En el corazón de Chacarita, justo en la esquina de Maure y Córdoba, además de mucho tránsito y un ida y vuelta constante de personas, se hace bien visible la parrilla del barrio que está siempre llena: Maure.
Así, a secas, Maure lleva el nombre de una de las calles que compone esa esquina. Curiosa paradoja: el nombre, a secas; la carne, jugosa. O a punto, pero con garantía de excelente cocción y mejor calidad.
Y otra paradoja, porque al estar en una zona de muchos autos y peatones, no hay nada que ocultar, todo está bien a la vista. A excepción de una cosa, porque hay algo que en su menú esconde la cocina de Maure, su corte de carne “secreto”.
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¿Qué más para ser un lugar irresistible? Una buena calidad combinada con un buen precio. Y esto es toda una estrategia comercial, porque los proveedores de Maure están a la altura de los mejores restaurantes y parrillas de Buenos Aires, aunque con un margen de ganancia distinto.
En Maure no apuntan al turismo ni necesitan ofrecer una imagen más parecida a los espejitos de colores. Por el contrario, calidez y sobriedad se ofrecen tanto como una carta atractiva. Y con un detalle -que tiene que ver con la forma de cocinar la carne- que no es para nada menor: todo se hace en el momento.
Maure, la parrilla que siempre está llena: cuál es su “secreto”
El hecho de cocinar todo en el momento, llevó a los dueños a tomar una decisión: eliminar del menú algunos cortes que, por su tamaño, naturalmente necesitan un mayor tiempo para estar listo.
Por eso, en Maure no se va a encontrar la típica porción de vacío, aunque sí la parte más fina de este corte, como para que el cocinero pueda preparar mejor la cocción del mismo y en tiempo y forma.
Una suerte similar corre la tira de asado, que se presenta a la mesa en banderita de seis costillas. También hay entraña (un corte delicioso que se cocina muy rápido) y un corte sin mucha popularidad y no sin efectividad en cuanto al sabor: arañita.
Pero, claro, lo más intrigante que tiene Maure tiene que ver con su corte secreto o “el secretito”, por el que no se suele dar demasiada pista y se busca dejar que el paladar saque sus propias conclusiones. Éstas, por cierto, suelen ser excelentes.
Se trata de un plato de la casa. Un corte de carne que se sirve en un formato de dos bifes jugosos y que combinan lomo, bife de chorizo y colita de cuadril. Se tiene que comer a punto para que no quede seco. Amantes de la carne bien cocida, abstenerse y pedir otro corte diferente más acorde.
Todos estos platos de parrillas traen su guarnición que pueden ser ensaladas, claro, aunque los puntos que las hacen especiales pasan por otros lados. Hay papas fritas (naturales, lógicamente), cortadas a cuchillo, bien gruesas y con una cocción que las deja doradas y crujientes.
Otros tipos de guarniciones tienen que ver con la batata al plomo o el morrón a la parrilla con un huevo cocinado dentro del mismo hueco del morrón: en ambos casos, por tamaño y contundencia, pueden ser un plato único individual.
Tantos las papas como las batatas o los morrones con huevos también suelen ser pedidos por los clientes como entrada, momento inicial de la cena en el que suelen lucirse las empanadas de carne, las provoletas, los buñuelos de verdura y las tortillas de papas.
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Y, por supuesto, no sería una entrada parrillera sin tener la opción de pedir un chorizo, una morcilla o una porción de chinchulines o de mollejas. Para el final de la comida, no estaría mal hacerse un lugarcito para un postre: hay un poco de todo, aunque el flan va a la vanguardia de los favoritos de la gente.
Una clientela que encuentra a la parrilla Maure abierta todos los días. Entre los lunes y los jueves, solo a la noche (20 a 0 horas) y los viernes, sábados y domingo, también al mediodía (12 a 16).
