Durante su labor en la península de Crimea en 1855, Roger Fenton registró un valle que había sido bombardeado en las proximidades de la fortaleza rusa de Sebastopol e hizo dos tomas desde la misma posición. En la primera versión de la célebre fotografía que tituló “El valle de la sombra de la muerte”, las balas de cañón se acumulaban en el suelo a la izquierda del camino, pero antes de hacer la segunda foto -la que siempre se reproduce- dispersó las balas de cañón sobre el camino. Es posible que la segunda, la que muestra a los proyectiles dispersos sobre el camino, respondiese a un ideal estético o a la construcción de una escena que magnifica la huella del bombardeo en todo el cuadro. Lo interesante sobre estas dos fotografías fue la evidencia que suministró una sobre la otra, demostrando que la segunda fue adulterada.
Otro de los ejemplos más emblemáticos de objetos movidos de lugar se lo conoció como el cadáver cambiado de sitio.
En el mes de julio de 1863, Alexander Gardner y su asistente, Timothy O ‘Sullivan, se encontraban en el campo de batalla de Gettysburg, durante la Guerra de Secesión en Norteamérica (1861-1865), tomando una serie de fotografías. Allí se toparon con el cadáver de un soldado que había caído muerto mientras subía una colina; tanto Gardner como O ‘Sullivan lo fotografiaron en ese lugar. Después de tomar tres fotografías al cuerpo, los fotógrafos encontraron un lugar donde los francotiradores habían construido una trinchera.
Esta trinchera era un lugar idóneo para otras tomas: las rocas planas con las que se habían levantado las paredes le daban una magnífica textura para el fondo a las imágenes. Como no encontraron cuerpos cerca del nuevo escenario, transportaron el cadáver del soldado caído en la colina hasta la trinchera. Posteriormente, colocaron el rifle contra la pared y voltearon la cabeza del occiso hacia la cámara. La tarea no debió haber sido sencilla o agradable. Varios investigadores han señalado que la postura del cuerpo es idéntica en todas las fotografías por el rigor mortis. Además, trasladar al difunto con signos de descomposición en un día soleado de julio, debió ser una tarea bastante nauseabunda. Como si esto fuera poco, hay quienes sostienen que el fusil de la barricada no es el de un francotirador, sino un arma utilizada por la infantería. Evidentemente, los fotógrafos utilizaron lo que encontraron para hacer su toma y luego de la sesión de fotos el soldado caído pudo descansar en paz.
Como si fueran naturalezas muertas, cualquier objeto podía ser movido en los inicios de la fotografía bélica. Para Fenton, O’ Sullivan y Gardner fotografiar era componer y el deseo de arreglar los elementos nunca desapareció, aunque estos fuesen balas de cañón o cadáveres descomponiéndose bajo un tórrido sol de verano.