Durante la pandemia de Covid-19, mientras el mundo enfrentaba una crisis sanitaria y económica sin precedentes, algunos emprendedores lograron convertir los desafíos en oportunidades de negocios. Tal es el caso de las hermanas alemanas Ulrike Baro y Karin Sartorius, propietarias de una empresa que experimentó un meteórico ascenso en medio del caos global. Hoy, su patrimonio asciende a los US$ 2.500 millones.
Las hermanas alemanas que se enriquecieron durante la pandemia habían comenzado su aventura empresarial muchos años antes, dado que en 1998 heredaron la empresa de su padre, Sartorius AG, dedicada inicialmente a la producción de equipos de laboratorio. Desde sus inicios, apostaron por innovaciones tecnológicas y el desarrollo de soluciones para el sector biomédico, un área que cobraría notable protagonismo durante la pandemia.
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En 2018, las hermanas diversificaron sus operaciones al lanzar una compañía subsidiaria enfocada en el desarrollo de software para la gestión de datos clínicos y logísticos. Esta expansión resultó ser una jugada maestra, ya que les permitió posicionarse como proveedores clave para hospitales y laboratorios cuando el Covid-19 golpeó al mundo.
La llegada de la pandemia en 2020 disparó la demanda de insumos médicos, tecnologías de diagnóstico y plataformas digitales para coordinar esfuerzos sanitarios. Sartorius se destacó por la producción de equipos esenciales como centrifugadoras, filtros de laboratorio y sistemas de bioseguridad. Mientras tanto, Karin Sartorius facilitó la integración de bases de datos clínicas en tiempo real, permitiendo una respuesta más eficiente a la crisis.
Contratos multimillonarios con gobiernos de Europa y Asia
El punto de inflexión llegó cuando ambas empresas firmaron contratos multimillonarios con gobiernos de Europa y Asia, así como con farmacéuticas que lideraban la carrera por desarrollar vacunas. En 2021, se estima que sus ingresos conjuntos crecieron un 400% respecto al año anterior, consolidando a las hermanas como referentes en el sector.
El rápido ascenso de las hermanas también ha suscitado fuertes críticas. Algunos sectores cuestionan los altos precios de sus productos durante la emergencia sanitaria y las acusan de haber aprovechado la desesperación global para maximizar ganancias. Su historia, que es admirada por muchos emprendedores y señalada como modelo de negocios, también genera cuestionamientos sobre los límites éticos del lucro en tiempos de adversidad.
Sin embargo, Ulrike ha defendido su postura en diversas entrevistas, alegando que sus empresas invirtieron millones en investigación y logística para garantizar el suministro de productos críticos. La empresaria hace hincapié en que su empresa, en realidad, ayudó a salvar millones de vidas.
Karin, por su parte, se preocupó en resaltar la transparencia en la gestión de contratos y el impacto positivo de sus herramientas tecnológicas, que según ella salvaron vidas en todo el planeta al optimizar recursos sanitarios.
Con el fin de la pandemia, las hermanas han demostrado que su éxito no fue efímero. Sartorius ha ampliado su cartera de productos hacia el desarrollo de equipos para la producción de energía limpia y tecnologías de reciclaje. Karin Sartorius, por su lado, está incursionando en la inteligencia artificial aplicada a la medicina personalizada.
A través de su fundación “Innovar para un Mañana Mejor”, están financiando proyectos educativos y de salud en comunidades vulnerables de América Latina y África. “Lo ocurrido en la pandemia nos hizo poner en valor el aporte que podemos hacer a un mundo que tiene zonas olvidadas en las que millones de personas están sufriendo”, aseguró Karin.
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En realidad, el creador de lo que hoy en día es un verdadero imperio económico fue el bisabuelo de las visionarias hermanas, Florenz Sartorius, que fundó la empresa en 1870 para fabricar balanzas analíticas para medir pequeñas masas en laboratorios.
En la actualidad, la empresa cuenta con alrededor de 15 mil empleados y según la revista especializada Forbes sus ingresos anuales superan los 5 mil millones de dólares.