A menos de 200 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires se encuentra Laprida, una pequeña localidad que resguarda un tesoro arquitectónico único en la provincia con increíbles edificios del llamado “arquitecto maldito”. Estas obras monumentales fueron diseñadas por Francisco Salamone, un arquitecto de origen ítalo-argentino, conocido por su audaz y controvertido estilo.
Salamone, cuya obra se desarrolló durante la década de 1930, ha sido apodado como el “arquitecto maldito”, debido a su conexión con regímenes autoritarios y las críticas que recibió su imponente arquitectura. Él fue responsable de la construcción de más de 70 obras públicas en la provincia de Buenos Aires.
Leé también: Cómo es Campo Largo, la ciudad que le rinde culto al hachero
Laprida es una de las ciudades que más se destaca por la presencia de sus creaciones. A menos de dos horas de CABA, este destino es perfecto para quienes desean admirar una arquitectura singular, de estilo Art Decó y neocolonial, que utiliza el hormigón armado de manera innovadora.
Las obras más reconocidas en Laprida incluyen el Palacio Municipal, la Plaza Central, el Matadero y el Cementerio, entre otros. Estos edificios destacan por su monumentalidad y una estética que combina lo moderno con lo funcional, sin dejar de lado detalles de gran riqueza visual. La torre del Palacio Municipal, por ejemplo, se eleva imponente como un faro urbano en la ciudad.
Francisco Salamone nació el 5 de junio de 1897 en Italia y se trasladó a Argentina siendo joven. Su prolífica carrera como arquitecto, especialmente en la provincia de Buenos Aires, lo convirtió en una figura clave del paisaje arquitectónico argentino. Salamone falleció el 8 de agosto de 1959, dejando un legado de obras monumentales que siguen siendo admiradas hasta hoy.
¿Por qué a Francisco Salamone le dicen “el arquitecto maldito”?
La figura de Salamone está estrechamente relacionada con Manuel Fresco, el gobernador de la provincia de Buenos Aires durante el período conocido como la “Década Infame”. Fresco, defensor de un estado fuerte y autoritario, impulsó la creación de obras públicas a gran escala, en las que el arquitecto tuvo un rol protagónico.
Sin embargo, esta relación con el poder le valió a Salamone críticas, ya que su estilo monumental fue interpretado por algunos como una manifestación arquitectónica del fascismo italiano de Benito Mussolini. Manuel Fresco gobernó Buenos Aires entre 1936 y 1940.
Su mandato, aunque polémico, promovió el desarrollo de infraestructura en muchas ciudades del interior, dejando un legado arquitectónico significativo. Fresco buscaba modernizar la provincia y, bajo su gestión, se construyeron cementerios, mataderos y plazas públicas que hoy forman parte del patrimonio cultural bonaerense.
Además de la obra de Salamone, Laprida ofrece otras atracciones para los visitantes. El paisaje rural y las actividades al aire libre hacen de esta ciudad un destino ideal para quienes buscan desconectarse y disfrutar de la tranquilidad que ofrece la región. Las caminatas, la pesca y el avistamiento de aves son solo algunas de las opciones disponibles para los turistas.
Leé también: Cuáles son las 3 playas argentinas más baratas para ir de vacaciones en 2025, según la inteligencia artificial
Para llegar a Laprida desde la Ciudad de Buenos Aires (CABA), se puede tomar la Ruta Nacional 3, que conecta directamente con varias localidades bonaerenses. Desde CABA, el trayecto implica dirigirse hacia el sur por la Ruta 3 y luego continuar por la Ruta Provincial 86 hasta Laprida.
El viaje tiene una duración aproximada de 4 horas en auto, dependiendo del tráfico y las condiciones del camino. También es posible acceder mediante servicios de colectivos que conectan la ciudad con Buenos Aires.
Laprida, con su impresionante legado arquitectónico y su encantador entorno rural, es una excelente opción para una escapada corta desde Buenos Aires. Los edificios de Salamone siguen siendo testigos de una época de esplendor y controversia, atrayendo tanto a aficionados de la historia como a curiosos del arte y la arquitectura.