Según trascendió, Francisco se reunió en horas del mediodía de ayer con víctimas de abuso sexual por parte de sacerdotes. Lo difundió Gregor Burke, vocero del pontífice, aclarando que "no había nadie más, solo ellos y el Papa". Efectivamente, no trascendió la identidad de quienes participaron en la entrevista, y se barajó como excusa que deseaban mantener el anonimato por pudor. En la Casa de la Moneda, el Papa había expresado su vergüenza y dolor por lo padecido por los abusados y había pedido perdón.
Según Burke, en el encuentro secreto "han podido contar sus sufrimientos al Papa, que los escuchó, rezó y lloró con ellos".
Sin embargo, los integrantes de Rete L´Abuso, que reúne a los afectados por abusos sexuales dentro de la Iglesia en Italia y el Vaticano y la Red de Sobrevivientes Argentina emitieron un duro comunicado repudiando la reunión y advirtiendo que la mismo refleja "el siniestro violento e histórico proceder de la Iglesia en materia de abuso sexual clerical, contrario a la transparencia que finge ostentar".
Las víctimas no deben ser elegidas como ovejas.
El comunicado denuncia que existe en manos del Vaticano "una base de datos actualizada de víctimas" y denuncia "la selección de personas vulnerables y la negativa a recibir reclamos concretos por parte de los afectados".
Acusan al Papa Francisco de vulnerar el derecho a todas las víctimas a ser convocadas por igual y a "no ser elegidas como ovejas" y califica a la reunión reservada como "un nuevo acto de abuso de poder y violación de derechos humanos disfrazado de tolerancia y arrepentimiento".
Después de la reunión reservada, Francisco ofició misa con Juan Barros, obispo de Osorno, acusado de encubrir a Fernando Karadima, el cura suspendido por haberse probado que es responsable de numerosos casos en una parroquia de Santiago. Karadima no cumplió pena alguna porque la causa fue declarada prescripta.
