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    Los papas de la Edad Contemporánea

    En esta última entrega, recorreremos el fin del pontificado de Juan Pablo II y la llegada del “bull dog” vaticano, Benedicto XVI. Su perfil alejado de lo pastoral no favoreció su popularidad.

    Eduardo  Lazzari
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    Eduardo Lazzari

    26 de julio 2025, 05:45hs
    El papa Benedicto XVI el día de su asunción. (Foto: Reuters)
    El papa Benedicto XVI el día de su asunción. (Foto: Reuters)
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    Este es el último artículo dedicado a las biografías de los papas desde que alumbró la edad contemporánea. Hemos recorrido las vidas y la obra de los sumos pontífices que gobernaron la Iglesia Católica universal desde la Revolución Francesa, hecho que ocurrió desde 1789 en adelante. Así pasaron Pío VI, Pío VII, León XII, Pío VIII, Gregorio XVI, Pío IX, León XIII, Pío X, Benedicto XV, Pío XI, Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo I. El largo mandato de Juan Pablo II, el tercero más extenso de la historia nos ha obligado a dividirlo en dos partes. Concluiremos hoy con su biografía y la de su sucesor Benedicto XVI.

    Juan Pablo II

    Su larga agonía

    Un hecho que paralizó al mundo fue el atentado que Juan Pablo II sufrió en la plaza San Pedro el 13 de mayo de 1981 mientras saludaba desde el papamóvil, vehículo que reemplazó para siempre a la silla gestatoria, siendo el polaco el primero en no usarla nunca. Un turco, Mehmet Ali Ağca, le disparó varias veces y lo hirió gravemente provocando daños que obligaron al plantel médico del hospital romano Gemelli a realizar varias intervenciones quirúrgicas. Dos años después, el Papa visitó a su agresor en la cárcel y como un signo de la visión pontificia, lo perdonó, pero no pidió que fuera liberado de la pena que las autoridades civiles le impusieron.

    Leé también: Los papas de la Edad Contemporánea

    Después del atentado, Juan Pablo II comenzó a sufrir dolencias que irían agravándose con el tiempo y que generaron hacia mediados de la década de 1990 un deterioro físico evidente en el jefe de la Iglesia, que trató de seguir adelante con el ritmo de sus actividades aunque pudo lograrlo progresivamente. Siempre quedó claro el esfuerzo personal del papa polaco, pero eso comenzó a mostrar cierto ritmo cansino en toda la estructura curial. Se reunió con todos los líderes del mundo y fue una voz clara, cuya dimensión se acrecentó con el tiempo por los múltiples pedidos de perdón que Juan Pablo II hizo en nombre de la Iglesia, sobre todo por la crueldad de las cruzadas; la condena a Galileo Galilei; y se destaca el primer correo electrónico enviado por un pontífice en el que pidió perdón por los abusos sexuales cometidos por sacerdotes y obispos.

    Joseph Ratzinger junto al entonces papa Juan Pablo II (Foto: AP)
    Joseph Ratzinger junto al entonces papa Juan Pablo II (Foto: AP)

    Las dificultades en la movilidad y en el hablar del Papa se fueron convirtiendo en un grave inconveniente para la tarea pastoral de Juan Pablo II, lo que llevó a pensar en una renuncia, sobre todo después de la celebración del Año Santo de 2000. Sin embargo, el carácter de Karol Wojtyla se sobrepuso a todas las dificultades y siguió al frente de la nave de Pedro. Varias veces fue operado de distintas dolencias, siempre en el hospital Gemelli. Su cuerpo inclinado comenzó a ser afectado por el mal de Parkinson, lo que le hizo necesario el uso de bastón y sobre todo mostrando los temblores que el Papa sufría. En sus últimos tiempos prácticamente no se le entendía al hablar y en su última aparición en la ventana del Palacio Apostólico para rezar el Angelus no pudo ni siquiera decir una palabra, mostrando en sus gestos la angustia que le provocaba la situación. Vale destacar que se le había practicado una traqueotomía debido a sus graves problemas respiratorios.

    Dirá Joseph Ratzinger sobre este tiempo: “…se puede gobernar también con el sufrimiento. Sin duda, es algo extraordinario. Pero después de un largo pontificado y después de tanta vida activa del Papa, era significativo y elocuente un tiempo de sufrimiento, que devino casi en una forma de gobierno (de la Iglesia)”.

