El Dr. Avi Loeb, astrofísico de Harvard, afirmó tener nuevas pruebas de la existencia de tecnología extraterrestre. Según él, en junio pasado, extrajo del Océano Pacífico cientos de pequeñas esferas metálicas que se originaron a partir de un objeto del tamaño de una sandía, que cayó en la Tierra en 2014.
La aventura de Loeb se remonta diez años atrás, en una expedición a Papúa Nueva Guinea, donde aseguró haber recuperado 805 de estos restos alienígenas de una ubicación provista por datos del Departamento de Defensa de Estados Unidos.
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Entre los objetos incautados, se determinó que diez de ellos contenían metales raros, lo que incrementó la especulación sobre su procedencia extraterrestre.
Loeb afirmó que luego de una exhaustiva búsqueda de restos del supuesto choque de la nave espacial en la superficie, se hundió en el fondo del océano, donde yacían los restos que podrían tener un origen tecnológico extraterrestre.
“Este descubrimiento plantea la posibilidad de que se trate de un meteorito parecido a un Voyager, fabricado artificialmente por otra civilización”, dijo el astrofísico.
Sin embargo, el Dr. Loeb fue acusado por sus colegas de especulación y sensacionalismo. En particular, Benjamin Fernando, sismólogo planetario de la Universidad Johns Hopkins, lideró un equipo que concluyó que los objetos encontrados no constituían prueba fehaciente de origen extraterrestre.
A pesar de las críticas, Loeb fundó el Proyecto Galileo en Harvard, que utiliza un observatorio para buscar vida extraterrestre y analizar los hallazgos utilizando aprendizaje automático e inteligencia artificial.
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Además, el científico defiende la necesidad de construir más observatorios para ampliar la investigación de objetos cercanos a la Tierra, ya que los astrónomos suelen enfocarse en objetos distantes: “El mejor enfoque es hacer el trabajo científico de construir observatorios que miren hacia fuera y comprueben cuál es el origen de los objetos voladores no identificados Y si resulta que son pájaros, o aviones, o globos chinos, que así sea. Después podemos seguir adelante. Pero tenemos que averiguarlo, es nuestro deber civil como científicos”.
“El universo es tan vasto que, en lugar de seguir diciéndonos a nosotros mismos que no hay nada como nosotros, deberíamos buscarlo”, agregó Loeb. Y concluyó: “No les importamos a los aliens porque existimos en la Tierra solo desde hace unos pocos millones de años. Y ellos empezaron el viaje probablemente hace miles de millones de años”.
