Pensar en el final del universo puede parecer una cuestión filosófica o de ciencia ficción. Sin embargo, un grupo de científicos europeos acaba de ponerle fecha, y no es tan lejana como se creía, al menos en términos cósmicos.
Un nuevo estudio publicado por investigadores de la Universidad Radboud, en Países Bajos, asegura que el apagón definitivo del cosmos llegará mucho antes de lo que estimaban las teorías anteriores.
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Según los cálculos de los científicos, dentro de unos 10⁷⁸ años, es decir, un uno seguido de 78 ceros, ya no quedará ningún rastro de materia activa en el cosmos.
Pero aunque este número sigue siendo inimaginablemente grande, representa un adelanto dramático respecto a las proyecciones anteriores, que extendían la vida del universo hasta 10¹¹⁰⁰ años. La diferencia entre ambas cifras equivale, en cierto modo, a decir que el universo podría morir joven para los estándares de la eternidad.
Esta nueva estimación se basa en una idea sorprendente: que no solo los agujeros negros, sino también otros cuerpos densos como las estrellas de neutrones, podrían desintegrarse lentamente debido a un fenómeno similar al que propuso Stephen Hawking en los años 70: según la famosa teoría del físico, cosmólogo y divulgador científico, los agujeros negros emiten una radiación que los hace perder masa poco a poco, hasta desaparecer por completo.
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Los científicos neerlandeses retomaron esa idea y la aplicaron a otros objetos cósmicos. Así, descubrieron que, debido a su densidad extrema, las estrellas de neutrones también podrían evaporarse con el tiempo, a un ritmo comparable al de los agujeros negros.
Más allá de lo inquietante que pueda parecer esta proyección, la investigación tuvo el objetivo de profundizar en uno de los mayores misterios de la física moderna: la relación entre gravedad, mecánica cuántica y el destino del cosmos.
