El paisaje agrícola del NEA y el norte de Santa Fe ofreció una radiografía precisa del estado de los cultivos durante la última semana de octubre, cuando el equipo técnico de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BdC) recorrió 2176 kilómetros para evaluar, en campo, las condiciones que moldean la campaña.
Trigo, girasol y maíz fueron los protagonistas de una recorrida que combinó observación directa, intercambio con referentes locales y validación de datos satelitales, en un contexto donde la disponibilidad hídrica marcó diferencias nítidas entre zonas.
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El itinerario comenzó en Resistencia y avanzó hacia Reconquista, donde la imagen dominante fue la de un trigo mayoritariamente en madurez fisiológica y muchos lotes ya cosechados.
La campaña fina encontró en esta región las lluvias oportunas que permitieron alcanzar niveles cercanos al techo productivo, según explicó el ingeniero agrónomo Dante Blasich, uno de los referentes de la red de colaboradores.
Con espigas bien formadas y granos de buen llenado, los lotes mostraron uniformidad, escaso impacto sanitario y un manejo que combinó fertilización ajustada y control eficiente de malezas.

Una semana para leer el territorio
Junto al trigo apareció otro emblema de la campaña: el girasol. Desde el centro y norte santafesino, el cultivo mostró estadios que iban del botón floral a la plena floración, con plantas de porte equilibrado, capitules bien diferenciados y un estado sanitario que, en su mayoría, no registró presiones significativas de enfermedades de capítulo.
La combinación de humedad adecuada y un invierno con temperaturas moderadas facilitó un crecimiento sin sobresaltos.

Pero el panorama cambió al avanzar hacia los bajos submeridionales. Allí, la transición desde los ambientes más agrícolas hacia zonas de menor actividad productiva dejó ver la falta de avances de la fina y una presencia casi dominante de barbechos.
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El régimen hídrico de la zona no acompañó, y esa limitación quedó expresada en perfiles incompletos, suelos con poca reserva y decisiones de manejo orientadas a esperar mejores condiciones para la gruesa. Los productores locales fueron tajantes: “La situación hídrica no mejoró lo suficiente”, resumieron.

La mejora hídrica comenzó a hacerse evidente al adentrarse en Santiago del Estero, especialmente en el corredor Quimilí-Sachayoj. Allí, la disponibilidad de agua mostró una escalada positiva de sur a norte. El girasol volvió a ganar protagonismo, con lotes que ofrecieron un abanico fenológico que iba desde V2-V3 (dos a tres hojas verdaderas) hasta etapas iniciales de llenado de grano. Este comportamiento permitió observar, en un mismo tramo de la gira, la dinámica completa del cultivo: implantación firme, cierre de surco progresivo, capítulos en expansión y los primeros signos de volcado energético hacia el grano.

En paralelo, la humedad disponible también impactó sobre el desarrollo de malezas en los lotes en barbecho, donde se observaron especies de ciclo primaveral con alta presión.
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Para los técnicos, esta situación refuerza la necesidad de programar controles anticipados y evitar competencias que condicionen la siembra de gruesa.

El trigo santiagueño también mostró una campaña destacada. “Excelente”, definió el ingeniero agrónomo Gabriel Miceli, referente de Sachayoj. Los rendimientos esperados se ubicaron muy por encima del promedio histórico de la zona, favorecidos por lluvias clave durante el llenado y temperaturas moderadas en fases críticas. En un año típico, esa región suele enfrentar limitaciones más marcadas, pero la campaña 2025/26 logró posicionarse como una excepción positiva.
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La recorrida también permitió observar, ya cerca del límite con Chaco, los primeros lotes de maíz temprano, en estados vegetativos avanzados y sin presencia evidente de Dalbulus maidis, la “chicharrita” transmisora del achaparramiento.

La sanidad, al menos en esta etapa, no aparecía como un condicionante, y las plantas mostraron uniformidad en altura y desarrollo radicular adecuado, apuntalado por perfiles con buena humedad.
Hacia el sudoeste chaqueño, la dinámica productiva se volvió más intensa
Zonas como Charata, Las Breñas, Avia Terai y Sáenz Peña exhibieron un auge del girasol que sorprendió incluso a los técnicos: la superficie sembrada volvió a niveles que no se veían desde hacía más de cinco campañas.
Con capítulos de gran diámetro, tallos robustos y una expansión pareja del cultivo, el girasol encontró en esta región un ambiente ideal para expresar su potencial.

El trigo volvió a destacarse en este tramo de la gira. Los rendimientos promediaron 30 quintales por hectárea, con numerosos lotes superando los 45 a 50 qq/ha. Las condiciones invernales, otro factor determinante, acompañaron con bajas amplitudes térmicas y lluvias clave en encañe y espigazón. También se observaron lotes de maíz temprano con estadios desde V5 hasta R1, todos en muy buen estado general.
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Como parte del trabajo técnico, la gira incluyó un muestreo de coberturas del suelo, fundamental para entrenar modelos de clasificación satelital. En total se relevaron 1823 lotes: 28,4% barbechos, 26,8% girasol, 20,9% trigo y 3,7% maíz, además de monte y pasturas. La información será insumo clave para mejorar la precisión de las estimaciones nacionales.

La heterogeneidad del NEA quedó al desnudo: zonas con perfiles completos conviven con ambientes que aún esperan un cambio de ciclo. Pero la gira dejó un mensaje claro: allí donde la lluvia acompañó, la campaña respondió con creces. Allí donde aún falta humedad, la gruesa tendrá la última palabra.


