El campo volvió a sonreír en la región núcleo. Luego de un agosto que dejó más de 190 milímetros de lluvia promedio —el registro más alto en 30 años—, los productores lograron completar la siembra de 1,4 millones de hectáreas de maíz temprano, justo a tiempo para evitar que el período crítico coincida con la primera quincena de enero.
El esfuerzo para llegar a esta instancia no fue menor: caminos anegados, lotes saturados y un septiembre incierto que amenazaba con demorar toda la campaña.
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La tregua climática de la primera quincena de octubre fue determinante. “El último fin de semana permitió acelerar el tramo final de la siembra”, señaló el informe de la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).
Con el 62% del área que recibió menos de 40 milímetros en la primera mitad del mes, los lotes pudieron secarse y las sembradoras volvieron a moverse.

Un alivio después de años de incertidumbre
En Corral de Bustos, los técnicos resumieron el ánimo del sector: “Estamos arrancando el temprano bárbaro, como hace muchos años que no pasaba”. En San Gregorio, la historia fue similar: “Fue una pequeña odisea ganarle días a las lluvias, pero se logró completar. Se sembró casi todo lo que se iba a sembrar de temprano”.

No todas las zonas corrieron con la misma suerte. En el norte bonaerense, especialmente en Junín, Lincoln, Los Toldos y 9 de Julio, los excesos hídricos obligaron a reprogramar parte de la siembra hacia fechas tardías.
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“En esas áreas hay muchos lotes con agua; se pasó a maíz tardío y habrá que ver cómo responde el clima”, reconocieron los técnicos.

Trigo: un sueño con sabor a historia
Mientras el maíz cierra una etapa clave, “el trigo se encamina hacia una campaña que podría romper todos los registros recientes". En Aldao, los técnicos hablan de “rindes equivalentes a dos cosechas”. Los cálculos empíricos lo confirman: con 500 a 600 espigas por metro cuadrado, los rendimientos podrían alcanzar 60 quintales por hectárea.
“Estamos hablando de trigos hermosísimos”, afirmaron los técnicos. En el sudeste de Córdoba, en Bigand y en Carlos Pellegrini, se repiten las mismas cifras alentadoras.
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El 85% del área triguera se encuentra en condiciones de muy buenas a excelentes, con apenas un 2% afectado por anegamientos. La amenaza de fusariosis, un temor habitual en campañas húmedas, parece alejarse: “El sol y el viento nos están sacando de encima el riesgo”, señalaron desde Aldao.

Soja: empieza la carrera, pero con malezas en escena
La tercera protagonista de la campaña es la soja de primera, cuya siembra se prepara para iniciar a partir del 20 de octubre. Los perfiles de humedad están cargados y las condiciones son óptimas, pero el gran desafío de este año serán las malezas, en especial yuyo colorado y rama negra, que ganaron terreno tras las lluvias semanales de primavera.
“Las nuevas camadas de malezas se multiplican y a veces no hay oportunidad de llegar a tiempo con los controles”, advirtieron desde Bigand.
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En Aldao, los técnicos reforzaron el mensaje: “Los barbechos con preemergentes son fundamentales. Quienes no los hicieron, hoy enfrentan grandes problemas”.
A pesar de esa preocupación, el ánimo general es de confianza. En palabras de los agrónomos de Corral de Bustos, “hace mucho que no pasaba: la gente está tranquila, llegamos bien con el maíz temprano hecho y ahora vamos por la soja”.

Un cierre de campaña con horizonte despejado
El pronóstico de la BCR anticipa lluvias aisladas hacia el fin de semana y temperaturas que podrían llegar a 35 °C hacia mediados de la próxima semana. Nada que altere el escenario actual: un suelo con buenas reservas y cultivos que responden de manera vigorosa.
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La región núcleo atraviesa, por primera vez en mucho tiempo, un momento donde el clima, la planificación y la tenacidad del productor confluyen para proyectar una campaña de alto potencial. Maíz sembrado a tiempo, trigos de postal y soja lista para arrancar: tres señales de que el corazón agrícola del país volvió a latir con fuerza.