El Gobierno, el kirchnerismo y los socios de Juntos por el Cambio se pelean en medio de una Argentina donde faltan soluciones para los problemas básicos de una sociedad que se hunde pisada por la inflación galopante. Parece poco importar lo que le ocurre a los demás. Todos piensan en su supervivencia luego de las elecciones presidenciales del año próximo.
En la Casa Rosada hay una fuga de ministros que vuelven a sus territorios para seguir gobernándolos luego de los comicios. Quieren ponerse a salvo de los males que afectan a la administración nacional. El caso más notorio es el de los intendentes del conurbano, cómo Juanchi Zavaleta que volvió a Hurlingham y Jorge Ferraresi que en los próximos días retornará a Avellaneda.
El jefe de Gabinete Juan Manzur ya tiene pensado instalarse de nuevo en Tucumán, durante el verano, al igual que otros funcionarios nacionales que habitan en la provincia de Buenos Aires. Axel Kicillof les pidió a los que quieren volver a sus territorios, como el jefe de Gabinete Martín Insaurralde (Lomás de Zamora), que posterguen esa decisión todo lo puedan.
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En ese escenario, cada vez son más los gobernadores e intendentes que adhieren a la idea de eliminar las PASO, cuyos abanderados son Cristina Kirchner, Máximo Kirchner y Sergio Massa.
Según esa óptica, una interna no haría más que profundizar las divisiones y provocar una fuga de votos que no se pueden dar el lujo de sufrir.
El presidente Alberto Fernández, como parte de su pelea con Cristina, se opone abiertamente a la eliminación de las PASO y muestra sus deseos de ir por la reelección aunque sabe que quizás le asista la razón a Teresa García, la ministra de Gobierno de Kicillof, cuando dice que la sociedad ya le dijo que no a un nuevo período en la Rosada.
El mejor aliado de Fernández es el escaso tiempo que tiene el Congreso para tratar un proyecto que entró en la Cámara de Diputados de la mano de legisladores aliados del Frente de Todos. La prioridad era el Presupuesto y su retraso enturbió todos los planes. Sabe que el Mundial de Qatar, que comenzará el 20 de noviembre, distraerá como ocurre cada cuatro años, la atención de los legisladores. Y en diciembre, por ahora, no piensa incorporar a las sesiones extraordinarias la eliminación de la PASO, con lo cual no habría posibilidad de tratarlo este año como permite la ley.
Por eso plantea una salida negociada: la posibilidad de postergar un mes las internas, pero hacerlas sí o sí.
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La eliminación de las PASO agregaría más leña al fuego de la interna opositora. Sus principales dirigentes se parecen mucho a los que bailaban en la cubierta del Titanic. La irrupción en la interna del PRO, de Mauricio Macri y su aliada Patricia Bullrich, sacaron a la superficie la pelea entre el expresidente y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, quien, hasta no hace mucho tiempo pensaba que no tenía rivales para la candidatura presidencial.
Ese conflicto genera un efecto dominó sobre la Ciudad de Buenos Aires y la Provincia.
Los Macri avanzan en territorio porteño para la candidatura de Jorge, el intendente de Vicente López en licencia, que ahora es jefe de Gabinete.
Martín Losteau se siente perjudicado y ve que no podrá avanzar sin obstáculos en un acuerdo con Larreta. Por eso, amenaza con presentar una candidatura presidencial por el radicalismo. No quiere bajar su sueño de ser el próximo jefe de Gobierno porteño, cosa que no está en la menta de Mauricio Macri y en muchos dirigentes del PRO.
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Las peleas por la presidencia y por la Ciudad en la cúpula del macrismo impiden resolver otra interna, la de la provincia de Buenos Aires, donde Diego Santilli, al igual que Larreta, ve nubarrones en su carrera hacia la gobernación.
Nada está resuelto, en la feroz interna del oficialismo y la oposición. Cómo nada está resuelto en los graves problemas que tienen los argentinos.