Aunque no tiene grandes marquesinas ni imponente entrada, hay un antiguo bodegón en Córdoba al que todos conocen y recomiendan. Se trata de una casa de comidas que abrió hace 31 años un inmigrante francés y es toda una institución en el barrio de Nueva Córdoba por su historia de tradición y sabor.
Se sabe que la decisión de elegir un lugar para ir a comer es una de la que más se debate y analiza. Cuando se discute el tema antes de definir el rumbo uno de los aspectos que más se tiene en cuenta, si no se conoce al restaurante, es “el boca a boca”. Y todos quienes han pasado por “La casa del francés” hablan maravillas del lugar.
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Gilles Thevenet, el famoso francés que le dio nombre al local, llegó a la Argentina para conocer la tierra de su abuelo, que había nacido en Rosario, en 1989. Se enamoró de quien luego sería la madre de su hija y echó raíces en Córdoba. El emprendimiento nació unos años después, en el 94.
En Cannes, su ciudad natal, en el sur de Francia, trabajaba en restaurantes y salones de eventos, así que le pareció que lo mejor era seguir en el rubro que conocía. En ese momento, el padre de un amigo tenía un restaurante en Independencia 508, corazón de Nueva Córdoba, y necesitaba un socio que supiera de gastronomía.

A Gilles le entusiasmó la idea porque le pareció que era muy beneficioso aprovechar un negocio ya instalado y tener un ladero que conociera la zona y tuviera contactos con proveedores. Para él, una gran dificultad era el idioma. Así nació la historia de este bodegón que actualmente funciona al lado de su ubicación original.
Tradición y sabor en un antiguo bodegón: los platos “estrella”
Los platos “estrella” de la casa son los ravioles caseros y las milanesas a la napolitana, pero también reciben muchos elogios el filet de merluza, el matambre al roquefort y el pollo a la plancha. El gusto argentino hace que los cortes asados también tengan un espacio importante en la carta.
Una de las recomendaciones de la casa es el bife de chorizo, que se puede pedir en dos variantes: encebollado o con salsa de hongos de pino. También está la opción del tradicional asado a la parrilla, porque en “La casa del francés” se rinde culto a la tradición argentina.
Como entrada, los mayores elogios en las redes sociales se los lleva la provoleta, que se sirve en las bandejas ovaladas de metal -sello de bodegón-, acompañada de tomate y cebolla. También se destacan las empanadas fritas de carne y la lengua a la vinagreta.

Un dato importante es que no hay que llenarse con la comida, porque este bodegón tiene un postre que no debemos dejar de probar: el flan casero. Es una porción muy generosa que recuerda las delicias hogareñas que hacían nuestras madres o abuelas. Un verdadero manjar.
La ambientación de este bodegón que reúne tradición y sabor es simple pero muy cálida, porque las paredes están cubiertas de fotos de clientes anónimos y famosos. También hay un sector al que denominan “el rincón de los enamorados”, en el que se ven imágenes de parejas besándose o en poses románticas.
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La nostalgia de Gilles también tiene su espacio reservado con afiches o carteles vinculados a Francia; imágenes de Cannes y hasta una bandera enmarcada con luces que decora la entrada, que no es grandilocuente ni ampulosa.
El restaurante está abierto todos los días al mediodía, pero de miércoles a sábados también se puede disfrutar de la cena. Gilles, su dueño, asegura que tienen una clientela muy fiel, pero que llegan nuevos comensales atraídos por la publicidad que le hacen quienes conocen su local.