A casi dos horas de la capital de Córdoba está este pequeño poblado con apenas tres mil habitantes que en el verano espera ansioso a los turistas que deciden tomarse unos días para disfrutar de la cálida agua del río Nono. Como pasa muchas veces, hay una ruta que pasa por el pueblo y es ahí donde transcurre gran parte de la actividad comercial del lugar. Es ahí también donde Miryam tiene su pequeño comercio de venta de alfajores de pollo. Existe. Internet tenía razón.
Mesas de plástico en la vereda, la dueña ofrece unos pequeños canapés a los que pasan buscando qué comer al mediodía. No son cualquier tipo de bocadillo, son una muestra de su gran creación. Lo que para unos es un chiste, para Miryam se convirtió en el gran éxito de su vida.
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"Cuando hacés algo desde el amor y desde la pura pasión, el resultado te llega como un premio", asegura la inventora del alfajor de pollo, que ahora firma autógrafos sobre los envoltorios de su creación.
¿Cómo nació todo?
-Es muy común en Córdoba que para desmerecer a alguien le digan "alfajor de pollo" porque no existe. Escuché eso en la radio y se me prendió la lamparita.
Ahora hay que cambiar el dicho entonces.
-Ya lo cambiaron. Ahora dicen "es más raro que alfajor de pollo". Yo la verdad es que estoy muy agradecida con todo lo que pasó.
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-¿Podés creer toda la repercusión que tuviste?
-La verdad, no. Hace poco iba manejando y tuve que frenar porque me salían las lágrimas de alegría. Pensaba en las vueltas de la vida. Cuando hacés algo con amor, lo demás te llega como un premio.
Mientras hacíamos la nota no paraba de entrar gente a llevarse algún alfajor de pollo. También, recibió varios llamados de gente interesada en vender su producto por el país. Consciente de esto Miryam invirtió lo que ganó en máquinas para aumentar la producción que -hasta ahora- es totalmente artesanal.
