En una charla con el economista Eduardo Levy Yeyati, el escritor y especialista en Educación Santiago Llach habló sobre poesía y analizó la evolución de la cultura literaria en la Argentina.
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- Santiago, cuando uno piensa en su taller literario que, me parece, es el más conocido de los talleres literarios del país, seguramente el mejor, piensa inmediatamente en la literatura del yo y ahí hay varias preguntas que me surgen. El otro día estaba leyendo un viejo reportaje que le hacían creo que Guillermo Saccomanno, donde decía que la literatura del yo era la literatura del neoliberalismo y no lo decía despectivamente. Lo cierto es que hace muchos años que está como de moda o está cada vez más vigente. Y la gente que sale del taller, muchos de ellos, entran en esa línea. ¿Qué me puede decir sobre la literatura del yo hoy? ¿Qué representa y cuánto hay de esto, de que es una suerte de reflejo de un zeitgeist en particular, a diferencia de algo atemporal?
- Bueno, primero que es una categoría problemática la de literatura del yo, porque decir que es algo que existe en los últimos 30 o 40 años sería desconocer la historia de la literatura. La literatura del yo, si querés, empieza con la lírica griega. Pongamos la expresión de los sentimientos y la subjetividad y el trabajo en la propia subjetividad: existe a lo largo de toda la historia. Después, en lo particular, en cuanto a mis talleres, yo a lo que impulso en general es al proceso creativo, a animarse. Creo que si me preguntás qué es el talento, mucho tiene que ver con la valentía, con que no te importe nada a la hora de escribir las consecuencias, no es cierto? Ir al fondo y también con uno mismo y con la propia visión del mundo. Esto no quiere decir que esto después se pueda transformar en una historia de extraterrestres o en un policial.
¿Pero hasta qué punto uno puede eludir la propia visión del mundo? ¿Qué es bueno? ¿Hasta qué punto uno puede ponerse en el punto de vista del otro? ¿Hasta qué punto uno puede trasmitir con profundidad otra subjetividad? La respuesta es puede y no puede. No me parece. Y después, dicho todo esto, sí empezado por Estados Unidos, las Farc y la idea de narraciones, sea de no ficción o de ficción, que incluyen elementos autobiográficos literales, tiene un auge desde hace rato en Estados Unidos. A veces, la literatura se confunde con literatura de personas de clase media que te dan su vidita de clase media. Y sí, está este género, las memorias. Y hoy hay mucha literatura con material autobiográfico. Pero otra vez yo remito a En busca del tiempo perdido. Proust es Yo soy yo.
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- Eso te iba a decir que uno no piensa en cuestiones con carácter biográfico, piensa en Proust o en Philip Roth. Los primeros libros eran su infancia. ¿Qué diferencia hay entre eso y el típico libro de literatura del yo que ahora prolifera mucho más que en esa época? En esa época, era uno entre diez. Ahora hay autores que pura y exclusivamente van recorriendo etapas de su vida de manera autoficcional. Hay una diferencia, hay una evolución, hay una moda.
- Bueno, entre Proust y el resto hay la misma diferencia que entre Messi y el resto.
- Pero dejando de lado la calidad literaria...
- Es que no me parece que haya una diferencia. Simplemente es algo de lo que ningún autor puede prescindir. ¿De qué? ¿Cómo vas a prescindir de tu propia autobiografía? Insisto, aunque escribas un policial, tu mira, aunque construyas una mirada sobre el mundo de un personaje en primera persona o en tercera, que no tenga nada que ver con vos a priori. Prescindir por completo de la propia mirada del mundo. Es un poco ingenuo, casi diría entonces. No veo una diferencia. Si la única diferencia es la calidad.
- Vos, aparte de haber escrito unas hermosas crónicas canallas, sos poeta. ¿En tu producción literaria existe la poesía del yo, tu poesía, la poesía del yo o es otro registro?
- Bueno, soy un expoeta.
