En estos días, el nombre del libertador Simón Bolívar aparece en las tapas de todos los diarios del mundo a raíz de los acontecimientos dramáticos en los que está sumida Venezuela, donde un aspecto poco discutido tiene que ver con el uso exagerado de la historia continental para justificar las acciones autoritarias de los gobiernos de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro. Bolívar, cuyo nombre es el de una nación mediterránea del continente (Bolivia) y se ha incorporado al de su nación natal, es un hombre que ha tenido buen trato en el relato histórico sudamericano por sus características legendarias mucho más que por sus acciones políticas y militares.
El libertador de medio continente
Su contraparte ha sido sin duda el Señor de los Andes, el correntino José Francisco de San Martín, un hombre dedicado con pasión a su oficio militar y con vehemencia a la defensa de las libertades nacionales y personales de los ciudadanos de la América del Sur. Siendo el mes de agosto la fecha del paso a la inmortalidad del general que consolidó la independencia argentina y que logró las de Chile y el Perú, se transitará por la historia de la mano de uno de los personajes más importantes del Occidente moderno, sin esquivar polémicas y sin ocultar cuestionamientos. He aquí la vida de San Martín.
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Su nacimiento y sus primeros años
El 25 de febrero de 1778 nacía José Francisco de San Martín a orillas del río Uruguay, en el pueblo de Yapeyú, una de las jurisdicciones del recientemente creado Virreinato del Río de la Plata. Pepe era el último de los cinco hijos del capitán Juan de San Martín y de Gregoria Matorras, ambos naturales de Palencia, el uno de Cervatos de la Cueza y la otra de Paredes de Nava. Don Juan había llegado al continente americano hacia 1762, a pedido del entonces gobernador de Buenos Aires, Pedro de Cevallos, que se convertiría en 1776 en el primer virrey rioplatense, quien lo nombra en 1768 administrador de la Real Calera de las Vacas, una vieja explotación minera de los jesuitas cerca de la Colonia del Sacramento en la Banda Oriental.
En 1770 se casa por poder con Gregoria y cumple así una vieja promesa, y su matrimonio fue celebrado en el palacio episcopal de Buenos Aires por el propio obispo Manuel Antonio de la Torre, inmortalizado como el prelado que visitó las misiones antes de la expulsión de los jesuitas en la película “La Misión”. En 1774 nombran a Juan de San Martín teniente gobernador de Yapeyú, pueblo donde hoy reposan los restos de los padres del Libertador, luego de un periplo desde el lugar de su muerte en Málaga, pasando luego por la Catedral de Buenos Aires y el Cementerio de la Recoleta.
La familia se instala en Yapeyú en un recinto de la antigua casa jesuita, y allí se crían los cinco hermanos: María Elena, Manuel Tadeo, Juan Fermín, Justo Rufino y el benjamín. Trasladado don Juan a Buenos Aires en 1781, finalmente el matrimonio San Martín volverá a España para siempre con todos sus hijos. Es curioso, para la época, que todos los vástagos sobrevivieran hasta edad adulta.
Las polémicas sobre el origen de San Martín
Prevalecen algunas polémicas sobre esos tiempos de la vida del Libertador. Una moderna que afirma la posibilidad de la paternidad de Diego de Alvear sobre José Francisco como fruto de una relación con una india guaraní, Rosa Guarú. Es nuestra opinión que los indicios no son significativos para afirmar semejante cosa. Pero si creemos que la ciencia puede aportar la verdad por medio de la realización de un análisis de ADN, cotejando el de San Martín con el de los descendientes de Alvear.
Otro tema complejo para los historiadores es el hecho que la invasión portuguesa a las Misiones entre 1816 y 1820 culminó con el saqueo e incendio del pueblo de Yapeyú, posteriormente deshabitado. Estos hechos redujeron a ruinas la iglesia y los demás edificios de origen jesuítico, entre ellos la casa del gobernador que fuera habitada por los San Martín. Lo más grave para la historiografía es la pérdida de los registros de bautismos y sepulturas, por lo que no existe constancia documental del nacimiento de José Francisco, ni allí ni en ningún otro lado. Sólo se conserva el registro en el puerto de Buenos Aires de la partida de la familia hacia el viejo continente a fines de 1783.
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Algunos historiadores españoles niegan que nuestro Libertador haya nacido en América, pero cada vez que don José tuvo que jurar sus datos, dijo ser natural de las Misiones, como declaró para su partida de matrimonio, hoy guardada en el archivo de la parroquia de la Merced, en Buenos Aires. Los restos de la casa natal de San Martín fueron rescatados arqueológicamente y son custodiados por un templete construido hacia 1938, aunque hace poco tiempo se descubrió que no es el lugar de la vivienda de los San Martín, lo que exige un replanteo del sitio histórico correntino para ser fieles, desde la arqueología, a la verdad del pasado.