    Su muerte

    La noche del 2 de abril de 2005 el cardenal argentino Leonardo Sandri, que se había convertido en la voz de Juan Pablo II, anunció al mundo la muerte del primer papa polaco. Sus últimas palabras fueron: “Déjenme ir a la casa de mi Padre”. Por última vez hasta hoy se apagaron las luces del departamento papal en el Palacio Apostólico como señal de la partida del papa. El certificado de defunción explicó que el fallecimiento se produjo como consecuencia de una septicemia que provocó un colapso cardíaco respiratorio. La celebración de los funerales fue multitudinaria, no sólo por la gran asistencia popular, sino por la presencia de centenares de líderes mundiales. Uno de los hechos más llamativos fue el saludo de los mandatarios de Israel, Siria e Irán, algo inédito que no volvió a repetirse.

    Fue sepultado en las grutas vaticanas. Inmediatamente comenzó un reclamo para su rápida santificación, lo que hizo que el nuevo papa acelerara los plazos suprimiendo el de cinco años para iniciar los trámites canónicos. Su beatificación se produjo el 1 de mayo de 2011 por el papa Benedicto XVI, trasladándose entonces sus restos al altar de San Sebastián en la propia basílica de San Pedro. Finalmente fue canonizado el 27 de abril de 2014 junto a San Pablo VI durante una misa presidida por el papa Francisco, a la que asistió el papa emérito Benedicto XVI, ceremonia conocida como la misa de los cuatro papas.

    Benedicto XVI

    Sus orígenes y su formación

    Joseph Aloisius Ratzinger nació en Marktl am Inn, Baviera, Alemania, el 16 de abril de 1927, en el hogar formado por Joseph y María Rieger, y fue el menor de tres hermanos.

    El padre pertenecía a la policía, por lo que la familia se trasladó a varios pueblos de Baviera y fue testigo de la formación del partido nazi. Esta circunstancia hizo que el benjamín tuviera una formación bastante agitada hasta llegar al secundario. Don Joseph se resistió a afiliarse al nazismo lo que aceleró su retiro de la institución policial. A los doce años el joven ingresó al Seminario Menor de Traustein.

    El encuentro de Benedicto XVI con el hoy papa León XIV. (Foto: REUTERS)
    El encuentro de Benedicto XVI con el hoy papa León XIV. (Foto: REUTERS)

    El nazismo, en su persecución contra la Iglesia Católica, al comenzar la Segunda Guerra Mundial ordenó la disolución de todos los seminarios y obligó a sus alumnos a enrolarse en las fuerzas armadas alemanas. Al joven Ratzinger, en 1943, lo destinaron a la custodia de la fábrica BMW para ser más adelante trasladado a Austria como auxiliar de baterías antiaéreas. Hacia el fin de la guerra volvió a su casa y quedó prisionero de los estadounidenses hasta junio de 1945, lo mismo que su hermano Georg.

    Su carrera religiosa

    En 1946 vuelve a los estudios religiosos en la Escuela Superior de Filosofía y Teología de Frisinga, donde obtiene las licenciaturas de teología y de filosofía, perfeccionando su formación intelectual en el Ducal Georgianum de la Universidad de Munich. El 29 de junio de 1951 es ordenado presbítero de la arquidiócesis de Munich y Frisinga.

    Comienza a dar clases en el seminario arquidiocesano, donde se destaca por su ortodoxia intelectual y la diversidad de intereses teológicos. También comenzó a dar clases en distintas universidades laicas, como la de Bonn y la de Münster. Compartía las cátedras con pensadores muy alejados de sus posiciones, a pesar de lo cual mantuvo relaciones cordiales con ellos como el caso de Karl Jung en el ámbito académico. Sería distinto cuando asumiría años después labores en el Vaticano.

    Leé también:Los papas de la Edad Contemporánea

    Su prestigio como teólogo lo hará acreedor a varios doctorados honoris causa. A fines de la década de 1960, vuelve a su tierra natal y se incorpora a la Universidad de Ratisbona, donde durante su papado pronunciará un discurso en el que marcaba las diferencias entre el cristianismo y el islamismo que provocó una grave controversia.

    Pablo VI lo nombró arzobispo de Munich y Frisinga, y fue ordenado el 28 de mayo de 1977 con 50 años. Al mes es creado cardenal y recibe el birrete el 27 de junio en la basílica de San Pedro. Luego de sólo cuatro años en Munich, fue trasladado por Juan Pablo II a la Santa Sede para asumir como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, presidente de la Pontificia Comisión Bíblica y de la Pontificia Comisión Teológica, lo que lo obligó a renunciar a su arzobispado.

