Jésica trabaja como empleada doméstica y vive en la Villa 31 con su hija Xiomara Colman. Cuando la nena tenía un año, Jesica se dio cuenta de que no escuchaba. Fue diagnosticada con hipoacusia bilateral neuronal profunda. Pasaron los años y después de usar durante un largo período audífonos, en el Hospital de Clínicas le recomendaron un implante coclear en el oído izquierdo porque los audífonos no le garantizaban suficiente ganancia auditiva
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El implante coclear es un dispositivo que transfoma las señales acústicas a señales eléctricas que estimulan el nervio auditivo. De esta forma, mediante una operación que coloca algunas partes del implante en el interior del cráneo y otras en el exterior, las personas hipoacúsicas pueden escuchar. Una parte del aparato se disimula con el cabello, y otra se suspende detrás de la oreja, aunque hay modelos de última generación que no necesitan esta última.
El aparato funciona con una batería de duración variable según el modelo y es periódicamente calibrado por especialistas para garantizar la calidad de la audición.
Los beneficiados por el implante adquieren -si la cirugía se hace a una edad temprana- un habla normal y sin deformaciones e incluso pueden aprender idiomas. Además, pueden disfrutar de muchos sonidos que no percibirían ni siquiera con el uso de audífonos, como el canto de los pájaros y el zumbido de un mosquito. No está indicado para todos los casos. Por eso, es indispensable consultar con un especialista.
Jésica cría sola a a Xiomara, porque el papá está en Paraguay. Ni ella ni su hija tienen obra social.
A pesar de que Xiomara, que ahora tiene más de seis años, tiene su certificado de discapacidad -que le garantiza el 100% de lo necesario para su tratamiento por ley- y se presentaron absolutamente todos los papeles necesarios en el Ministerio de Desarrollo Social, en la dirección de Asistencia Directa por Situaciones Especiales, bajo el expediente 1699156, no hay avances desde hace ya un año y medio. Le dicen que todo está en orden, pero el esperado implante no aparece. El argumento es que Xiomara está en lista de espera como otras 190 personas.
La edad de Xiomara, sin embargo, hace que sea urgente la intervención, porque cada día que pasa sin implante se aleja más su posibilidad de adquirir el lenguaje. La nena usa lengua de señas para comunicarse y balbucea solamente algunas palabras: como no percibe correctamente la palabra hablada, no puede reproducirla.
Ante la falta de respuestas, en abril se envió una carta documento al ministerio señalando que la no provisión del implante era violatoria de la Constitución, la Convención de Derechos del Niño y de tratados internacionales, además de la Ley 24901. La contestación fue un completo silencio. Jésica presentó el mes pasado un recurso de amparo ante la justicia pero tampoco consiguió resultados.
Xiomara va a una escuela de educación especial, el Instituto Próvolo, de Caballito. Le gustan la música y la danza, pero sus probabilidades de dedicarse a lo que ama en el futuro están obstaculizadas. "Estoy desesperada, aunque no pierdo las esperanzas", dice Jésica angustiada por la demora. "Es una nena. Creo que debería tener prioridad. No tengo otra forma de ayudarla", explica.
Jésica no ve la hora de oír "mamá" de boca de su única hija. Casi 150.000 personas la acompañaron firmando una petición.
