Un equipo de investigadores del Conicet presentó este lunes un mapa interactivo para reflejar la calidad de vida en los más de 52 mil radios censales en lo que se divide la Argentina. El objetivo fue tratar de definir, mediante una escala numérica del cero al diez, cuán bien viven las personas según su lugar de residencia.
El proyecto, que en sus comienzos se centró especialmente en la región pampeana y en el conurbano bonaerense, se fue expandiendo hasta abarcar toda la Argentina a través de la colaboración de una red nacional de más de cincuenta investigadores. Cuanto mayor es el índice en determinado lugar, más verde se lo ve el mapa interactivo, mientras que el rojo indica lo contrario.
La interacción con la aplicación permite a los usuarios notar que existen provincias o regiones de la Argentina en las que, bajo una primera mirada, parecería que la calidad de vida es homogéneamente buena o mala. Sin embargo, al hacer zoom se observa claramente que hay zonas dentro de esas áreas cuya realidad -en términos de calidad de vida- contrasta con la situación general que las rodea.
“Para definir qué tan bien vive la gente que reside en un área determinada tomamos dos grandes grupos de indicadores: los socioeconómicos y los ambientales", explica Guillermo Velázquez, investigador superior del Conicet en el Instituto de Geografía Historia y Ciencias Sociales (IGEHCS, CONICET-UNCPBA).
En relación a los primeros se tuvo en cuenta datos vinculados con dimensiones como la educación, la salud o la vivienda. En cuanto a los denominados ambientales, por un lado, se atendieron a los clásicos problemas que pueden tener impacto negativo sobre el bienestar de los residentes –como inundabilidad, sismicidad, asentamientos precarios o contaminación-.
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Por otro lado están lo que llaman "recursos recreativos" –que pueden ser "de base natural", como las playas, relieves, balnearios o espacios verdes, o "socialmente construidos", es decir, teatros, centros deportivos u otras actividades de esparcimiento- como algo que favorece una mejor calidad de vida.
Dónde se vive mejor y peor
Como explican los especialistas, pareciera que hay zonas donde la calidad de vida es buena o mala. Sin embargo, las variables afectan barrio por barrio, pueblo por pueblo y al acercarse en el mapa pueden encontrarse regiones en donde la calidad de vida empeora, aún cuando está rodeada de zonas verdes.
A grandes rasgos podría decirse que en la Patagonia es donde predominan los índices de mejor calidad de vida. Por ejemplo, en el este de Río Negro y Chubut, como así también en determinadas regiones de las provincias de Santa Cruz y Tierra del Fuego.
Las regiones pintadas de rojo son muchas, con una marcada tendencia en el norte del país. Santiago del Estero, Chaco, Formosa y partes de Jujuy y Salta se llevan los primeros puestos. Mientras que la provincia de Buenos Aires tienen indicadores bien variados. Con predominio del amarillo, en especial en la zona centro.
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En la ciudad se dan algunas particularidades. Con un predominio total del verde, que indica una buena calidad de vida, aparecen como excepciones, hasta quizás insólitas, las zonas del Cementerio de Chacarita o el Aeroparque, aún con mejor calidad de vida que algunos distritos del conurbano.
Pasado y futuro de la calidad de vida en Argentina
La calidad de vida desde una perspectiva geográfica se puede calcular para el presente, pero también se puede proyectar hacia atrás. Así fue que, bajo el objetivo de hacer un Atlas histórico y Geográfico de la República Argentina, los investigadores llegaron a armar el mapa de la calidad de vida de la Argentina en 1869, que fue cuando se realizó el primer censo nacional. Lo mismo para los siguientes en 1895, 1914, 1947, 1960, 1970, 1980, 1991 y 2001.
“En este sentido, los datos que aporta el sistema estadístico nacional, principalmente a través de los censos, son fundamentales para nuestro trabajo, así como también las estadísticas vitales del Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación. Pero para armar los mapas también nos valemos de relevamientos propios, muchos de ellos en terreno”, señaló Velázquez.
La mirada hacia el pasado muestra que las expectativas en torno a la calidad de vida son crecientes: “Las condiciones socioeconómicas y ambientales que en los años ‘50 hubieran sido consideradas propias de una calidad de vida óptima, hoy nos darían un ICV mucho más bajo”, señala el investigador.
Al extrapolar estas conclusiones hacia el futuro, se podría esperar que en treinta años lo que hoy es valorado como una calidad de vida alta, pase a calificarse como de nivel medio. Sin embargo, el investigador advierte que esto no implica necesariamente que la vida de la mayoría de las personas vaya a mejorar.