Alexis Do Santos y Nahuel Taborda fueron detenidos, golpeados y humillados por seis policías del Comando Radioeléctrico de Santo Tomé. Nahuel iba a participar de la nota con TN.com.ar, pero no pudo hacerlo. "Tiene estrés postraumático, ataques de pánico, trastornos de ansiedad y angustia. No tenemos seguridad, recibimos amenazas y encima lo quieren echar del trabajo porque no puede ir", relata Alexis, su pareja, y también víctima del último ataque a personas por su orientación sexual en la Argentina.
Por el hecho, los seis agentes fueron imputados como autores de los delitos de privación ilegal de la libertad agravada, vejaciones agravadas, allanamiento ilegal y falsedad ideológica, pero están libres. "El personal policial se burló de dos de las tres víctimas, a raíz de su condición sexual", confirmó la fiscal María Laura Urquiza.
El calvario que vivieron a Alexis y Nahuel es similar a los ataques que sufrieron más de 80 personas que en el último año. Otras 67 personas, en su mayoría mujeres trans, fueron asesinadas. Un informe del Observatorio de crímenes de odio LGBT de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires junto a la Federación LGBT advierte que durante 2018 hubo en todo el país 147 casos de ataques en donde la orientación sexual, la identidad o expresión de género fueron usados como pretexto discriminatorio. Las cifras son irrefutables: los casos se repiten año a año y van en aumento ya que en 2017 hubo 103 hechos violentos.
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En 2019 se hicieron públicos al menos cinco casos más: Lara Bertolini fue atacada en el Parque Lezama de Barracas, Pablo Dell'oso en Villa Rumipal (Córdoba), Juan Zelaya en Tucumán, Franco Ramírez en Chaco y Juan Solá en Mendoza.
El delito de odio se entiende cuando una persona ataca a otra motivada por su pertenencia a un determinado grupo social: raza, nacionalidad, etnia, ideología, religión y orientación sexual. "Te voy a cag...a trompadas por mari...", "es pu..., hay que matarlo", "Acá pu... y travas no queremos", son solo algunas de los insultos que reciben las víctimas y que después terminan en golpizas de uno, dos o hasta siete personas como el caso del rugbier Jonathan Castellari.
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Las víctimas coinciden que siguen estando desprotegidas ante la falta de una respuesta de parte de la Justicia. "Saber que la mayoría de las causas se archivan es muy frustrante", advierte Sergia Tomás, expulsada de una pizzería en Palermo por besarse con su novio. "Estamos avanzando, pero faltan políticas públicas que protejan a las víctimas", sostiene Pablo Dell'oso, agredido en Villa Rumipal, Córdoba. "A veces callamos por miedo y ese miedo nos mata", sostiene Castellari.
El único caso que llegó a condena el año pasado fue del rugbier golpeado por una patota en un local de comidas rápidas de avenida Córdoba, en Capital Federal. Los siete agresores fueron encontrados culpables del delito de "lesiones graves calificadas por haber sido cometidas con odio hacia la orientación sexual". Jonathan se arrepiente del juicio abreviado contra los responsables: "La sacaron barata".
Desde el INADI advierten la importancia de hacer la denuncia. "Es importante que denuncien, con un video, con una foto se puede empezar a investigar. No se denuncia todo. No hay que callarse. Todas las leyes de discriminación son de muchos años atrás, hay que adaptarlas a las nuevas situaciones", concluye Raúl Martinez Fazzalari, director de Observatorios de INADI.
