El presidente Javier Milei pudo ver en pocos días las dos caras de una misma moneda que marcan la compleja realidad por la que atraviesa su gobierno.
El fuerte respaldo que recibió del presidente Donald Trump y el Fondo Monetario Internacional (FMI), con una ayuda económica que necesitaba con urgencia, y la dura realidad de un país que se encamina a las elecciones legislativas nacionales de octubre con resultado incierto.
Milei, su hermana Karina y el ministro de Economía, Luis Caputo, emprendieron el viaje a Nueva York con la mirada puesta en la votación del 26 de octubre y la preocupación de cómo llegaría la economía y el clima social a esa fecha.
Pero todo cambió en muy poco tiempo y todos escucharon el fuerte espaldarazo de Trump y su secretario de Estado, Scott Bessent, a la administración libertaria.

Había llegado la hora de ir en ayuda del principal aliado que Trump tiene en la región y un muro de contención para el avance de China en la Argentina.
Pero nada será gratuito para Milei. Y no hablamos solo de cuestiones económicas y financieras o de cuándo llegará la ayuda.
Se trata de problemas políticos que preocupan y mucho en los Estados Unidos y tienen que ver con las debilidades que mostró la administración libertaria a lo largo de este año y especialmente, en los últimos dos meses.
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Trump, Bessent y la jefa del FMI, Kristalina Georgieva, quieren y necesitan que Milei logre un acuerdo que le dé mayor gobernabilidad y de esa manera, pueda detener la ola de votaciones negativas y vetos caídos en el Congreso.
Pero también que pueda encarar las reformas que vienen esperando desde hace tiempo en el campo laboral, jubilatorio e impositivo. Algo muy difícil de lograr.
Para esto, Milei necesita lograr una muy buena elección en octubre que le permita incorporar una importante cantidad de diputados y también algunos senadores en el Congreso.

De esta manera, aunque no logre los votos para tener quorum propio o para aprobar las leyes como los libertarios quieren, por lo menos podría evitar la caída de los vetos presidenciales como ocurrió este año.
Por eso, cualquier acuerdo para garantizar la gobernabilidad que busque Milei tendrá que esperar hasta después de las elecciones.
Mientras tanto, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y su mano derecha, el ministro del Interior, Lisandro Catalán, empezaron a trabajar para crear el clima que permita ese acuerdo y, a la par, reconstruir los puentes de diálogo que dinamitó el propio Milei con los gobernadores y el Congreso.
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En ese sentido, es vital el diálogo con los gobernadores que se alejaron todo lo que pudieron de la Casa Rosada, salvo un reducido grupo que siempre estuvo ante el llamado del Presidente.
No olvidan el desprecio al que fueron sometidos cuando se quejaron por el fuerte recorte de fondos que aplicó el Gobierno nacional, ante la resistencia de las provincias, o el armado de las listas para las elecciones que dejó demasiados heridos en todo el país.
De todas maneras, desconfían del comportamiento de Milei después del 26 de octubre, sobre todo si gana.

Provincias Unidas sigue siendo el bloque de gobernadores que mayor cohesión ha mostrado a la hora de reclamar a Milei.
Son los gobernadores Martin Llaryora (Córdoba), Maximiliano Pullaro (Santa Fe) Gustavo Valdés (Corrientes), Nacho Torres (Chubut), Carlos Sadir (Jujuy) y Claudio Vidal (Santa Cruz), además del exmandatario cordobés Juan Schiaretti.
“Esperemos que Milei se deje ayudar, pero dudamos”, explica uno de los voceros habituales de Provincias Unidas.
Mucho dependerá también de lo que muestren las urnas en distritos clave como Córdoba y Santa Fe y, por supuesto, la provincia de Buenos Aires. Los libertarios necesitan achicar la enorme diferencia que mostró la desdoblada elección de legisladores bonaerenses.
Por lo pronto y mientras se espera el resultado de octubre, el Gobierno nacional desempolvó el Consejo de Mayo, del que muy pocos se acuerdan. Fue firmado el 9 de julio del año pasado por 17 provincias y la Ciudad de Buenos Aires.
Francos se reunirá este lunes con algunos de sus integrantes para reactivar el diálogo que incluye también a empresarios y sindicalistas. Quiere crear el clima para un acuerdo de gobernabilidad.
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Distinto será el panorama en el Congreso, donde la oposición kirchnerista/peronista intentará continuar infligiendo derrotas al gobierno.
En la Cámara de Diputados quieren comenzar a transitar el camino hacia una moción de censura contra Francos por no aplicar la Ley de Emergencia en Discapacidad luego del rechazo al veto presidencial. Esa medida contempla una eventual destitución del Jefe de Gabinete. Por eso, Milei requiere de la ayuda de aliados del PRO, radicales y provinciales.
Mauricio Macri ya se prestó a una foto con Francos, aunque todavía está muy lejos un encuentro cara a cara con Milei. El Presidente considera que no necesita al líder del PRO para la campaña.
En Diputados, la oposición también quiere aprobar definitivamente la modificación de la ley que regula los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) del Presidente.

En el Senado, por su parte, están a un paso de lograr que caigan definitivamente los vetos a las leyes de Emergencia Pediátrica y Financiamiento Universitario.
Esto sin olvidar que la oposición lucha por alcanzar la interpelación de Karina Milei por el escándalo por la criptomoneda Libra, que fue promocionada por el Presidente.
¿Y la campaña? Volverá con fuerza a partir de este lunes, con un Milei que la volverá a cargar sobre sus espaldas, como ocurrió con la bonaerense.
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Cuando volvió de Estados Unidos, Milei se fue a descansar a Olivos, pero dejó en manos de su hermana Karina y de Santiago Caputo el diseño y aplicación de la estrategia hacia el 26 de octubre.
En medio de la puja y la desconfianza que aún se mantiene en la interna libertaria, Karina le dio un lugar de privilegio a su espada en la ciudad de Buenos Aires, Pilar Ramírez, para participar de manera activa en la campaña como coordinadora nacional.
Solo Milei podrá poner fin a las feroces peleas de la interna libertaria. A veces parece estar decidido a intervenir entre Karina y Caputo. Y otras veces se lo nota aplicando una máxima de los árbitros de fútbol: “siga, siga”.