Como cualquier otro tema controvertido, la legalización del aborto merece ser considerado, nunca ocultado. Hace al pluralismo democrático y a la responsabilidad ciudadana. Y, en definitiva, son las instituciones de la república, en este caso el Congreso, las que deben terminar laudando. Es legítima también la propuesta de aquellos que, ante un asunto tan conflictivo, que va más allá de la pertenencia partidaria, proponen una consulta popular. Pero hay una pregunta que parece pertinente en las actuales circunstancias que vive el país, golpeado como buena parte del mundo por una pandemia: ¿Es oportuno dirimirlo en estos momentos?
Dejemos de lado el meollo de la cuestión, es decir, si hay vida o no desde el momento de la concepción, pese a que es clave para los que se oponen. La afirmación de que “el país se debe un debate” parece no tomar en cuenta que hace poco más de dos años lo hubo con ocasión del proyecto que remitió Mauricio Macri: se realizaron decenas de audiencias públicas en el Congreso, con la participación de destacados exponentes de ambas posturas. Hubo debates también en el interior. Por no citar las polémicas que tuvieron gran cabida en los medios de comunicación. Pero, tras la aprobación en Diputados, el Senado lo rechazó por siete votos.
// Aborto, una declaración de guerra
Esto no quiere decir que no debe volver a tratarse nunca más. Pero, de nuevo, ¿es oportuno con un sistema sanitario completamente estresado y en medio de una crisis económica y social que nos emparenta con la peor que vivió en país en 2001? ¿Es posible que una cuestión tan delicada se trate en buena medida “a distancia” por los recaudos debido al COVID? ¿Es tan urgente cuando las cifras oficiales no dicen que el aborto sea, ni de lejos, la primera causa de muerte materna, si bien la pérdida de toda vida es muy grave? ¿Es realmente un clamor de las mujeres más pobres? ¿Cuántas van a parar a la cárcel por abortos clandestinos?
El gobierno dice que envió el proyecto al Congreso porque quería cumplir una promesa de campaña. Ahora bien, cuando la hizo no existía la pandemia. Fue una situación que sorprendió al mundo. Además, podría cumplir con otras. Citamos solo una: el aumento a los jubilados. Por otra parte, también dijo en campaña que quería unir a los argentinos y, si hay algo que los divide, es la legalización del aborto. ¿Esto quiere decir que no tiene derecho a presentarlo? No, tiene todo el derecho. ¿Pero ante la necesidad por él mismo proclamada de aunar esfuerzos ante la crisis, ¿es el momento para hacerlo?
Lo cierto es que el proyecto fue presentado y el oficialismo en el Congreso –salvo Cristina Kirchner cuya actitud es un misterio- quiere tratarlo a la brevedad y, en lo posible, aprobarlo rápidamente. Con el fin de contribuir a una debate serio y hacerlo a partir del estudio cuidadoso de su alcance, el doctor en Derecho y profesor de la UCA, Juan Navarro Floria, analizó en un artículo publicado este fin de semana en Clarín el texto enviado por el presidente, que fue redactado por la secretaria de Legal y Técnica de la presidencia, Vilma Ibarra.
Navarro Floria hace tres señalamientos que considera los más controvertidos. En primer lugar, dice que si bien el proyecto establece el límite para abortar en 14 semanas, este podría extenderse sin límite si está en riesgo “la salud integral de la persona gestante”. Precisa que por salud debe entenderse “un estado completo de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedades”. Y completa: “Bastará con invocar una afectación de completo bienestar psíquico o social para tener derecho al aborto”.
// Aborto legal: convocan a una marcha contra el proyecto oficial para el 28 de noviembre
El segundo consiste en que “el proyecto autoriza a las niñas a partir de los 13 años a decidir por sí mismas el aborto presumiendo que cuentan con cuentan con la madurez suficiente”. Finalmente, afirma que el derecho a la objeción de conciencia del personal sanitario “queda severamente limitado porque obliga a los objetores a adoptar todas las medidas necesarias para garantizar el acceso a esa práctica”. Además de que no se la reconoce a las clínicas. ¿Qué harán, por caso, las que pertenecen a congregaciones religiosas?
En fin, no faltan quienes consideran que el hecho de que el presidente haya enviado en este momento el proyecto es una “cortina de humo” para ocultar los graves problemas que tiene el país o para complacer a un sector del electorado en un contexto en el que tiene poco y nada para ofrecer. En tales casos, cabe decir que un tema como la legalización del aborto requiere otras motivaciones para ser tratado. Y, seguro, mejor oportunidad.