Hay un lugar en Tierra del Fuego que podría decirse que es su secreto mejor guardado: el Cabo Domingo, a 100 metros sobre el nivel del mar, ofrece una de las mejores vistas del océano Atlántico.
No tan publicitada, esta gran masa de tierra es en realidad un accidente geográfico, en cuya cumbre se ubica el Faro, construido por la Armada en 1933. Está ubicado a aproximadamente 15 km al noroeste del área céntrica de la ciudad de Río Grande, la más poblada de Tierra del Fuego.
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Actualmente, el Cabo es elegido por viajeros y locales para hacer un trekking de media jornada, o simplemente para disfrutar una merienda al aire libre, admirando no sólo la majestuosidad del Atlántico, sino también la fauna local: aves, patos, cormoranes, pingüinos y unos muy particulares lobos marinos.
En el Cabo se puede avistar al auténtico león marino del Sur, cuyos ejemplares masculinos suelen llegar a pesar en la edad adulta, alrededor de 300 kilos. Se reúnen en la Isla de los Lobos, un islote artificial al que se puede llegar caminando cuando la marea está baja. Cuando hay pleamar, el agua sube de manera tal que cubre toda la costa. Hay que esperar que la marea baje y cuando lo hace, recién ahí se puede recorrer pero con el calzado adecuado. Se recomiendan las botas de lluvia y el abrigo debe ser el indicado para soportar fuertes vientos.
El acantilado color ocre guarda en sus entrañas vestigios del asentamiento aborigen selknam, por lo que se trata de un sitio de vital importancia arqueológica y cultural. Alguna vez los selknam caminaron esos mismos senderos y justamente ellos fueron la razón por la que la orden religiosa salesiana fundó en 1893, Nuestra Señora de la Candelaria, un complejo educativo, cultural e histórico que cuenta con una capilla que data de 1899. La pequeña Iglesia está casi intacta desde aquella época y aún guarda objetos de culto, cuadernos escritos por los indígenas, antiguos armonios de fuelle y un cáliz de plata traído por la marea hasta la costa frente a la Misión.
Otro punto elegido es la Reserva Natural Punta Popper que está ubicada frente a la ciudad de Río Grande y ofrece una vista privilegiada. Además, es la zona de alimentación y desplazamiento del pingüino de penacho amarillo, el pinguïno de Magallanes y el petrel gigante del Sur y de otras aves migratorias.
Si tanta naturaleza abre el apetito, nada mejor que un recorrido por el centro de Río Grande, colmado de propuestas gastronómicas para todos los gustos y bolsillos como bodegones, trattorias, parrillas, cafeterías, pizzerías y locales de comida rápida. Las estrellas de todas las cartas de la zona son el salmón, la trucha y los frutos de mar.
Tante Sara, un restaurante ubicado en el centro de la ciudad ofrece una cocina típica argentina, con una destacada cocina de tradición familiar, cuenta con muchas especialidades pero sus imperdibles son platos dulces, cómo tortas y postres.
A tan sólo 450 metros del restaurante se encuentra el Duty Free Shop “Atlántico Sur”. Con sede en Rosales 446, es el lugar ideal para un tour de compras sin impuestos. La tienda, operada por la firma argentina London Supply Group, ofrece productos de primeras marcas nacionales e internacionales en rubros como electrónica, indumentaria, perfumería, bebidas y juguetería.