    Su ortodoxia doctrinaria y su formidable talante intelectual lo convirtieron en un defensor de la postura dura contra el pensamiento tercermundista, lo que le valió una serie de enfrentamientos con los teólogos de esa corriente, como el brasileño Leonardo Boff. Su posición más concreta fue la negación del marxismo como una forma cristiana de análisis de la realidad. Ya para entonces era considerado el teólogo más sólido desde mediados del siglo XX. Ratzinger tuvo a su cargo la redacción del nuevo catecismo de la Iglesia Católica junto a otros doce cardenales y obispos, tarea que le insumió varios años y que se consagró con su presentación en 1992 a través de la constitución apostólica “Fidei Depositum”.

    Su perfil de intelectual tímido, pero de severa disciplina religiosa hizo que fuera bautizado como el “bull dog” vaticano. Su habitual parsimonia, su lejanía de los medios de comunicación y su perfil alejado de lo pastoral no ayudaron a su conocimiento y facilitaron ciertos comentarios desfavorables que ignoró. Veinte años como custodio de la ortodoxia teológica y su fidelidad al papa Juan Pablo II lo hicieron ver como favorito para sucederlo.

    Su papado

    A la muerte de Juan Pablo II, Ratzinger en su carácter de decano del Colegio Cardenalicio convocó al cónclave elector para el 18 de abril de 2005. Ya había participado de los dos cónclaves de 1978. Si bien era considerado uno de los favoritos, atentaba contra su elección la edad: 78 años. En la reunión realizada en la Capilla Sixtina participaron 115 cardenales, y si se suma a los que superaban los 80 años, era la primera vez en la historia que los purpurados eran más de 200. Al cabo de sólo cuatro votaciones resultó elegido el cardenal Joseph Ratzinger, quien eligió el nombre de Benedicto XVI. Sólo había participado un argentino, el arzobispo de Buenos Aires Jorge Mario Bergoglio.

    Fue el primer papa alemán en nueve siglos. El nombre elegido marcó un programa: seguir la vida y las ideas de San Benito de Nursia, un monje italiano del siglo VI que fundó el orden monástico en Occidente; y la inspiración pacifista del papa Benedicto XV, pontífice durante la Primera Guerra Mundial. Su tradicionalismo se manifestó sobre todo en hechos anecdóticos como el uso del camauro, un gorro que usó durante el invierno romano. Sin embargo y a pesar de los temores de un retroceso doctrinal hacia las posiciones anteriores al Concilio Vaticano II, su pontificado fue tolerante, simbolizado en el restablecimiento de las relaciones personales con algunos de los teólogos con los que se había enfrentado como guardián de la ortodoxia católica.

    Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, falleció a los 95 años. (Foto: gentileza Eduardo Lazzari)
    Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, falleció a los 95 años. (Foto: gentileza Eduardo Lazzari)

    Realizó 24 viajes apostólicos por varios continentes y escribió algunas importantes encíclicas, destacándose “Caritas in veritate” y “Spe Salve”. Lo que lo convierte en un personaje singular es la publicación de varios libros que son verdaderos tratados teológicos: Introducción al Cristianismo; Jesús de Nazareth; El Dios de la fe y el Dios de los filósofos; y Ser cristianos en la era neopagana.

    En su papado se produjeron disputas terribles en el ámbito de la Curia Romana, sobre todo por la falta de potencia política del papa, lo que provocó algunos conflictos nunca vistos, como el espionaje conocido como Vatileaks y algunos episodios de corrupción económica que tomaron estado público. Todos estos antecedentes hicieron que Benedicto XVI produjera un hecho insólito en más de setecientos años: en una reunión sin demasiada importancia y ante pocos oyentes, anunció su renuncia en latín convocando a un cónclave para sucederlo. El 11 de febrero de 2013 la noticia conmovió al mundo y su invocación a la falta de fuerzas para enfrentar los desafíos del gobierno de la Iglesia fue un llamado de atención a toda la conducción de la curia romana. El 28 de febrero fue la fecha en la que Benedicto XVI dejó de ser el sumo pontífice y es legendaria la filmación del helicóptero que lo llevó rumbo a Castel Gandolfo.

    Luego de la elección del papa Francisco, el ahora papa emérito se alojó en un monasterio llamado “Madre de la Iglesia” en la ciudad del Vaticano, donde vivió retirado hasta su muerte el 31 de diciembre de 2022, cuando tenía 95 años. Se realizaron los funerales en la plaza San Pedro y fue sepultado en las grutas vaticanas, en la misma tumba que habían ocupado Juan XXIII y Juan Pablo II. Como emérito, sólo había realizado un viaje rumbo a Alemania para verse con su hermano mayor que se encontraba muy enfermo. Como datos anecdóticos era un muy buen pianista y tenía afición por los gatos. Ha sido retratado en varias películas y documentales.

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