, Julio César fue asesinado. ¿Cómo? Lo mató su propio sobrino, le clavó un puñal en la espalda; la traición menos pensada.
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Yo diría ahora que, en la Argentina, hay que tener cuidado con los idus de diciembre. O sea, los vientos pesados y calurosos de diciembre.
Dijo en las últimas horas el líder de ATE Rodolfo Aguiar: “Tenemos que construir un diciembre caliente”. Y cerró diciendo: “No le tenemos que dar paz al gobierno”.
¿Sabes a quiénes les tienen que dar paz? A los argentinos. La sociedad argentina ya no soporta más el método patotero, extorsivo y mafioso.

De todas maneras, este fue el gran fracaso de los “tira piedras”. Daniel Catalano, líder de ATE Capital, había dicho: “Si Milei es presidente, hay que tirar 28 toneladas de piedras”. La Cámpora había dicho: “Si la tocan a Cristina qué quilombo se va a armar”. Albistur había dicho: “El gobierno cae en Semana Santa”.
Nada de esto pasó. ¿Por qué? Porque el gobierno y la gente les fue perdiendo el miedo a estos mafiosos.
La Argentina, durante 20 años, vivió presa del miedo y de la amenaza. Una especie de síndrome de Kosteki y Santillán eterno. “Cuidado porque nos van a tirar un muerto”. Esta vez, se venció ese miedo cuando este loco dijo: “Me sacan con los pies para adelante”.
No es solo Milei. Lo que se produjo en la Argentina fue un cambio cultural espectacular. ¿Por qué? Porque se agotó un modelo de país.
Ayer veía al vocero de la CGT, Jorge Sola, amenazar al gobierno con un nuevo paro nacional. Dijo textualmente: “Este es el primer paso. Terminaremos en un paro nacional”.

No entienden que la amenaza no funciona más. Cuando la amenaza se vuelve rutina, pasa a ser ruido de fondo. No entienden que el paro no castiga al “poder”, sino a los laburantes. Al que pierde el presentismo. Al comerciante que no abre. Al tachero que no levanta pasajeros. Al camionero que no tiene mercadería para transportar.
Entonces, la narrativa épica del “plan de lucha” ya no conecta con una sociedad harta de pagar siempre el costo de disputas ajenas. O sea, la extorsión dejó de funcionar porque perdió legitimidad social. Y cuando una dirigencia insiste en métodos que la sociedad repudia no demuestran fortaleza, sino desconexión.
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Bueno, en ese mismo tono uno de los líderes de la CGT, Octavio Arguello, dijo a los senadores: “Ojo con lo que hacen”.
¿Cuántas marchas y paros le hizo la CGT al gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner? Con 1.020% de inflación, 20 millones de pobres, devaluación brutal, 130.000 muertos, fiesta de Olivos, vacunación VIP. Ningún paro. Ninguna marcha.
Entonces, ya es momento de entender que la CGT no representa a los trabajadores. Es un grupo de 20 o 30 gordos millonarios que llegan en sus Audis a sus oficinas con Nespresso y se toman un Rutini para charlar de fútbol o de sus yates. No son trabajadores. Son oligarcas que buscan mantener sus privilegios cueste lo que cueste.

Lo mismo que sucede con el exyerno de Hugo Moyano, “Chiqui” Tapia. Acá no hay fortaleza. Acá se ve un hombre nervioso. Acá se ve un hombre preocupado porque sabe que la justicia lo empezó a investigar en serio.
Dice Nicolás Pizzi en La Nación sobre Sur Finanzas: “Detectan tasas usurarias en los préstamos a un club de Primera y un pago inusual al equipo de Tapia”.
¿Qué detectó la justicia? “La tasa Chiqui”. Crédito de Sur Finanzas al club Argentinos Juniors. Crédito total: $600.000 millones. Importe recibido: $400.000.000. Comisión para Sur Finanzas: $200.000.000.
Raro, ¿no? Pregunta: ¿Quién se quedaba con la “tasa Chiqui”? ¿De verdad pensás que se la quedaba este Ariel Vallejo? Algunos creen que Vallejo no se quedaba con esas comisiones usurarias.

Pregunta: ¿De dónde salió la plata para construir esa mansión en Pilar? Casa principal: US$1.800.000, tres pisos, siete habitaciones, muebles de lujo, obras de arte. Casa secundaria: US$450.000. Quincho y casino: US$80.000, con ruleta, mesa de blackjack, barra, mesa de lujo, sistema de sonido, microcine para los partidos.
Piscina y solarium: US$40.000. Caballeriza para 20 boxes: US$150.000. Pista ecuestre: US$40.000. Cancha de fútbol: US$30.000. Helipuerto: US$90.000. Cancha de pádel: US$30.000.
Solamente con esto tenés US$3.000.000. Sin contar los autos. Sin contar los caballos. Sin contar los empleados. Sin contar el terreno.
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Bueno, esto también es parte de la Argentina mafiosa que se resiste a cambiar. La CGT y la AFA comparten una misma matriz de conducción política.
Grondona, Moyano y Tapia comparten un mismo manual de conducción política. Grondona, Moyano y Tapia son sinónimo de feudalismo, aparato, clientelismo, apriete, impunidad, opacidad, nepotismo, obediencia debida, lealtades compradas, tráfico de influencias.
Representan una misma lógica de poder. El apriete y la amenaza latente para castigar al que se sale del libreto. Es decir, la autoridad no surge del consenso, sino del miedo a quedar afuera del sistema.
Por eso digo, no son nombres aislados. Son engranajes de una misma cultura política que se resiste a perder el control aún cuando la sociedad ya decidió avanzar. Entonces, creeme cuando te digo que no hay vientos de diciembre que lo puedan cambiar.
Opiniones libres; hechos sagrados.



