“Con Cristina (Kirchner) sabían que debían cuidarse de una sola persona, pero acá hay que evitar hacer enojar a dos”, se confesaba un hombre del gobierno nacional en relación con el presidente Javier Milei y a su hermana, Karina, la secretaria general de la Presidencia.
En siete meses, más de 50 funcionarios de distintos niveles ya dejaron la administración libertaria. Un buen número por no haber cumplido las expectativas con las que llegaron a sus cargos, otros por la ruptura de acuerdos políticos y varios por no haber sabido cerrar la boca a tiempo.
Lo visto en los últimos días es el mejor ejemplo: le tocó a dos miembros del Consejo de Asesores del Presidente, que preside Demian Reidel. Se trata de Fausto Spotorno y Teddy Karagozian, quienes cuestionaron medidas del Gobierno en el ámbito económico.
Los dos se habían subido al barco libertario llenos de elogios por parte de Milei, pero cuando cayeron en desgracia fueron arrojados al destierro sin ningún miramiento. Es más, sin nombrarlos, Milei usó las redes sociales para hablar de traiciones: “Uno traicionó porque quería afanarse información confidencial para hacer más rentable la consultoría. El otro lo hizo después de fracasar en imponer su agenda prebendaría”, dijo.
Así parece ser el Presidente. Pasa del amor al odio sin paradas intermedias. Y esto genera temor en muchos funcionarios. Spotorno sabía que estaba llegando a su fin el camino que había iniciado con Milei, pero no estaba dispuesto a ocultar su opinión sobre las cosas que no estaban saliendo bien.
Pasó un límite para los Milei y fue cuando abrió las puertas a las declaraciones periodísticas y cuestionó la conferencia de prensa que el ministro de Economía, Luis Caputo, había dado junto al presidente del Banco Central, Santiago Bausili. A Caputo no se lo puede cuestionar y eso lo saben muy bien en la Casa Rosada. Karagozian fue crítico y le apuntó al tipo de cambio. Milei le bajó el pulgar inmediatamente.
En el gabinete nacional tienen muy en claro los límites del disenso o el costo de comunicar temas sin aval del círculo rojo del jefe de Estado, que se reduce a Karina y al poderoso asesor Santiago Caputo.
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“Mejor consultá a (Manuel) Adorni” es muchas veces la respuesta de los ministros. Prefieren que las definiciones partan del vocero presidencial, aunque sean “off the record”. Así no corren riesgo de equivocarse.
El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, son los que muestran una mayor libertad a la hora de hablar con los medios para defender las políticas del gobierno. Pero evitan los roces con Karina, quien, a su vez, siempre vigila los movimientos de la canciller, Diana Mondino, y la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello.
Diferente es el caso de la vicepresidenta Victoria Villarruel, quien muestra una relación ciclotímica con Milei, pero parece estar metida, desde el comienzo del Gobierno, en un fuerte enfrentamiento con Karina.
No fue a Tucumán, donde el Presidente se dio el gusto de firmar el Pacto de Mayo, aduciendo una gripe, lo que causó malestar en lo más alto del poder. Pero al día siguiente se la vio exultante junto a Milei arriba de un tanque del Ejército.
Villarruel sabe lo que es el destierro dentro del propio gobierno y haber sido confinada a su despacho en el Congreso, pero también goza del reconocimiento que le da el propio Milei por haber salvado, junto a Francos, la Ley Bases. Su comportamiento en el Senado le dio brillo propio frente a las sombras que la cubren desde la Casa Rosada.
Uno de los problemas de la Vice es su verborragia, sobre todo cuando habla de la dictadura, los militares y los condenados por violaciones a los derechos humanos. Pero el enfrentamiento con Karina resurgió con fuerza cuando Villarruel quiso sacar partido de la defensa de los jugadores de la Selección argentina y, en especial, de Enzo Fernández, por el video donde se escucha una canción contra los franceses con términos racistas y homofóbicos.
El texto publicado en las redes causó el enojo de los Milei, a pocos días del viaje del Presidente a Francia para estar en los Juegos Olímpicos y reunirse con su par Emmanuel Macron, con quien ha tenido también algunos cortocircuitos.
Adorni, que está bajo la órbita de Karina, fue el encargado de empezar el fuego amigo con la Vice y dijo que había sido “desafortunado” su mensaje. Después, se sumó el mismo Milei para sostener que “no fue un tuit feliz”.
Aunque el Presidente tuvo una de cal y una de arena para Villarruel: “A través de una cuestión deportiva no se puede armar un quilombo institucional en términos diplomáticos. Lo arregló Kari. Los franceses estaban enojados. Las cuestiones deportivas se resuelven en el plano deportivo. Pero ya está. Cosas que pasan. Seguramente haya cosas que yo hago y no le gusten, ¿cuál es el problema? En el 95% de las cosas coincidimos con Villarruel”.
Lo curioso del caso es que no hay una misma vara para medir a los funcionarios de gobierno. Le cayeron con toda la fuerza a la Vice, pero nada dijeron del secretario de Culto, Francisco Sánchez, quien se despachó con munición gruesa para referirse a Francia: “Nunca fuimos asesinos colonialistas”.
Ni qué hablar del propio Milei que retuiteó a trolls libertarios que justificaban los cantos racistas y homofóbicos. De todo se puede hablar, aunque lo mejor es mantener la boca cerrada si se corre el riesgo de hacer enojar a los Milei.