El gran jurado del estado de Pensilvania, al este de los Estados Unidos que trabajó durante dos años, comprobó que más de mil menores de edad de ambos sexos fueron víctimas de abuso sexual por parte de 301 sacerdotes católicos.
La investigación incluyó testimonios de docenas de testigos y archivos secretos de denuncias de abuso por parte de sacerdotes obtenidas de las diócesis de Pittsburgh, Harrisburg, Allentown, Scranton. Erie y Greensburg, donde viven más de un millón setecientos mil católicos.
Por lo general los curas abusaron de chicos y chicas vulnerables y sus superiores ignoraron u ocultaron las denuncias, trasladando a los culpables de una parroquia a otra para protegerlos. Los juicios iniciados por los acusadores se mantuvieron en secreto y terminaron en acuerdos de confidencialidad que aseguraron que las víctimas guardaran silencio durante largos años.
Entre los señalados por el informe del gran jurado como encubridores de pedófilos se encuentra el Cardenal Donald Wuerl, obispo de Pittsburgh durante 20 años y consejero del Papa Francisco.
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Los relatos de las sórdidas situaciones de abuso sexual atormentan todavía a sus protagonistas. Algunas de las nenas y adolescentes quedaron embarazadas y tuvieron hijos de los curas victimarios. El reverendo Salvatore Zangari admitió después de repetidas denuncias en 1986, que estuvo "literalmente casado" con una de las fieles, menor de edad, y que había sido padre de un niño .
En agosto de 1988, el obispo James Timlin recibió una carta de la hermana de una estudiante secundaria de 17 años que dijo que el sacerdote Robert Brague había tenido sexo con ella y la había dejado embarazada. El obispo, lejos de tomar cartas en el asunto, la instó por escrito a mantener la cuestión en secreto para no causar escándalo. "Lo que pasó es responsabilidad de ellos", le respondió, asegurando que había desplazado al religioso.
Desde 1964 a 1966, las repetidas denuncias recibidas por el obispado de Scranton acerca de las relaciones impropias que el cura Joseph Flannery mantenía con feligresas fueron ignoradas. No hay ningún registro de que la información de que había dejado embarazada a una chica menor de edad, proporcionada por otro sacerdote, por un fiel asistente a la misma iglesia y por la madre de la joven haya generado alguna investigación o al menos un cuestionamiento al responsable.
El informe del gran jurado, que consta de más de 200 páginas, revela que un cura que ayudó a su propia víctima a hacerse un aborto continuó de todos modos siendo sacerdote, sin consecuencia alguna.