Cerveza, agua, gaseosa, champagne y vino. La pizza es el plato perfecto que puede maridar con todo, pero, en los últimos años, creció la tendencia de que cada vez más comensales eligen acompañarla con vinos. Rosados, blancos, tintos y hasta espumantes pueden tener una buena combinación en la mesa.
La moda no es nueva, resurge de una costumbre de la Antigua Roma aunque en la actualidad son los jóvenes quiénes lo eligen en los restaurantes y bares. Es que, tanto la pizza como el vino ofrecen una amplia gama de sabores, desde los más sutiles hasta los más intensos, y al combinarlos pueden deleitar el paladar de una manera muy especial.
Leé también: Es argentino, vive en Los Ángeles, se viste todo de rosa y sus empanadas lo salvaron de la crisis en Hollywood
“Buenos Aires fue famosa por las pizzerías tradicionales que por regla ofrecían cerveza como bebida principal de su carta. Aunque pareció raro cuando empezamos en 2019, la propuesta de juntar el vino con la pizza fue muy exitosa desde el principio ya que es un maridaje prácticamente ‘orgánico’ desde la Roma Antigua: el pan, el vino, el aceite de oliva”, explicó a TN Samara Portela, sommelier de Soler Vino Pizza, un restaurante porteño que impulsó la combinación con más de 300 etiquetas y 40 variedades de pizza a la leña.
Según detalló la experta en vinos, la pizza se puede maridar a la perfección con distintas cepas, ya sean tintos, blancos o naranjos. “Los estilos más pedidos actualmente son los tintos ligeros, que es una elección infalible para disfrutar de nuestras pizzas de estilo romano. También sugerimos acompañarlas con burbujas; por ejemplo, una pizza con anchoas y alcaparras va muy bien con un Pét-Nat”, mencionó.
Igualmente, Portela remarcó que para los indecisos que no saben qué etiqueta elegir para acompañar las pizzas más clásicas como la margarita o caprese, los vinos blancos y naranjos son los grandes “comodines”. En ese sentido, sugirió: “Son vinos muy versátiles que armonizan bien con distintos sabores”.
Vinos orgánicos, ¿los más elegidos por los jóvenes?
En la ciudad de la pizza con cerveza, Soler Vino Pizza vino a patear el tablero con una propuesta innovadora e inexplorada hasta el momento en Buenos Aires, que luego fue replicada en distintas coordenadas de la escena porteña. Los impulsores fueron los más jóvenes que de a poco buscan reivindicar el ritual de sentarse a la mesa a compartir el pan y el vino, pero no cualquier vino, sino el orgánico.
“El vino natural representa un movimiento de resistencia frente a la masificación y homogeneización que generó el vino industrial. El uso excesivo de técnicas invasivas e insumos químicos, como pesticidas, no solo afecta a los viñedos y al suelo, sino también a la salud de las personas. Lo que promovemos es un concepto integral que va más allá de una simple receta o fórmula para elaborar un vino. Es una filosofía que defiende la autenticidad y el respeto por la naturaleza”, explicó la sommelier.
En cuanto al consumo de los vinos orgánicos, que representan cerca del 4% de la producción nacional, la experta mencionó que en su caso cuentan con una selección de vinos que se centra en aquellos que comuniquen con nitidez la personalidad de su productor, su lugar de origen, con un factor en común: que provengan de viñedos saludables (orgánicos o biodinámicos) y sean elaborados con levaduras indígenas, más una cantidad mínima de sulfitos.
“Es cierto que, en un principio, fueron los más jóvenes quienes se interesaron en el concepto de los vinos de baja intervención. En aquel momento, ni siquiera se hablaba del vino natural como una ‘categoría’ en Argentina. Sin embargo, hemos visto cómo cada vez más personas, sin importar su edad, se preocupan por la procedencia y la forma en que se elaboran los alimentos y bebidas que consumen”, cerró Portela.