La articulación entre riego, manejo de efluentes y tecnologías aplicadas al tambo se convirtió en el eje de una jornada que reunió a productores, investigadores y autoridades en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) Manfredi.
El encuentro, organizado junto con la Secretaría de Lechería de la Nación (SLN), dejó una idea central: la eficiencia y la sostenibilidad de los tambos argentinos pueden mejorar de manera sustancial si el agua y los nutrientes se integran de forma estratégica a los sistemas productivos.
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Desde el inicio, el director de Lechería de la Nación, Sebastián Alconada, subrayó la necesidad de achicar las diferencias entre establecimientos mediante políticas que acerquen la tecnología a todos los niveles de escala.
Indico que el riego no solo mejora los márgenes, sino que reduce la vulnerabilidad climática en un negocio “a cielo abierto”. La disponibilidad de financiamiento, sostuvo, será determinante para acelerar ese proceso.

Un encuentro centrado en suelo, recursos y conocimiento
En ese sentido, destacó que las líneas crediticias empiezan a mostrar señales de recuperación. La del Banco Nación duplicó su volumen, mientras que el Banco BICE elevó significativamente los montos disponibles con una tasa competitiva.
La combinación de capital accesible y capacitación, señaló Alconada, constituye la base para impulsar procesos de mejora continua dentro de los tambos.
El anfitrión del encuentro, Aquiles Salinas, director del INTA Manfredi, recordó que este espacio de trabajo surgió hace dos años para integrar riego, efluentes y tecnologías aplicadas al tambo bajo una perspectiva de largo plazo. Con datos generados en la propia estación experimental, aseguró que el impacto del riego en la producción lechera supera ampliamente al registrado en cultivos agrícolas.
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Los números presentados fueron ilustrativos: un tambo puede generar alrededor de Us$10 por cada milímetro de agua aplicada, un valor muy superior al de los sistemas extensivos tradicionales.
Con esa relación, afirmó Salinas, el riego por pivot encuentra pocas justificaciones más sólidas que las que ofrece un sistema lechero intensivo.

El investigador también enfatizó el potencial económico y ambiental de los efluentes, un insumo que durante años se consideró un desecho. La experiencia acumulada en casi una década de ensayos mostró que reemplazan con eficacia a los fertilizantes comerciales, reducen costos y aportan nutrientes clave.
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La dimensión agronómica fue retomada por Nicolás Sosa, técnico de INTA Manfredi, quien detalló que entre el 30 y el 40% de los tambos ya utilizan efluentes con fines productivos.
Aun así, advirtió que su correcta aplicación depende de la infraestructura, el sistema de manejo y el diagnóstico del suelo. Los análisis permiten medir efectos concretos: aumentos en fósforo, materia orgánica y micronutrientes como zinc y cobre, elementos que fortalecen la fertilidad y el rendimiento del forraje.
El intercambio entre especialistas y productores dejó varias conclusiones coincidentes. Una de ellas es que el riego, además de estabilizar la oferta de forraje, amplifica la eficiencia del sistema al garantizar disponibilidad de alimento en momentos críticos.
Otra es que la valorización de los efluentes permite cerrar ciclos, reducir insumos externos y avanzar hacia modelos más sustentables.
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El encuentro en Manfredi reflejó un consenso amplio: la adopción de tecnologías, el acceso a financiamiento y la gestión inteligente del agua serán determinantes para que más tambos logren competitividad en un escenario que exige eficiencia, sustentabilidad y capacidad de adaptación.


