¿Comerías un cíborg cuando tengas antojo de algo dulce? Sí, es descabellado. Sin embargo, aquella es la propuesta —en términos amplios— de un grupo de científicos y pasteleros que se unieron para crear la primera torta robótica que, por cierto, es comestible. La colaboración entre el Instituto Federal Suizo de Tecnología en Lausana (EPFL) y el Instituto Italiano de Tecnología (IIT) es más que una curiosidad: ellos aseguran que estas investigaciones permitirán avances en áreas como la medicina, la industria alimenticia y el cuidado medioambiental.
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RoboCake —así se llama el pastel— será presentado en sociedad el 6 de junio en la Expo Mundial de Osaka, donde los asistentes podrán probar una porción. Los más afortunados se llevarán la frutilla del postre: los dos ositos que coronan la torta, que gracias a baterías comestibles se mueven en forma autónoma como dos pequeños robots.
La receta de RoboCake: los retos de integrar la tecnología en la lista de ingredientes
¿Cómo surgió la idea de combinar robótica y gastronomía? En diálogo con TN Tecno, Antonin Soussan, director de Desarrollo de Proyectos del Instituto de Nutrición de la EHL, una escuela de gestión hotelera en Suiza, cuenta que el IIT y el EPFL ya habían creado prototipos de baterías recargables comestibles, un desarrollo que conocimos anteriormente en esta publicación, además de ositos gelatinosos robóticos, y que les pareció interesante crear un modo para unir esas dos innovaciones.

“Visitamos el laboratorio de la EPFL para ver sus desarrollos. No recuerdo quién propuso el pastel de bodas, pero a todos les encantó la idea, ya que simboliza a la perfección la unión entre la robótica y la gastronomía. El proceso duró aproximadamente un año, desde el primer correo electrónico hasta la inauguración de la exposición”, dice Soussan.
- ¿Qué tan relevante ha sido el trabajo multidisciplinario?
- Fundamental. Fue un placer experimentarlo trabajando con investigadores del IIT y la EPFL. La esencia de nuestra labor es fusionar gastronomía y ciencia. Una vez que el IIT y la EPFL nos presentaron sus increíbles descubrimientos, tuvimos que integrar a los departamentos de pastelería, química y desarrollo de producto en cada etapa de la creación del pastel. Empezamos a comprender la tecnología subyacente y, especialmente, las necesidades funcionales de los ingredientes.

- ¿Debieron adaptar algunos ingredientes en la receta?
- Nos presentaron el osito de gelatina y la batería, que en aquel momento no eran aptos para el consumo. Nuestro químico comenzó sustituyendo los ingredientes por otros comestibles, manteniendo las mismas propiedades. En nuestro caso, la formulación de la gelatina del osito y la carcasa de la batería, de cera de abeja y chocolate. Una vez completado este paso, la colaboración entre los departamentos de pastelería y desarrollo de producto continuó para encontrar las soluciones adecuadas para implementar los cambios, integrando el sabor y resolviendo los retos asociados a esta torta, como la incorporación de un sistema de manga pastelera para el osito, además de un pastel transportable y estable.
Una torta cíborg: ¿cuáles son sus componentes robóticos?
“RoboCake tiene en su parte superior con dos osos de gelatina completamente comestibles que pueden mover los brazos y la cabeza. Un sistema neumático independiente, no comestible, alojado en el interior del pastel, permite el movimiento mediante la presurización de los robots”, detalla Mario Caironi, investigador principal y estudiante de doctorado de Valerio Galli, en el IIT.
“También incorpora baterías, que son aptas para el consumo, ya que están hechas de una capa de chocolate que contiene quercetina, riboflavina, carbono comestible, nori y oro comestible. Por su parte, las baterías alimentan las velas LED decorativas no comestibles”, explica.
Consultado acerca de los próximos pasos en la investigación, Caironi señala: “Creemos que existen diversas oportunidades en la alimentación robótica, tanto para ofrecer nuevas herramientas atractivas a los chefs para experiencias culinarias creativas, como para permitir la aparición de tecnologías que podrían ser útiles contra los trastornos del apetito y promover hábitos alimenticios saludables, por ejemplo, contra los atracones”.

Y cierra: “También nos esforzamos por mejorar los componentes de los robots comestibles interactivos, integrando sensores y capacidades computacionales que interactúen con el entorno y reaccionen a estímulos externos, y para desarrollar baterías con mayor capacidad de almacenamiento de energía que permitan el funcionamiento de funciones más complejas”.
Las aplicaciones de la robótica comestible y ¿una nueva forma de comer?
“La idea de crear robots comestibles o alimentos que se comporten como robots puede parecer extraña, pero es un verdadero reto que la comunidad científica está abordando”, mencionan en un comunicado las instituciones involucradas en este desarrollo.

¿Cuáles son los usos de estos avances, en el mundo real? “Esta fusión ofrece numerosas ventajas, especialmente en cuanto a la limitación de los residuos electrónicos y alimentarios”, comenta Darío Floreano, jefe del Laboratorio de Sistemas Inteligencias de la EPFL y coordinador del proyecto.
“Los robots comestibles podrían utilizarse para entregar alimentos a zonas en peligro, administrar medicamentos de forma innovadora a personas con dificultad para tragar o a animales, o incluso para monitorizar los alimentos y su frescura mediante sensores que se pueden comer”, agrega.
Por lo demás, ¿también abre las puertas a nuevas experiencias gastronómicas? Al respecto, concluye Soussan: “El mundo de la gastronomía es altamente innovador y busca constantemente nuevas experiencias para sus comensales. Ahora bien, este proyecto va más allá de la experiencia: la comida también puede tener un impacto positivo. Este es el caso de las aplicaciones médicas o de emergencia”.
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La idea de RoboCake se da en el marco del proyecto RoboFood, una investigación de cuatro años con un presupuesto de 3,5 millones de euros, financiado por la Unión Europea. Reúne a científicos de la EPFL, el IIT, la Universidad de Bristol y la Universidad de Wageningen.