Hoy, gran parte de nuestra vida e identidad se aloja y vive en la bandeja de entrada de nuestra casilla de correo electrónico. Desde allí manejamos muchísimos aspectos de la cotidianidad, incluso el trabajo y el entretenimiento, a través de mails de confirmación, acceso a aplicaciones, y verificación de contraseñas.
Por eso, cuando alguien logra entrar a tu correo, no solo accede a tus mensajes: obtiene una llave maestra a tu persona digital.
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Así, un atacante puede leer conversaciones privadas, restablecer las claves de tus redes sociales, acceder a billeteras virtuales, o incluso suplantar tu identidad ante tus contactos.

Detectar a tiempo un acceso indebido puede marcar la diferencia entre un susto y una pérdida grave.
Señales de que tu correo puede haber sido hackeado
A veces las señales son obvias, y otras pasan desapercibidas hasta que alguien te avisa que recibe correos raros enviados desde tu dirección.
Estos son algunos de los indicios más frecuentes de que tu cuenta pudo ser comprometida:
- Te llegan avisos de cambio de contraseña o de recuperación de cuenta que vos no pediste.
- Aparecen inicios de sesión desde lugares o dispositivos que no reconocés.
- Encontrás correos enviados que nunca escribiste.
- Faltan mensajes importantes o aparecen otros sospechosos en tu bandeja de entrada.
- Tus contactos te dicen que les llegaron mails o mensajes con enlaces extraños desde tu dirección.
- Y por último, no podés entrar con tu contraseña habitual y necesitás otro método de autenticación.
Muchos servicios, como Gmail, Outlook o Yahoo, permiten revisar la actividad reciente de tu cuenta. Si ves inicios de sesión desde direcciones IP o países desconocidos, es una señal obvia de que alguien más tuvo acceso.
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Qué hacer si descubrís que te hackearon el correo
Si detectás actividad sospechosa, es importante actuar rápido, pero también con cuidado. Estos son los pasos recomendados:
- No cambies la contraseña desde el mismo dispositivo si sospechás que está infectado. Hacelo desde otro equipo seguro.
- Cambiá la clave por una nueva, fuerte y única, que combine letras, números y símbolos. Evitá usarla en otros sitios.
- Activá la verificación en dos pasos (2FA): con este sistema, aunque alguien tenga tu contraseña, no podrá ingresar sin el código que llega a tu celular o aplicación autenticadora.
- Cerrá sesión en todos los dispositivos. La mayoría de los servicios ofrecen la opción “Cerrar sesión en todos lados” o “Administrar dispositivos conectados”.
- Revisá los reenvíos y filtros. Algunos hackers configuran reglas automáticas para reenviar tus correos a otra dirección y espiar tus mensajes sin que lo notes.
- Actualizá tus preguntas de seguridad y datos de recuperación.
- Avisá a tus contactos para que ignoren cualquier mensaje sospechoso que puedan recibir en tu nombre.
- Comunicá el incidente al proveedor del servicio, especialmente si perdiste el acceso. Ellos pueden ayudarte a recuperarlo o bloquear el ingreso del atacante.
Si el daño fue grave o el intruso modificó configuraciones internas, puede ser más seguro crear una cuenta nueva y migrar tus datos.
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Cómo suelen hackear los correos
Existen distintas formas en que los ciberdelincuentes y estafadores logran acceso a una cuenta de email, pero la mayoría se apoya en errores de seguridad o descuidos del usuario:
- Phishing o correos falsos: mensajes que imitan a bancos, tiendas o redes sociales y te piden verificar tus datos. Si hacés click en el enlace, terminás entregando tu contraseña.
- Filtraciones de datos: si usás la misma clave en varios servicios y uno de ellos sufre una brecha, los atacantes pueden reutilizar esa información para acceder a tu correo.
- Equipos públicos o compartidos: dejar la sesión abierta en una computadora pública o de otra persona equivale a entregar las llaves de tu vida digital.
- Redes Wi-Fi abiertas o inseguras: conectarte desde un bar o aeropuerto sin una conexión cifrada permite que terceros intercepten tu información.
- Contraseñas débiles: combinaciones simples como 123456, o fechas de nacimiento, equipos de fútbol o nombres de mascotas son las primeras que prueban los atacantes.
- Malware o virus espía: programas que registran tus pulsaciones o capturan credenciales sin que lo notes.
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Cómo protegerte a futuro
Después de recuperar el acceso, la prioridad debe ser blindar tu cuenta para evitar que vuelva a ocurrir. Algunas medidas efectivas:
- Usá un gestor de contraseñas para generar claves seguras y distintas en cada sitio.
- Activá 2FA en todas tus cuentas críticas, como correo, redes sociales y banca online.
- Mantené el sistema operativo y el antivirus actualizados.
- Evitá abrir correos con archivos adjuntos o enlaces sospechosos, incluso si parecen venir de contactos conocidos.
- Revisá cada tanto la actividad reciente de tu cuenta y eliminá accesos de aplicaciones o servicios que ya no usás.