- ¿Usabas tu propia memoria o en la poesía se registra de manera distinta?
- No, creo que la poesía está, como te dije antes, en la lírica, en su origen, tiene que ver con la expresión de la propia subjetividad. En mi caso, siempre estuvo presente un tratamiento de la autobiografía bastante oblicuo, bastante extraño. Mi parte de poeta era la parte más de oveja negra. Bohemio y poeta medio hermético. Así que hay un tratamiento no demasiado literal de la autobiografía. Pero lo hay.
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- Paso ahora a tu rol de editor en el taller. Sos un poco editor y sos todavía editor profesional. Has descubierto autores conocidos y, sobre todo, has leído mucho cuando estás años dando clase en un taller y te conocés todos los trucos como un actor que enseña a actuar. ¿Cuando leés ves los ceros y unos de la matriz, leés distinto, ves los trucos, ves los los hilos al escritor, o todavía te sorprende?
- Confieso que me cuesta mucho sorprenderme. He hablado con psicólogos que te dicen lo mismo de la terapia. Ni bien ven llegar al paciente, ya saben lo que lo que hay que decir. Acá es bastante parecido. También hay una cuestión a veces vital, de cierta edad, en la cual es más difícil sorprenderse. Dicho esto, siempre hay pequeñas joyas que te sorprenden y en particular que a mí me entusiasma ahora que también estoy un poco retirado de los talleres de escritura. Bueno, ese momento de un texto que por ahí le faltaba mucho. Pero hay algo que promete y hay que empujar al escritor o escritora a mandarse. Me interesa mucho cómo, en qué momento un texto que te habla de algo que pasó en la semana ves que puede transformarse en un libro.
- ¿Qué hacés ahí? ¿Vas detrás del autor?
- Bueno, a mí me han dicho que soy incluso un poco perverso. Le digo desnudate arriba de la mesa y sienta el culo en la silla, con perdón de la palabra. No le digo “mandate con todo a explorar eso que emerge ahí”
- Con las redes sociales, no me da la sensación de que se lee distinto, que se lee más corto, que se lee más cuento, que se en formatos más breves. Las novelas son novelitas, sobre todo en la Argentina. O vas a Estados Unidos o todavía tenés la gran novela americana. O sea, los libros son más gorditos. ¿Ha cambiado la forma en que se escribe en estos años a raíz de este cambio en la demanda? Porque de alguna forma es un sesgo económico, pero la gente pide otra cosa. ¿Los escritores se adaptan a eso o es una nueva generación que ha nacido con este cambio y los viejos han quedado en offside? ¿Cómo ves esa transformación en el registro?
- Bueno, para usar una metáfora, una frase más prestigiosa que la tuya, que la del offside, está la frase de Nietzsche “los holgazanes de los jardines del saber”. Yo digo que los que empezamos con la literatura en la época predigital vimos los techos y las paredes de esa pequeña casita arrasados por un fenómeno que es muy literario. Las redes sociales son muy literarias, no funcionan los mismos recursos. Es algo que ya existió, los anónimos a lo largo de toda la historia. La literatura sigue funcionando. Solamente que hay una especie de esquizofrenia entre lo digital y el libro que hoy funciona o no funciona. Bueno, ahí volvemos también a esta pregunta típica. Bueno, antes se leía mucho más y ahí lo podemos convertir en pregunta: ¿Antes se leía mucho más?
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- Antes, el registro de eso.
- Antes, la gente iba a comprar libros y a leerlos realmente o siempre fue una cuestión de un nicho.
- Se lee más en otros países, dicen. Tampoco sé muy bien de dónde es la fuente de esa data, pero...
