La era de la inteligencia artificial desencadenó un debate intenso sobre el futuro del empleo. Con los impresionantes avances de las herramientas con IA y la aparición de los agentes autónomos, mucha gente se pregunta si llegará el día en el que los robots y las máquinas inteligentes nos quiten el trabajo a todos.
Sin embargo, esta preocupación se basa en una visión simplista de cómo la tecnología interactúa con el mercado laboral. La realidad es más compleja y prometedora: la IA no está diseñada para reemplazar a los trabajadores, sino para optimizar procesos, liberar a los profesionales de tareas rutinarias y permitirles centrarse en actividades que requieren análisis crítico y creatividad.
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“Lejos de ser una amenaza, estas tecnologías potencian el desempeño humano” aseguró Eduardo Laens, docente secundario, universitario y CEO de Varegos. “Las herramientas de IA generativas no vienen a desplazar a los trabajadores, sino a asistirlos para aumentar su eficiencia y productividad”, agregó.

La automatización de tareas repetitivas es un aspecto clave de la IA en el trabajo. Esto significa que aquellos empleados cuyo único aporte es realizar tareas como copiar datos sí están en riesgo de ser reemplazados por la automatización. Sin embargo, la incorporación de la IA en los equipos laborales implica una redistribución inteligente de las responsabilidades, ya que permite a los trabajadores ocupar roles más especializados y aportar valor mediante habilidades netamente humanas.
“La transformación tecnológica plantea un nuevo paradigma en la formación y el desarrollo profesional”, afirmó Laens a TN Tecno. “Cada salto evolutivo de la tecnología, desde la revolución industrial hasta nuestros días, ha planteado el mismo desafío actual: adaptarnos para convertirnos en versiones más avanzadas de nuestra carrera profesional”, expresó el experto.
De esa manera, los talentos de las organizaciones tienen por delante el desafío de, no solo comprender las nuevas tecnologías, sino también de cultivar competencias que los diferencien claramente de las máquinas, como el pensamiento crítico, la inteligencia emocional, el liderazgo, la capacidad colaborativa y la flexibilidad ante los cambios constantes. “Las organizaciones que mejor se adapten serán aquellas que promuevan la educación continua y apoyen activamente el desarrollo del talento interno, no solo la innovación tecnológica de sus procesos”, aseguró Laens.
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El potencial de los agentes de IA y la intervención humana
Es importante destacar que, si bien los agentes de IA tienen un gran potencial, su funcionamiento efectivo depende esencialmente de la intervención humana. “Los profesionales serán quienes definan los objetivos, interpreten los resultados obtenidos por la inteligencia artificial y apliquen estos aprendizajes en contextos específicos, ajustando permanentemente los criterios según sus necesidades”, dijo Laens.
Esto destaca la sinergia entre humanos y máquinas, donde la clave del éxito laboral del futuro radica en integrar con sabiduría y visión estratégica lo mejor de ambos mundos: el poder de la tecnología y el talento insustituible de las personas.
Así, las empresas que implementen agentes de inteligencia artificial de esta manera podrán navegar por esa dinámica colaborativa y potenciarla al máximo. “Las organizaciones que crean que el valor diferencial radica no en la tecnología por sí misma, sino en cómo sus talentos, los verdaderos expertos de sus procesos organizacionales, la aprovechan para innovar, diferenciarse y lograr ventajas competitivas en sus mercados, serán las que tengan éxito”
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Por otro lado, la IA también plantea desafíos éticos y sociales importantes. La automatización puede generar desigualdades si no se implementa de manera equitativa, y es crucial que las políticas públicas y las estrategias empresariales aborden estos temas. Si se gestiona adecuadamente, la IA puede ser una herramienta poderosa para reducir la brecha laboral y mejorar las condiciones de trabajo en general.
En definitiva, el futuro del trabajo no augura una lucha entre humanos y máquinas, sino una colaboración enriquecedora. “La inteligencia artificial representa una oportunidad excepcional para potenciar el capital humano, y es precisamente la capacidad analítica, crítica y creativa de las personas la que seguirá marcando la diferencia”, finalizó Laens.