Mientras el mundo mira con asombro los avances (y polémicas) de Neuralink, China no se queda atrás y ya tiene su propia solución en el campo de los chips cerebrales. Y parece que viene con un plus: son más chiquitos, menos invasivos y tienen la misma sensibilidad que los implantes de la empresa de Elon Musk.
Después de lanzar DeepSeek, la respuesta gratuita a ChaTGPT, el gigante asiático ahora se mete de lleno en el desarrollo de Interfaces Cerebro-Computadora (ICC), una tecnología que permite conectar el cerebro humano con dispositivos electrónicos. Y como ya es costumbre, no solo imita: innova.
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Según un estudio publicado en la revista Nature, investigadores chinos desarrollaron un nuevo chip cerebral que ofrece el mismo nivel de sensibilidad que Neuralink, pero con una diferencia clave: requiere menos sensores, es más pequeño y menos invasivo.

El dispositivo fue desarrollado por la empresa de tecnología médica StairMed, con sede en Shanghái, y se basa en la colocación de apenas ocho sondas en la membrana más externa del cerebro. Esta estrategia reduce el riesgo quirúrgico, sin comprometer la capacidad de captar señales cerebrales útiles.
Uno de los dispositivos ya implantados, llamado NEO, logró restaurar el movimiento de la mano de una persona con parálisis mediante un guante neumático. El primer paciente tratado con este implante, en octubre de 2023, tras más de 20 meses de uso, ya puede comer y beber por sí mismo.
Aunque la resolución del dispositivo no alcanza el nivel de precisión de los implantes más profundos, como los que usa Neuralink para leer neuronas individuales, su diseño mínimamente invasivo permite un uso más duradero y con menos riesgos, ideal para tareas motoras simples.
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Chips más inteligentes y eficientes
Un avance clave del sistema chino está en el uso de chips neuromórficos, que imitan el modo en que el cerebro procesa información. Estos circuitos, a diferencia de los chips de silicio tradicionales, consumen menos energía, procesan datos más rápido y permiten reducir el tamaño del implante al integrarse directamente con las sondas.
En otro experimento destacado, neurocirujanos en Shanghái implantaron un dispositivo con 256 sondas sobre la corteza cerebral de una mujer con epilepsia. Tras solo dos semanas de práctica, la paciente logró usar redes sociales y manejar una silla de ruedas utilizando únicamente el pensamiento.
Además, el mismo equipo logró que otra mujer con un tumor cerebral en la zona del lenguaje pudiera comunicarse en mandarín a una velocidad de 50 palabras por minuto con un retardo de apenas 100 milisegundos, un hito inédito en la decodificación en tiempo real de este idioma.
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Según lo publicado en Nature, China catalogó el desarrollo de interfaces cerebro-computadora como una prioridad nacional, y las agencias gubernamentales ya están invirtiendo agresivamente en este campo. Con una vasta población, infraestructura médica y talento en ingeniería, el gigante asiático busca aprovechar esta ventajas para escalar sus tecnologías y aplicarlas en contextos reales.