- Leer se lee. Pero leer las redes sociales también es leer y hasta quién sabe si el día de mañana una cuenta de Twitter será considerada literatura. Hoy todavía tal vez no, así que sí, sin duda hay un cambio. Pero también había libros de una especie de diarios que llevaban algunos intelectuales medievales, que eran como fragmentos de textos que se parece a Twitter, si querés. Los antecesores de las redes sociales están en la literatura. Y esa lectura más fragmentaria, a los saltos a través de hipervínculos, también puede rastrearse a lo largo de la historia de la literatura.
- ¿Ahora, dónde deja eso? Porque la alternativa es decir no escribamos más libros, no publiquemos más libros, colguemos los online, usemos un formato líquido. Pero por otro lado, hay una industria literaria, hay gente que se dedica a escribir, hay gente que sueña con vivir de la escritura, por lo menos en parte. Y hay editoriales y vos fuiste creador de dos editoriales, aparte de editor de editoriales grandes. Fuiste creador. Conocés un poco la parte del negocio, la parte infernal del negocio. Porque yo recuerdo hace muchos años, cuando quise armar una editorial con unos amigos, consulté a otra gente del sector y me dijeron ´ni se te ocurra’. Entonces la pregunta es más allá de lo anecdótico, ¿existe un modelo de negocios de la literatura en el sentido de que haya una producción que pueda llamarse profesional o semiprofesional, más allá del tipo que escribe un blog, alguien que viva de eso, que publique, que venda? ¿Si no, de dónde salen las editoriales independientes que están floreciendo en la Argentina? ¿Cuál es el modelo a futuro?
- Bueno, hay un dicho en la industria del libro que es este: ‘Si querés hacer una pequeña fortuna como editor, tenés que heredar una gran fortuna’ , cosa que es verdad incluso en el caso de la gran editorial independiente española catalana Anagrama, que también Jorge Herralde había heredado. Dicho esto, la tarea de la edición, que en algunos casos viene de la mano de una cierta inversión previa y en otras mucho más a pulmón, tiene que ver con la pasión, con la pasión lectora y el punto donde es negocio o no es relativo. Hay editoriales que yo conozco que han logrado con el tiempo que editores vivieran de eso. Después me parece que, inevitablemente, hay algo de que hay otra cosa que mueve a la industria del libro, que es la vanidad.
- Diversas, casi uno siempre tiende a verlo equivocadamente, siempre tiende a verlo como algo amateur, como algo no del escritor profesional.
- Bueno, pero me parece que es una distinción muy híbrida. Me pasa que en los talleres de escritura está el que quiere ser escritor o escritora y está quien va porque los martes a la noche es su día libre de familia, libre de obligaciones, un lugar de placer y no tiene ninguna intención de publicar. ¿Quién ama más a la literatura? ¿Quién le da más a la literatura? O mismo el que va a un taller de lectura y que no quiere publicar. Entonces creo que en el campo artístico siempre hay una mezcla. Siempre. Hoy se habla de las industrias, la industria cultural o demás, y sin duda que hay un movimiento de dinero en ese sentido y es algo probablemente deseable y es algo que para alguna gente funciona. Pero hay otra gente. El público es ese que ama la literatura sin un objetivo ulterior. ¿Entonces, la industria existe en la Argentina? En el mundo anglosajón, realmente hay muchos más autores que viven de la publicación de sus libros.
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- Cuando te escuchaba hablar, me acordaba de una cosa que me ha dicho hace ya 15 años Luis Chitarroni. No entendía por qué le costaba vender a los argentinos afuera de la Argentina. Básicamente se refería a que si uno mira los escritores de habla hispana, tenés mexicanos, colombianos, obviamente muchos españoles, pero los argentinos no eran transables, no eran best sellers. Afuera estaba como obsesionado con esa idea. Yo no sé ahora si eso sigue siendo así. ¿Nosotros tenemos problemas para salir fuera de la Argentina? ¿Tenemos que mudarnos a España o a Frankfurt para para ser oídos afuera o esto está cambiando?
