Luis Landriscina es la persona que logró llevar el cuento a la categoría de alta literatura. No se trata solamente de la forma en que narra, sus pausas, sus arteros silencios, su bondad intrínseca en la piel de cada uno de sus personajes, su disfrute personal de lo que está transmitiendo: es todo eso y mucho más. Es docencia del más alto nivel. No solo conoce y reproduce a la perfección los acentos de cada rincón del país, no solo rescata el candor de la niñez y el humor indeclinable de los viejos, es todo eso y mucho más.
Conoce el origen de cada prenda de vestir que usa un gaucho, un chacarero o un boyerito. Tiene un saber histórico que explica la bombacha campera, el corral, la alpargata, el chaleco, la rastra, el diseño del poncho original de cada comarca: sabe todo eso y mucho más.
// Landriscina íntimo: memorias de un contador de cuentos
Luis Landriscina se ganó el corazón del pueblo argentino exactamente en cuestión de minutos, cuando en su primera presentación en el Festival de Cosquín, en 1964, recitó su proverbial poema "Casi gringo". Al presentarse como hijo de italianos en un acontecimiento nacional que celebra la argentinidad sobre todas las cosas, hizo temblar al público atravesado por la emoción.
Landriscina nació en Colonia Baranda, Chaco, pero pertenece a cada rincón de nuestro país. Sus relatos, capaces de hacer reír en medio de un funeral o amar a uno de sus personajes más célebres, el avispado Don Verídico, son capaces de hechizar audiencias colosales como ocurrió en febrero de este año, en Cosquín 2020.
Le había gustado mucho el automovilismo, pero un par de accidentes lo disuadieron de seguir ese camino. Conserva sin embargo su amado Fiat 1500. En cambio trabajó mucho en cine y en televisión, grabó cantidad de discos y obtuvo una montaña de premios. Luis Landriscina, solo verlo, es una fuente inagotable de felicidad y saber. Un hombre amado por un país entero. Tiene 84 años y una sonrisa llena de picardía.