Primero fueron los teléfonos. Después llegaron los relojes, las heladeras, las aspiradoras, los autos y hasta las casas. Todo está conectado a Internet lo que profundiza la tendencia conocida como IoT (Internet of Things o Internet de las cosas). Pero claro, los dispositivos conectados tienen sus riesgos y los hackers siempre están atentos a nuevas oportunidades.
El casino de un hotel de Londres tiene una pecera, equipada con un termostato conectado a Internet para regular la temperatura del agua de manera automática. El problema es que un pirata informático logró entrar a ese dispositivo para después acceder a una base de datos de los selectos clientes que frecuentan este lugar.
Según reportó Business Insider, la noticia la confirmó la CEO de una firma de seguridad, Nicole Eagan. "Los atacantes usaron la pecera para entrar en la red. Encontraron la base de datos, la extrajeron de la red por el termostato y después la subieron a la nube", explicó Eagan.
El truco utilizado por los hackers no es tan novedoso. Robert Hannigan, ex director de la agencia de espionaje digital del gobierno británico, afirmó que los ataques a dispositivos IoT representan una preocupación creciente para las compañías y agregó: “vi cómo un banco fue víctima de un ataque a través de sus cámaras CCTV” al tiempo que explicó también que esto se debe “a que esta clase de dispositivos (las cámaras) se compran exclusivamente teniendo en cuenta el precio".
El riesgo de estar conectado
Internet de las Cosas tiene grandes ventajas: automatización de procesos -para que en este caso el agua de la pecera se regule sola o una aspiradora se ponga a limpiar todos los días a la misma hora-, acceso remoto a dispositivos o información en tiempo real para poder ver qué tenemos en la heladera mientras hacemos las compras en el supermercado.
Pero el acceso a Internet siempre tiene sus riesgos. Además de los amigos de lo ajeno que puedan acceder a una red que no está del todo protegida, también vamos a depender de la conexión para no sufrir percances. Podemos tener un sistema de riego automático, pero si se cae Internet o falla el dispositivo, el pasto y las plantas no van a recibir el agua que necesitan. Lo mismo si tenemos un dispositivo que le da comida a nuestras mascotas a determinada hora. Además del ocasional corte de luz, un problema de conexión haría que el pobre animal pase hambre durante varias horas.
En empresas u organizaciones, los riegos son más grandes. Un simple error en un dispositivo que los encargados de seguridad informática pueden haber pasado por alto permitió en ese caso el acceso a una base de datos. En otros, los hackers pueden robar información sensible o incluso encriptar todos los datos para pedir un rescate, algo similar a lo que ocurrió el año pasado con WannaCry, uno de los ransomwares más grandes de la historia.