Un escritor británico decidió estar tres meses alejado de Internet. Para eso, fue a un local para pedir un celular que no tenga acceso a la red. La prueba fue con intención de contar su experiencia en el libro “Stolen Focus: Why You Can’t Pay Attention And How To Think Deep Again”, que traducido al español sería “Concentración robada: ¿Por qué no podemos prestar atención y cómo volver a pensar en profundidad?
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Johann Hari llevó a cabo el experimento en 2018 y decidió contarlo recién un par de años después. Escribió que la persona que lo había atendido, lo miró extrañado cuando pidió el celular “más viejo” que tuviese. Sus amigos tampoco estaban de acuerdo con esto. Sin embargo, el autor siguió adelante sin hacer caso a lo que pudiesen decir.
El hombre se aisló en un pueblo de Massachusetts. En ese momento, no tenía pareja, hijos ni un trabajo de tiempo completo, lo que facilitó aún más la prueba. Un amigo le prestó una computadora sin conexión a WiFi, para que cuando tenga ganas de conectarse, no pudiera.
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Según palabras de Hari, la primera semana “se sentía en una niebla de descompresión”. El autor se sentaba a tomar cafés y leer libros todos los días. También aseguró que se centraba mucho en sus pensamientos y a veces hablaba con extraños. Contó que se sentía en calma a pesar de la extrañeza de no acceder a las redes.
Sin embargo, afirmó tener pánico cuando pensaba en los correos o mensajes de texto importantes que había ignorado durante todo ese periodo, así como también las tendencias del momento. Muchas veces metía su mano en el bolsillo como si fuera a agarrar el aparato.
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En el libro, escribió que era como si su teléfono o computadora estuviesen gritando como niños con cólicos, pero ahora una niñera cuidaba de ellos. Cada vez que los escuchaba, esos gritos y suciedad desaparecían. En 2021, un reporte del Pew Research arrojó que el 31% de los adultos estadounidenses están conectados a Internet constantemente, mientras que en 2015, el porcentaje era del 21%.