En las grandes ciudades se observa una tendencia que crece: cada vez más personas eligen no teñirse las canas. Algo que era totalmente impensado hace apenas unas décadas, cuando la gente hacía lo imposible por mantener el color natural de su pelo, hoy es una realidad.
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Los motivos detrás de este comportamiento son muchísimo y multicausales. Una de las explicaciones más interesantes la aporta la psicología a través de diversos estudios científicos sobre lo que dice dejarse las canas acerca de la personalidad de la gente.
Lo que hace unos años era un signo de abandono estético, hoy es sinónimo de aceptación, identidad y amor propio. Los pelos blancos exceden ya una cuestión meramente de imagen para convertirse en una declaración de principios que revela una forma distinta de relacionarse con la edad, la belleza y el cuerpo en la sociedad actual.
Qué significa dejarse las canas, según la psicología
Desde siempre, el cabello fue visto como sinónimo de juventud, poder, feminidad y hasta de estatus social. Por eso, la aparición de las primeras canas suele ser un cimbronazo, ya que para muchos es un recordatorio del paso del tiempo. Teñirlas suele ser un intento por controlar el avance de la vejez. No obstante, según especialistas en cuidado capilar, el encanecimiento es un proceso natural e inevitable que nada tiene que ver con un deterioro de la salud.

A partir de una serie de estudios divulgados por el National Institutes of Health, en los últimos tiempos se produjo un cambio en la percepción social de las canas. En vez de vincularlas con la vejez y el abandono, se las asocia con madurez, confianza y autenticidad. El cambio clave se produjo a nivel cultural. Hoy esos pelos que pierden su color porque los folículos dejan de producir melanina son vistos como un símbolo de empoderamiento.
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En ese marco, la psicología explica que aquellas personas que lucen sus canas con orgullo mejoran su autoestima y reducen notablemente sus niveles de estrés. Según postula esta ciencia, el vínculo entre la imagen propia y el bienestar psicológico es muy estrecho. Asumir las canas puede interpretarse como un paso hacia la aceptación personal y la serenidad.

En el extremo opuesto, la gente que se esfuerza mucho por ocultarlas podría estar expresando altos niveles de frustración y dependencia estética. Muchos descubren que, al dejar de teñirse, se sienten más ligeros, auténticos y en paz con su edad. De este modo, el pelo blanco o gris se transforma en un símbolo de madurez emocional y de autenticidad frente a los mandatos de belleza de muchas sociedades.
Qué es lo que hace que aparezcan las canas
Las canas aparecen cuando el cabello deja de producir melanina, el pigmento natural que le da color al pelo, la piel y los ojos. Esta sustancia se genera en los melanocitos, unas células ubicadas en el folículo piloso. Con el paso del tiempo, esos melanocitos reducen su actividad o mueren, lo que provoca que el pelo nuevo crezca sin pigmento. Al no tener color, el cabello se ve blanco o gris, dependiendo de la cantidad de melanina residual y de cómo la luz se refleja en la fibra capilar.

El envejecimiento es la causa principal de este proceso, pero no la única. La genética cumple un rol determinante: las personas suelen encanecer a edades similares a las de sus padres o abuelos. A nivel celular, el desgaste se relaciona con el estrés oxidativo, un fenómeno producido por la acumulación de radicales libres que dañan las células. Cuando estos compuestos afectan a los melanocitos, la producción de melanina se vuelve irregular o se detiene por completo.
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Existen otros factores que pueden acelerar la aparición de canas. El tabaquismo, por ejemplo, incrementa el estrés oxidativo y afecta la salud del folículo piloso. Algunas enfermedades autoinmunes, deficiencias nutricionales y alteraciones hormonales también pueden interferir en la pigmentación del cabello. Aunque el estrés emocional no genera canas de manera directa, sí puede influir indirectamente al intensificar procesos biológicos que favorecen la pérdida de color.



