El presidente Javier Milei se llevó de su paso por Davos una especie de “voto de confianza”. Pero esta vez no fue tanto de los potenciales inversores que acuden anualmente al exclusivo resort de esquí suizo en el que se celebra el Foro Económico Mundial, sino de los propios argentinos.
Uno de los “highlights” del Foro de Davos es la tradicional presentación del Barómetro de Confianza, una encuesta global que hace anualmente la consultora de comunicación y lobbying Edelman y que mide 28 países en distintos indicadores de confianza. El cónclave de inversores más importante del año ya había empezado “pum para arriba”, cuando la prestigiosa revista Time puso una caricatura del presidente argentino en la tapa de su edición especial para el World Economic Forum.
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El Barómetro de Confianza
Es un indicador interesante para los inversores que va por su edición 25°. Muestra el grado de satisfacción de las sociedades en sus instituciones. Nadie va a invertir en un país en el que sus propios ciudadanos desconfían, y ese fue el karma de la Argentina durante décadas: ¿si los ciudadanos de un país no creen en su gobierno y sus empresarios, por qué habrían de creer inversores extranjeros?
Este año, la Argentina dio un salto que sorprendió hasta a los propios autores de esta encuesta global a más de 33.000 personas realizada durante los últimos dos meses del año pasado: de ser el “furgón de cola” en la edición del año pasado, fue el país que más se recuperó en su alto nivel de desconfianza: con nueve puntos, obtuvo una “marquita” especial en el índice general como una suerte de “medalla de oro” de la tabla de 28 países.
Ahora, en el medio de la tabla de posiciones de confianza, la Argentina por lo menos no destaca penosamente como país inviable para inversiones.
Pero el indicador en el que más descolló la Argentina fue en la confianza en el gobierno: de dar pena siendo también en esa medición el último de la tabla del año pasado -y por lejos- saltó 21 puntos y avanzó 12 puestos para ubicarse casi en el medio de esa tabla: una de esas noticias con las que Javier Milei saca pecho.
Ubicarse más arriba o abajo en la tabla no es un indicador de que a los ciudadanos de esos países les esté yendo mucho mejor, pero es una muestra de que sus ciudadanos creen que van por el buen camino y esperan que les va a ir mejor. En comparación: la Argentina superó a los Estados Unidos y quedó debajo de México y Nigeria.
Los autores del estudio de la consultora Edelman, que es la más grande del mundo puramente dedicada a la comunicación corporativa, subtitularon su informe con “la crisis del resentimiento” hacia las instituciones a nivel global. En ese marco, el crecimiento de la confianza de los argentinos se destaca aún más.
Otro indicador que pone contento a Milei es que la Argentina se ubicó en el “pelotón” más alto en la pregunta sobre si los entrevistados creen que la próxima generación estará mejor, con 46 por ciento. Los más pesimistas en el futuro de cómo les irá en sus países a sus hijos y nietos son los franceses (con 9 por ciento) seguidos por alemanes, japoneses y holandeses, con 14 por ciento. Otro motivo para que potenciales inversores miren a los argentinos.
Pero para Javier Milei el Barómetro también trae un toque de atención: la confianza, cuando sube y cuando baja en un país es como la marea: todo sube y baja con ella. Los medios de comunicación -o “ensobrados”, como los apoda Milei- también elevaron su nivel de confianza entre los argentinos en comparación con la edición del año pasado. En un año en el que la confianza global en los medios tradicionales cayó, según el índice de confianza general, en la Argentina creció nueve puntos.
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Los medios de comunicación, a los que Milei les dedica la mayor parte de sus insultos, según el último análisis de las redes sociales del Presidente que hizo la consultora Ad Hoc, subieron en confiabilidad en la Argentina junto con todas sus instituciones. La estrategia del Presidente de tratar a casi todos los periodistas por igual de “ensobrados” para buscar desacreditarlos todavía no está dando resultado. Quizás ni haga falta: aunque los medios independientes echen luz sobre los rincones más oscuros de su gobierno, los argentinos -por ahora- siguen confiando.