- Bueno, la respuesta, la diste vos. Hoy hay como un boom de un interés muy grande en autoras argentinas encabezadas por Samantha Schweblin y María Enríquez, que es curioso e interesante y que tiene que ver con un género o con una zona genérica que tiene que ver con la literatura que si querés se parece al boom. Y bueno, por H o por B, o sea, por los movimientos feministas, por esto que capturan estas autoras, sin duda lo que tiene de diferente respecto del boom, es que no vende una especie de tropicalismo o de tipicalismo latinoamericano. Me parece que hay algo distinto.
- Pero sacando a esas autoras, vos ves que los argentinos que publican acá, por ejemplo, los argentinos nuevos que vos leíste que son buenos, esos pueden publicar afuera. ¿Los llevan afuera?
- Hay una editorial, Charco, que publica solo latinoamericanos y hay varios argentinos. En general, se da que se traducen autores también. Hay gente que está en España, argentinos o editoras o editores españoles interesados, y yo veo un movimiento. ¿Hay librerías argentinas en España? Varias. Supongo que esto de la migración hacia allá también pesa. Yo últimamente veo un notorio movimiento en ese sentido. Más allá de este fenómeno de las mujeres best seller.
- ¿Cuántos mundiales de escritura ya organizaste?
- Ocho mundiales
- ¿Cuántos compitieron en el último?
- 11.000
- ¿11.000? ¿De muchos países? ¿Y vas a seguir? ¿Cuál es el futuro del Mundial?
Para que sea sustentable, tiene que crecer. Y porque es mi sueño que realmente sea mucho más mundial. El 70% de los jugadores son argentinos. Tenemos pequeñas comunidades en Chile, México, España. Bueno, han ganado muchos extranjeros, notablemente más de la mitad. Y la idea es que mi idea, mi sueño, delirio, quizá es que haya mucho más, incluso que escriban en otros idiomas. Hay, pero pocos.
- Pero pueden escribir en otros idiomas.
- Conseguimos jurados que lean idiomas. Eventualmente, si llegan a la final, se traducen. Ha habido jurados anglosajones y los textos de los diez finalistas se traducían al inglés para esos jurados. Son textos breves. De una página. Pero bueno, creo que es una idea que funciona. Básicamente viene del taller de escritura, donde lo que hay es una mezcla de competencia y solidaridad. Como en tantos otros aspectos de la vida que te impulsa a escribir. Si vos no escribís, perjudicás a tu equipo y te quieren matar. Por lo tanto, es un gran incentivo para esa primera parte del Mundial. Es 1/1, el hábito, la cantidad, la de todos los días. Hay que escribir 3000 caracteres. Ahora, por razones de masividad, bajé la cantidad de días en su origen.
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- Dejé este tema para el final, pero vos sos un fanático del fútbol, o por lo menos te sigo en Twitter y escribís más de fútbol que de literatura o mitad y mitad. Y tenés un libro sobre el fútbol, sobre una campaña de Rosario Central.
- Pues en realidad era sobre cuando Central se fue a la B, que la última vez peleamos tres años antes de ascender y el último año fuimos mucho a la cancha con mi hijo, mi hija y mis parientes economistas que vos conocés, hermano y padre. Entonces es una especie de crónica personal donde narro esos viajes. Junin, Jujuy y todo el conurbano con las calles llamadas Néstor Kirchner y Eva Perón. Así que era como una especie de narración de viajes en busca del ascenso.
- ¿Por qué no seguís escribiendo ficción?
- Cada tanto escribo, pero en orden. En la revista Orsai, publiqué una nota larga, digamos tengo una gran neurosis con la escritura. A mí lo que se me dio fue enseñar a partir de lo que no sé hacer. Soy de los escritores que no escriben.
- Última pregunta; ¿VAR sí o no?
- Creo que son cosas que el día de mañana van a ser increíbles. Pensar que había un furor en contra del VAR y de que la tecnología no podía ayudar a impartir justicia.
- Bueno, Santiago, muchas gracias.
- Bueno, gracias, Eduardo.
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