El militar al servicio de la Corona Española
José Francisco ingresa al ejército español a los 11 años el 21 de julio de 1789, siete días después del estallido de la Revolución Francesa y en los tiempos del inicio de la vigencia de la Constitución de los Estados Unidos. Su primera asignación fue en el regimiento de Murcia “El Leal”. Sirvió a España en las posesiones africanas de Melilla y Oran contra los moros, antiguo nombre que se aplicaba a los musulmanes. Participó de la guerra del Rosellón contra los franceses, en la guerra de las naranjas contra los portugueses y luego contra los británicos en Gibraltar y Cádiz. El paso del siglo XVIII al XIX fue muy belicoso en el viejo continente, y asombran los cambios en las alianzas entre las naciones europeas.
Un hecho legendario y menos conocido de lo que merece es el que protagoniza San Martín como comandante del buque “La Dorotea”, al ser autorizado a recalar en Tolón, luego de un combate con el navío de guerra inglés “Lyon” en 1798. Allí se encontraba el general francés Napoleón Bonaparte preparando su expedición a Egipto. El “pequeño corso” pidió revistar a las tropas en ese momento aliadas. Le llamó la atención el uniforme del oficial español San Martin, celeste y blanco, diferente de los demás soldados. Se detuvo frente a él y tomó uno de sus botones, donde leyó en voz alta “Murcia”. Quizá ninguno de los dos, cuando se miraron, sabían del destino que la historia les depararía más adelante. En 1802 San Martín fue asaltado durante una misión militar, le robaron documentación importante y la paga de un regimiento, por lo que fue sancionado y corrió peligro su carrera.
La guerra contra la invasión napoleónica
La invasión francesa de 1808 a la península ibérica será el escenario donde José Francisco mostrará sus cualidades militares. La abdicación del rey Carlos IV, la proclamación de su hijo Fernando VII y la posterior prisión de ambos para que Napoléon nombrara a su hermano José como rey de España fue intolerable para los españoles y estalló lo que la historia hispana llama su “guerra de la independencia”, que duraría cinco años y comienza con el levantamiento popular de Madrid el 2 de mayo. Como curiosidad histórica una reunión en la sala capitular de la Catedral de Oviedo, en Asturias, decide la conformación de una Junta de Gobierno para representar al rey hasta su vuelta al trono. Ese acto fue el 25 de mayo de 1808, exactamente dos años antes que la Revolución de Buenos Aires.
San Martín será testigo de una pueblada que acabará con la vida de un alto jefe militar español en Cádiz. El 28 de mayo el general Francisco María Solano, comandante militar de Cádiz, promulga un bando pidiendo el alistamiento de hombres para defender la ciudad de los franceses, pero no se muestra apurado en declarar la guerra a Francia. Por la noche comenzaron disturbios, donde los revoltosos saquearon el consulado galo y se congregaron en la comandancia donde estaba Solano. El general intentó apaciguar a las masas, lo que provocó la acusación de “traidor afrancesado” contra él. El edecán de Solano era José de San Martín, quien ante el ataque al edificio producido en la noche del 29 ordenó el cierre de las puertas y disparos al aire para dispersar a la multitud.
Mientras Solano, por las terrazas, trató de refugiarse en una casa vecina, San Martín recibió la orden de cesar el fuego y tuvo que ponerse a cubierto, ya que su parecido con el jefe era peligroso. El general Solano fue capturado, llevado a una plaza gaditana y cuando se discutía cómo ejecutarlo y antes de recibir el consuelo de la religión, fue salvajemente apuñalado, para luego en un rito sangriento pasear su cadáver por las calles. Desde entonces San Martín tuvo gran aprensión por las turbas y los procesos revolucionarios descontrolados. Cuando el Libertador murió en Boulogne Sur Mer en 1850, conservaba entre sus bienes preciados una miniatura con el rostro de Solano, a quien siempre respetó y recordaba con dolor.
El 23 de junio de 1808, en un combate bastante olvidado, el de Arjonilla, San Martín inaugurará su estrategia de cargas de caballería que se harán legendarias. Y por primera vez su caballo caerá y lo aprisionará bajo su peso. Y un sargento llamado Juan de apellido de Dios lo salvará, como cinco años después lo salvará otro Juan, de apellido Cabral. Su carrera en el ejército español alcanzará su cumbre en la batalla de Bailén, librada el 19 de julio de 1808, que es la primera derrota de un mariscal napoleónico, y donde se destaca José de San Martín, nombrado en el parte oficial y ascendido a teniente coronel en el campo de batalla.
El 16 de mayo de 1811 combate en La Albuera, bajo las órdenes del general inglés William Carr Beresford, el mismo que había invadido Buenos Aires en 1806. Los escenarios diplomáticos y bélicos generaban estas curiosidades. Se iba acercando el tiempo en que San Martín iba a pedir su baja del ejército español, y comenzaría una nueva etapa de su vida, cuando se incorpora a logias liberales y viaja a Londres, desde donde regresaría a su tierra natal. Sobre eso tratará el artículo de la próxima semana, si Dios quiere.