“Vengo a escriturar la compra del Sol”. Parece un absurdo. Sin embargo, Ángeles Durán soltó una frase de esa índole cuando en el 2010 se presentó en una escribanía en Madrid para asentar su dominio sobre la gran estrella. Fotografías la muestran sosteniendo el acta frente a cámara. En ellas, la nacida en Vigo lleva puestas gafas oscuras que le permiten apreciar sin encandilamiento la esfera que, asegura, es de su propiedad.
“Si volviese a nacer, volvería a declararme dueña del Sol”, dijo a La Voz de Galicia. Su biografía abunda en excentricidades. También registró el grito de Tarzán y la partitura musical más larga de la que se tiene noticia. Consolidada como una figura extravagante, la psicóloga y experta en leyes participó en un reality show de cocina en Italia, país en el que ahora reside. Pero su plan solar es aquel que la condujo a la fama. Y también a ser el centro de las críticas.
“Soy la dueña del Sol”: ¿puro bluf o plan sesudo?
En una de sus tantas apariciones mediáticas, Durán recordó el caso de Dennis Hope, el hombre que en la década del 80′ dijo ser el amo y señor de la Luna, afirmando su soberanía sobre el satélite. “No esperaba que le den tanta importancia a lo que hice. Lo de Hope no tuvo esta misma repercusión. A lo mejor, es porque al tratarse de un estadounidense, está más normalizado”, comentó.
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Igual que el empresario que vendió terrenos de la Luna —las crónicas cuentan que algunas celebridades fueron compradores, entre ellos Tom Hanks y Mick Jagger—, la movida de Durán y “su Sol” es más una apiolada que una chifladura. Tanto el norteamericano como la viguesa encontraron un vacío legal. “Estaba y estoy tranquila porque sé lo que hago. Obré con conocimiento de causa”, observó la mujer, que además es admiradora de Lady Di y ha escrito libros sobre la familia real británica.
En el acta notarial se lee: “Propietaria del Sol, estrella de tipo espectral G2, que se encuentra en el centro del Sistema Solar”. La referencia fundamental en este examen es el Tratado del Espacio Exterior, que se estableció en el año 1967, cuando la carrera espacial aceleraba a toda máquina y las potencias mundiales competían por llegar antes que sus pares a la Luna.
El segundo artículo de aquel tratado habla de la “no apropiación nacional del espacio extraterrestre”. Es decir, ningún país puede plantar bandera en una región cósmica y decir “esto es mío porque llegué antes que cualquier otro”. Sin embargo, la normativa no prohíbe la explotación de los recursos naturales más allá de la Tierra, una variable que, según hemos visto, afila los colmillos de muchos en el sustancioso negocio de la minería espacial.
Ángeles Durán vendió terrenos en el Sol en plataformas de comercio electrónico
La mencionada normativa elaborada hace más de medio siglo habla de gobiernos, no de individuos. Tomando provecho de ese hueco en la legislación, la española escrituró y pronto puso a la venta algunas parcelas del Sol en eBay, cada una de 1 metro cuadrado. Si bien concretó algunas transacciones —una ganga, a 1 euro cada una— la plataforma de e-commerce cerró su perfil alegando violaciones a las normas del sitio, al redituar con bienes intangibles. La emprendedora presentó una demanda contra esa firma, pero la justicia española le dio la espalda en 2016 al señalar que el astro caliente no puede ser objeto de transacciones comerciales.
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Hacia el año 2015, Durán protagonizó otra noticia curiosa. Un grupo de personas acreditó su propiedad: “Sí, ella es la dueña del Sol”, dijeron. Pero aquel reconocimiento no fue complaciente, sino belicoso: la demandaron por los daños que ocasionan los rayos solares en la piel. La queja judicial no prosperó, y la española arremetió en 2021 cuando pretendió cobrar un impuesto a las personas, compañías y gobiernos que tomen provecho de los beneficios que ofrece la gran estrella.
“Conozco la ley y respaldé mi reclamo legalmente. Lo hice yo, pero cualquiera pudo haberlo hecho. Simplemente, a mí se me ocurrió primero. Cuando tienes una propiedad, tiene sentido hacer uso de ella. Las empresas eléctricas se benefician de los ríos, que son de todos, así que espero aprovechar el Sol”, dijo la siempre singular Durán, según recogió Clarín.
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Pletórico de rarezas, el caso de Ángeles Durán, la “dueña” del Sol, podría conducir a la consideración de nuevas regulaciones que aborden la propiedad sobre los objetos celestes. Tal como nota el sitio Excelsior, esta historia es un recordatorio de los desafíos legales y éticos relacionados a nuestra relación con el espacio.
La minería espacial puede servir de guía en este debate
Lo que acá escasea, abunda más allá de nuestra atmósfera. Tal es el lema de una movida que procura la detección y explotación de recursos extraterrestres. Es un negocio que promete millones en ganancias, y que según especialistas es clave para el futuro de la humanidad. Ahora bien, también en ese ámbito, cabe la pregunta: ¿quién es el dueño de los elementos que flotan en el espacio?
Según notaron expertos en la materia, “los minerales espaciales son ‘cosa de nadie’ y ofrecen beneficios para todos”. Esa lógica también le cabe al Sol de Durán y a la Luna de Hope: no son de su propiedad y no pueden tratarlos como bienes comerciables. Cualquiera en el mundo puede tomar provecho de sus encantos, a pesar de no contar con un título de propiedad.