En las últimas semanas, el espacio exterior dio mucho de que hablar. El asteroide 2024 YR4, descubierto en diciembre de 2024, causó revuelo en la comunidad científica por su cercanía a la órbita terrestre.
Sin embargo, no es el único que preocupa, ya que asteroides cercanos, como el Bennu, también captaron la atención de las agencias espaciales en los últimos días. Bennu, que mide 500 metros de diámetro, fue objeto de estudio en la misión OSIRIS-REx de la NASA y gracias a él se conoció información crucial sobre los orígenes del sistema solar.
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Aunque Bennu sigue una trayectoria cercana a la Tierra, su probabilidad de colisión es extremadamente baja, pero el impacto de un cuerpo de semejante tamaño podría ser devastador para el planeta.
Por otro lado, los cálculos iniciales del asteroide 2024 YR4, apuntan a una probabilidad de impacto de solo 1,8% a 1,9% para el 22 de diciembre de 2032. A pesar de que la amenaza es insignificante, el astrónomo Diego Bagú, en una reciente entrevista con TN, explicó las implicaciones de la trayectoria de estos cuerpos celestes y la importancia de monitorear su evolución.
“Los asteroides son comunes en el sistema solar. De hecho, hay millones de ellos, algunos de piedra, otros de metal. Lo importante es que algunos cruzan la órbita terrestre, lo que los convierte en una amenaza potencial para nuestro planeta”, contó Bagú.
“No significa que automáticamente impliquen un peligro para nuestro planeta. La cuestión es que se hicieron los primeros cálculos con estas observaciones y los números indican que en 2028 el asteroide 2024 YR4 pasaría nuevamente cerca de la Tierra y en 2032 ahí es cuando aparece esta posibilidad de impacto”, indicó el astrónomo.
“Pero realmente estamos muy lejos aún de saber con exactitud si eso va a ocurrir. Como siempre decimos, no hay que generar miedo en estas cuestiones, pero sí estar atentos”, agregó.
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Bagú también destacó que, si bien la probabilidad de una catástrofe global es pequeña, el impacto de un asteroide de tamaño medio, como el 2024 YR4, podría tener efectos significativos. Según un estudio publicado en Science Advances, un asteroide de unos 500 metros de diámetro podría reducir la temperatura global en 4 grados centígrados, lo que desencadenaría un invierno global, con una disminución en las precipitaciones del 15%.
Sin embargo, no se espera que el 2024 YR4 cause una tragedia planetaria comparable con la de hace 65 millones de años, cuando un asteroide de más de 9 kilómetros de diámetro provocó la extinción de los dinosaurios. Aun así, el impacto de un asteroide de entre 40 y 100 metros de diámetro podría destruir la zona afectada.
“De todas maneras, tengamos en cuenta también que la superficie de la Tierra está cubierta en un setenta por ciento por mar. O sea, siempre hay más posibilidades de que caigan en el océano que en tierra firme”, explicó Bagú. No obstante, el astrónomo advirtió que las áreas urbanas y los centros poblados quedarían devastados si el impacto se produjera cerca.
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El monitoreo de asteroides como el 2024 YR4 y Bennu es crucial para el desarrollo de estrategias de defensa planetaria. Los avances tecnológicos, como el sistema de telescopios Atlas, permiten a los científicos detectar estos objetos con mayor antelación, brindando a los científicos la posibilidad de estudiar y evaluar sus trayectorias con precisión.