Paula Wachter sufrió dentro de su propia familia una de las tragedias más difíciles de superar, el abuso sexual de sus dos hijas.
Noches de insomnio, recorridas por juzgados, amenazas, llanto, protestas para evitar la revinculación de las nenas con el abusador, luchas desparejas contra jueces, psicólogas y el estigma de “loca” y fabuladora.
La pelea que aún tiene que llevar adelante es dura y riesgosa, pero la fortaleció. Y como otras víctimas de dolorosas experiencias, no quiso hundirse en la angustia ni guardar para si misma lo aprendido y decidió compartirlo.
Por eso, con el apoyo de la embajada de Canadá y del Fondo de Estudios e Investigación de la Mujer, FEIM, consiguió publicar una guía, la primera escrita “desde adentro” para ayudar a otras víctimas o adultos protectores.
No es una cartilla más
“Esta guía no es otra guía técnica más", aclara Paula. "Es una guía basada en las vivencias de mujeres como yo y un grupo de profesionales preocupados por el bien superior de los chicos”, agrega.
El manual está escrito desde la experiencia y el dolor, para que las víctimas y sus protectores eviten trampas y artimañas que consciente e inconscientemente les plantea el sistema sanitario, legal y social.
"No hay conciencia social sobre lo que es el abuso. La gente piensa que si no hay acceso carnal no hay abuso", señala Paula.
“El abuso es uno de los crímenes más silenciados. Por el abusador, con manipulaciones y amenazas, por las familias, que postergan los derechos de los niños para proteger la unidad familiar, supuestamente, y por las instituciones que no trabajan adecuadamente”, dice.
El abuso sexual tiene efectos devastadores en la vida de la víctima, y el incesto es la forma más brutal. En un alto porcentaje de los casos, el abusador es un miembro de la familia.
"El delito tiene diferentes formas. Puede presentarse como exhibicionismo, juegos sexuales sin contacto, exposición a pornografía... No hay violencia física", se lee en la guía.
La víctima siente culpa, vergüenza, miedo. En el proceso, su mundo estalla, y muy frecuentemente se desdice en algún momento para recuperar lo que cree que es su tranquilidad.
El papel del protector
El rol del adulto protector es fundamental. De su actitud frente al chico depende que cuente toda la verdad o que calle para siempre.
Transmitir angustia o enojo o pronunciar frases como “¿Por qué dejaste que te hiciera eso? ¿Por qué no te fuiste? ¿ Por qué no le dijiste que no?" pueden silenciarlo.
"Fuiste muy valiente al decírmelo y vamos a conseguir que no vuelva a pasar" es una respuesta más adecuada. De allí hay que pasar a la acción. Los profesionales aseguran que es muy difícil que un chico mienta, de modo que no corresponde dudar.
La ley establece que es obligatorio que toda persona del ámbito público o privado que haya tomado conocimiento de un abuso lo denuncie.
Se trata aún de un delito de instancia privada. Es decir, es necesario que la víctima o su representante manifiesten su voluntad de denunciar y lleven adelante la acción penal.
La guía ofrece consejos para transitar la escucha, la denuncia y la asistencia a la víctima de la mejor manera posible, sin cometer equivocaciones. Qué pedir y a quién es una cuestión central para el éxito del proceso..
"La idea es utilizar el canal más eficiente siempre, para proteger al chico", explica Paula.
Establece la diferencia entre la denuncia en el fuero penal que busca el castigo al abusador de la denuncia en el fuero civil, destinada a la protección de la víctima y su entorno .
Una de las medidas más urgentes en un caso de este tipo es el impedimento de contacto. “ Los dos procesos, el civil y el penal tienen que ir de la mano, tienen que ser coherentes”, refuerza.
Denunciar no es fácil
"Las madres que denunciamos somos desacreditadas, atacadas, amenazadas con que van a quitarnos a nuestros hijos", advierte Paula.
Los ataques de los abusadores no tienen como blanco solamente a las madres, sino a los peritos que las asisten. Una reciente condena de la justicia de Tandil a la psicóloga Daniela Lezcano, quien fue apoyada por organismos de defensa de los derechos del niño , es una muestra de esta práctica.
Para Paula, la impunidad esta a la orden del día. "A veces, cuando denunciás estas situaciones de violencia, lo que te espera no es justicia, sino mayor violencia institucional" , afirma Paula.
"El abuso es uno de los delitos más impunes de la Argentina, aún más que la corrupción", se queja.
La falta de comunicación entre los procesos penal y civil hace que a veces se ordene la revinculación del abusado con su agresor, porque ”se trata del padre".
Hasta hace poco, los acusados y sus defensas alegaban la existencia del Síndrome de Alienación Parental , el SAP, creado por el psicólogo estadounidense Richard Gardner, por el cual uno de los progenitories, en general la madre , impulsa al hijo a “difamar viciosamente” al otro.
Este síndrome fue rechazado por la Organización Mundial de la Salud y la Federacion de Psicólogos de la República Argentina, entre otras organizaciones. “Actualmente, los jueces han dejado de aceptarlo”, dice satisfecha Paula.
Nunca es demasiado tarde
Uno de los mayores avances fue la reciente sanción de una ley que establece la imprescriptibilidad del abuso sexual, teniendo en cuenta las dificultades de las víctimas para hacer la denuncia.
Un antecedente fue lo actuado por la justicia de Entre Ríos en el caso del sacerdote Justo José Ilarraz, acusado de abuso por alumnos del seminario menor de Paraná muchos años después de los hechos. Una petición que circuló en internet a favor de la ley reunió la cifra record de 120.000 firmas en dos días.
La guía de Paula, disponible en http://www.feim.org.ar/pdf/publicaciones/GuiaASI2015.pdf, tuvo también una altísima cantidad de descargas.