¿Y si la evidencia de vida extraterrestre no estuviera en una señal de radio interestelar ni en biofirmas en marte o algún exoplaneta, sino mucho más cerca de casa?
El profesor Alex Ellery, ingeniero aeroespacial de la Universidad de Carleton (Canadá), sostiene que civilizaciones avanzadas podrían haber enviado sondas autorreplicantes (máquinas capaces de construirse a sí mismas) que ya estarían dando vueltas en nuestro sistema solar.
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La hipótesis no es nueva: apareció por primera vez en 1966, en el libro Theory of Self-Reproducing Automata (Teoría del los autómatas que se autoreproducen). Sin embargo, en una investigación publicada en septiembre de 2025, Ellery propone una forma concreta de buscar estas supuestas evidencias de civilizaciones avanzadas.

En el paper llamado Technosignatures of Self-Replicating Probes in the Solar System (Tecnofirmas de sondas autorreplicantes en el sistema solar), publicado por la prestigiosa Universidad de Cornell, Ellery plantea que los esfuerzos de la comunidad científica deberían enfocarse en detectar las tecnofirmas que esas sondas habrían dejado, en lugar de limitarse a escuchar señales de radio provenientes de otros sistemas estelares, como hace tradicionalmente el programa SETI (Search for Extraterrestrial Intelligence).
Las “sondas de Von Neumann” y una idea que nació hace más de 70 años
El concepto tiene su origen en 1949, cuando el matemático y físico John von Neumann presentó el principio del constructor universal: una máquina capaz de reproducirse a sí misma utilizando materiales disponibles en su entorno. Décadas después, los científicos de SETI imaginaron cómo una civilización avanzada podría usar ese tipo de sondas para explorar la galaxia sin necesidad de enviar tripulaciones.
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Ellery, especialista en robótica y autorreplicación, sostiene en su investigación que el desarrollo de tecnologías como la impresión 3D, la automatización y la inteligencia artificial vuelve ese escenario cada vez más posible. Según explica, si los humanos ya descubrimos cómo crear máquinas autorreplicantes, una civilización más antigua podría haberlo logrado hace millones de años, y algunas de esas sondas podrían seguir activas, acá nomás, en el sistema solar.
“El sistema solar es enorme y en su mayor parte inexplorado”, explicó Ellery en una entrevista con Universe Today. Las sondas, afirmó, podrían ser tan pequeñas que pasen inadvertidas incluso con los instrumentos actuales.
Su hipótesis apunta a posibles escondites: cráteres de la Luna, el Cinturón de Asteroides o el lejano Cinturón de Kuiper, una región repleta de objetos helados en los límites del sistema solar.
Qué buscar y cómo
Si esas sondas existen, deberían haber dejado rastros físicos o químicos detectables. Ellery cree que su comportamiento seguiría un patrón predecible: recolectar materiales de asteroides, establecer bases, replicarse, enviar unidades de reconocimiento y, finalmente, construir estructuras más complejas. Cada una de esas etapas produciría señales observables, o tecnofirmas, como restos de actividad minera o anomalías en la radiación.
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La Luna, por su composición y cercanía, sería el punto ideal para iniciar la búsqueda. Las sondas, plantea, podrían haberla usado como base de operaciones.
Entre las posibles huellas a detectar, el investigador mencionó proporciones inusuales de uranio o torio en el suelo lunar, anomalías magnéticas o rastros isotópicos relacionados con reactores nucleares. Esos indicios podrían provenir de instalaciones energéticas o industriales creadas por máquinas extraterrestres autorreplicantes.
Ellery también planteó una posibilidad más especulativa: que las sondas hayan dejado artefactos enterrados, diseñados para ser descubiertos solo cuando la humanidad alcance cierto nivel de desarrollo tecnológico. Ese “regalo” podría ser una máquina constructora universal, capaz de impulsar a cualquier civilización hacia la colonización de su propio sistema solar.
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Una nueva mirada para SETI
La propuesta de Ellery redefine la búsqueda de inteligencia extraterrestre. En lugar de mirar únicamente hacia los confines de la galaxia, invita a examinar nuestro entorno más cercano. “El sistema solar podría contener más respuestas de las que imaginamos” sostiene el científico en su investigación.
Con el regreso de las misiones lunares y la futura exploración comercial del espacio, su enfoque podría ponerse a prueba pronto. “Si comenzamos a colonizar la Luna y exploramos sus recursos, podríamos encontrar algo más que minerales: podríamos descubrir evidencia de que no estamos solos”, concluyó.



