Hay un pueblo rural que tiene dos grandes atributos que lo convierten en una escapada ideal de fin de semana para quienes viven en el AMBA. Se trata de Azcuénaga, pequeña localidad del partido de San Andrés de Giles, que cuenta con una variada oferta gastronómica y se encuentra a menos de dos horas de la Ciudad de Buenos Aires.
La posibilidad de desconectarse del ruido y del estrés de la ciudad haciendo apenas un centenar de kilómetros es una propuesta por demás atractiva. Y si a la belleza de los paisajes naturales se le suma la posibilidad de degustar exquisitos platos en diversos restoranes, el combo se completa de la mejor manera.
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El nacimiento de Azcuénaga fue muy parecido al de decenas de localidades en medio de la llanura: el avance del ferrocarril, abriéndose paso hacia el noroeste, dio pie a la fundación de este pueblo rural, ubicado muy cerca de San Andrés de Giles, el primero de abril de 1880.
Cuando los destinos de cercanía al AMBA se fueron transformando en puntos de atracción turística con el auge de las escapadas, Azcuénaga encontró su propia veta para ofrecerse como un lugar de interés para los viajeros porteños y del conurbano, muy especialmente.
Entonces empezaron a florecer los locales gastronómicos, con menús de los más variados y apuntando a una ambientación acorde al encantador lugar campestre en el que abundan las casas construidas en los últimos años del siglo XIX y los primeros del siglo XX.
Las casas de comida, en su mayoría ubicadas sobre la calle principal, eligieron entonces un estilo arquitectónico del tipo “bodegón”, con antigüedades, ambientación de época y un toque nostálgico en cada rinconcito del local.
El boca a boca fue la mejor publicidad para estos restoranes y los emprendedores del pequeño pueblo rural pronto comprendieron que debían esperar a centenares de visitantes cada fin de semana.
De la mano de esta explosión turística fueron surgiendo lugares de hospedaje, guías para hacer recorridos turísticos y ferias de artesanos y emprendedores que ofrecen sus productos a los visitantes en la plaza principal.
Las atracciones del pueblo rural a menos de dos horas de CABA
Un lugar de visita obligada es la estación de trenes, ya en desuso pero muy bien conservada. El recorrido por el pueblo incluye la plaza, la antigua Casa Terren, la Capilla Nuestra Señora del Rosario, el club recreativo Apolo, la panadería artesanal, el edificio de la cooperativa eléctrica y fachadas de otras varias casonas centenarias.
Además de sus bellezas naturales, este pueblo de unos 300 habitantes con residencia permanente cuenta con un lugar histórico: la Hacienda Figueroa. Allí tuvieron su último encuentro Juan Manuel de Rosas y el caudillo Facundo Quiroga. Esto ocurrió en 1834, es decir casi medio siglo antes de la fundación de Azcuénaga.
Cuando el tren dejó de pasar, en 1978, el pueblo fue perdiendo a muchos de sus pobladores, como ocurrió con centenares de localidades del interior, pero el auge del turismo de fin de semana lo revitalizó y hoy vive un momento de esplendor.
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Azcuénaga está ubicada en el noreste de la provincia de Buenos Aires, a apenas 110 kilómetros del Obelisco y a tan sólo 11 de San Andrés de Giles. Para llegar en auto desde CABA hay tres alternativas que implican un recorrido de similares distancias.
Se puede ir por ruta 8 hasta Solís y de ahí desviar a Azcuénaga. También está la opción de viajar por la ruta 7 hasta San Andrés de Giles y de allí dirigirse al destino elegido o bien tomar la ruta 9 hasta Los Ceibos y allí empalmar con la ruta 193. Las tres variantes implican un recorrido de poco más de 100 kilómetros y, partiendo desde el Obelisco, el viaje no debería demorar más de dos horas en condiciones de tránsito normales.