Los cables con conexión USB-C transformaron para mejor la manera en que cargamos los dispositivos y transferimos datos. Su diseño reversible, facilidad de uso, comodidad y su capacidad para ofrecer velocidades de carga y transferencia impresionantes, lo convirtieron en el estándar de la industria.
Sin embargo, no todos los cables de este tipo son iguales, y elegir uno de mala calidad puede resultar en daños irreparables a los dispositivos o incluso en accidentes.
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Uno de los principales errores es optar por marcas poco conocidas o cables genéricos sin garantía, que se consiguen por plataformas de comercio electrónico del exterior o en negocios de dudosa legitimidad.
Si bien pueden parecer económicos, estos cables a menudo carecen de los estándares de calidad necesarios para garantizar la seguridad.
Un buen cable USB-C incluye sistemas de protección que evitan sobrecargas y cortocircuitos para proteger tus dispositivos. Marcas reconocidas como Anker, Belkin, Apple, JSAUX y Microsoft son opciones más seguras que ofrecen garantía de calidad.
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A pesar de que los cables USB-C a USB-A (los que tienen un tipo de conexión en una punta y el otro en la otra) todavía sirven, especialmente para conectar dispositivos más antiguos, no son la mejor opción si buscás un rendimiento óptimo y son peligrosos para la salud de los equipos.
Por el contrario, los cables USB-C a USB-C modernos pueden manejar hasta 240 W de carga y velocidades de transferencia de hasta 40 Gbps. Esto los convierte en una opción mucho más eficiente y segura. Además, suelen estar fabricados con materiales de mejor calidad y tienen, por ende, mayor durabilidad.
Tres claves para comprar cables USB seguros
1. Invertí en cables Thunderbolt o USB4
Si tenés la posibilidad, considerá comprar cables con certificación Thunderbolt (3, 4 o 5) o USB4, ya que no solo ofrecen velocidades superiores, sino que también poseen estándares más estrictos que minimizan el riesgo de fallos.
No todos los dispositivos requieren estas especificaciones avanzadas, elegir este tipo de cable es una excelente manera de asegurar el rendimiento y funcionamiento a largo plazo.
2. El peso importa
Puede parecer raro, pero el peso de un cable USB-C puede ser un indicador de su calidad. Los cables más pesados suelen estar fabricados con un calibre de cobre más grueso. Esta característica mejora tanto la señal como la durabilidad.
Por ejemplo, un cable económico puede pesar unos 38 gramos, mientras que uno de mejor calidad llega a los 80-90 gramos. Aunque no siempre podrás pesar un cable antes de comprarlo en internet, en las especificaciones del producto podés encontrar este dato.
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3. Evitá adaptadores magnéticos y cables antiguos
Los adaptadores magnéticos pueden parecer convenientes, pero muchos modelos no están diseñados para evitar problemas como cortocircuitos. Es mejor evitar estas opciones.
Es fundamental descartar el uso de cables USB-C antiguos: los primeros modelos eran propensos a fallos, podían suministrar demasiada energía y calentaban mucho, lo cual podía dañar tus dispositivos o incluso causar incendios.