A las 14.15 de la Argentina (19.15 en el Vaticano), llegó el anuncio más esperado: el cardenal estadounidense Robert Prevost se convirtió en el nuevo papa León XIV.
Primero, el humo blanco desde la chimenea de la Capilla Sixtina puso fin a dos días de deliberaciones y marcó el inicio de un nuevo capítulo para los 1400 millones de católicos. Más tarde, más de 45.000 personas reunidas frente a la basílica estallaron en aplausos, gritos y lágrimas cuando el flamante pontífice fue anunciado al mundo entero.
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Siguiendo la tradición, el nuevo papa ingresó a la Sala de las Lágrimas, donde se colocó la sotana y preparó la salida al balcón de la logia central para la primera bendición urbi et orbi.

El mundo aguardaba conocer su cara y su discurso inicial como el papa número 267 de la Iglesia Católica. Nadie sabía, hasta entonces, que el elegido era Robert Prevost, ni tampoco el nombre con el que se lo conocerá a partir de hoy: León XIV.
En la cuarta votación, el cónclave de 133 cardenales eligió a Prevost como sucesor de Francisco. Minutos más tarde, el nuevo pontífice se presentó ante los fieles congregados en la Plaza San Pedro. Con las tradicionales palabras “Habemus Papam”, el cardenal Dominique Mamberti anunció el nombre del elegido.

Fue el segundo estallido entre los fieles, tras la aparición de la fumata blanca. Hubo aplausos y gritos, sonrisas y lágrimas. Fue un momento de máxima alegría, de abrazos entre desconocidos, de sentir que el mundo se detenía allí, en ese instante.
“Que la paz esté con todos ustedes”, dijo León XIV, en idioma italiano y con la emoción a flor de piel. Fueron sus primeras palabras. De fondo, los alaridos de la marea de fieles.

Enseguida, el nuevo papa lanzó un “llamado a la paz” a “todos los pueblos”, y pidió a los fieles que fueran “seguidores de Cristo”. “El mal no prevalecerá”, afirmó.
Segundos después, vino la esperada referencia al papa argentino fallecido el 21 de abril. “Todavía conservamos en nuestros oídos esa voz débil pero siempre valiente del papa Francisco que bendecía a Roma”, dijo.

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Y continuó: “El papa daba su bendición al mundo entero esa mañana del Día de Pascua. Dios nos ama a todos. Por lo tanto, sin miedo y unidos, vayamos adelante. Gracias al papa Francisco".
El nuevo líder espiritual enfrentará una Iglesia atravesada por desafíos históricos: los escándalos de abusos, el rol de las mujeres, la resistencia interna al legado de Francisco y el contexto global signado por conflictos bélicos, tensión política y emergencia climática.