Amanda Seyfried empezó a trabajar como actriz desde muy pequeña, pero no fue hasta su tardía adolescencia y primeros veintes que comenzó a recibir papeles cada vez más importantes. Crecían los roles y, en paralelo, su ansiedad. La estrella conoció a su Pastor ovejero australiano en el set de la serie Big Love y, como ella misma declara, él cambió su vida completamente.
Para una celebridad como Amanda Seyfried un día a día estable no es algo verdaderamente posible. Ante el ritmo vertiginoso, la actriz empezó a sufrir de ansiedad a una edad muy temprana, la cual empeoraba bajo la presión y las exigencias del mundo de Hollywood. Finn, ante este panorama, se le presentó como un ángel guardián.
Siendo tan solo un cachorro, Amanda lo recibió para darle un hogar temporal mientras le buscaba el definitivo. No contaba con que iría a encariñarse con él con tanta fuerza. Solo 24 horas fueron necesarias para que se diera cuenta de que no podría separarse de él. Los motivos en contra de la adopción y las dificultades parecían muchas pero, como ella misma declara, “cuando hay tanto amor, se encuentra la forma”.
Bajo la dosis correcta de medicación y Finn, Amanda pudo controlar sus niveles de ansiedad y ella y su perro se volvieron inseparables. La actriz dice que se asegura de incluir a su mascota cada vez que va a firmar un nuevo contrato; necesita saber que podrá llevarlo consigo al set de filmación o no acepta la película, no puede soportar estar lejos de él por tanto tiempo. Es que, el animal le significó a la estrella encontrar su propia independencia.
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La actriz se descubrió una “persona de perros” de la noche a la mañana y es desde ese amor que pasó a participar e involucrarse con una fundación que vela por los derechos y el bienestar de los perros. Fiel defensora de la adopción canina, es vocera de la Sociedad Animal Mejores Amigos. "Es algo que Finn y yo podemos hacer juntos", declaró.
