Ubicada a orillas del río Paraná, la ciudad de San Nicolás de los Arroyos es un destino ideal para las escapadas de fin de semana, por la cercanía con el centro de Buenos Aires y por la múltiple oferta de actividades para disfrutar. Este verdadero paraíso con humedal, lagunas y mariposas es una opción para aquellos que quieren despejarse y tomar contacto con la naturaleza.
San Nicolás está a 230 kilómetros del Obelisco, y se llega por la Autopista Panamericana y Ruta 9, con un fácil acceso, demandando no más de dos horas y cuarto de viaje, dependiendo del tránsito. Es posible ir solamente a pasar el día y regresar a última hora, teniendo en cuenta su cercanía, o bien se puede optar por quedarse a dormir en San Nicolás, que cuenta con una amplia oferta de hoteles, cabañas, departamentos y casas en alquiler.
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Ya de por sí la ciudad atrae a miles de personas por temas religiosos, dado que adquirió notable fama por la aparición de la Vírgen y por su Santuario. Sin embargo, la localidad no se reduce a ese recorrido vinculado con la fe católica. Todo lo contrario, es un paraíso natural digno de ser visitado y disfrutado con tiempo.
Es un lugar perfecto para conectar con la naturaleza, encontrar paz y dedicarse a escuchar el sonido de los pájaros, maravillarse con las coloridas mariposas en el Parque Rafael de Aguiar y contemplar un paisaje espectacular. En esa reserva natural, con lagunas, pasarelas y enormes espacios verdes con distintas variedades de árboles, se pueden hacer diferentes recorridos, tanto a pie como en bicicletas o autos.
Un lugar en el que las mariposas vuelan alrededor de los visitantes
En una de las lagunas de ese Eco Parque, los amantes del kayakismo y del esquí actuático tienen el espacio para disfrutar de sus pasiones. También se pueden ver a algunos aficionados al SUP (Stand Up Paddle), una divertida disciplina en la que se debe hacer equilibrio sobre unas tablas.
Una de las grandes atracciones del parque es la pasarela flotante que se encuentra en la laguna y permite disfrutar los perfumes y la diversidad de colores existente en la vegetación acuática. Las mariposas se cruzan sobre las cabezas de los visitantes, en vuelos bajos que permiten apreciar su increíble colorido. También se hacen avistajes de las más de 200 aves que se encuentran en la zona.
A pocos kilómetros de la ciudad hay dos hermosas playas en las costas del Paraná. Barranquitas y El Arenal cuentan con todas las comodidas para que un paseo en familia o con amigos tenga los condimentos únicos que aporta el agua, tanto para aquellos que disfrutan la natación como para los que llevan sus motos de agua o lanchas.
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En cuanto a la vegetación, profusa en la zona, se pueden observar ceibos, molles, talas, algarrobos, espinillos, ombúes, sauces criollos, el pastizal pampeano y los arbustos. Muchos de los vistantes pasan horas admirando la altura y colorido de los árboles y tomando fotos para inmortalizar la visita.
Un humedal a los pies de las imponentes barrancas
La fauna es otro gran atractivo nicoleño: hay 14 especies de mamíferos, 13 variedades de anfibio y 12 tipos de reptiles. También llaman la atención de los visitantes los lobitos de río que chapotean en el agua y parecen hacer un show especial para las cámaras de fotos y videos.
Otra de las riquezas visuales del lugar se observa en el fondo del horizonte, donde se yerguen las imponentes barrancas del río Paraná. El muro natural, de casi 20 metros de altura, está recubierto por el espinal chaqueño. En el humedal que se forma ahí, los surcos del río penetran y ofrecen un lugar tranquilo para patos, cisnes, benteveos, horneros y pájaros carpinteros, que deleitan a los visitantes con su piar y colorido.
