Un informe, realizado por la organización Lancet Countdown Latinoamérica 2025, reveló datos que sin dudas son alarmantes: la mortalidad relacionada con el calor aumentó un 103% en América Latina y el Caribe entre 1990 y 2021. La tendencia muestra un crecimiento sostenido, con un salto especialmente marcado a partir de 2008.
El calor extremo también tiene un alto costo económico. La región perdió en promedio 855 millones de dólares anuales entre 2015 y 2024, lo que supone un incremento del 229% respecto al período 2000-2009. Además, las pérdidas laborales por calor alcanzaron los 52.000 millones de dólares en 2024, equivalentes al 0,81% del PIB regional. Los sectores más afectados son la agricultura y la construcción, donde el trabajo al aire libre se vuelve cada vez más riesgoso.
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El informe también advierte que los latinoamericanos estuvieron expuestos entre 2020 y 2024 a un 26,4% más de días con peligro de incendios muy alto o extremo en comparación con 2003-2007. Al mismo tiempo, 109 ciudades de más de medio millón de habitantes fueron clasificadas con niveles de verdor bajos o muy bajos, lo que agrava el efecto de las altas temperaturas.
La pérdida de cobertura arbórea continúa acelerándose: entre 2001-2010 y 2014-2023, la región perdió un 31% más de bosques por agricultura itinerante, un 29% más por incendios forestales y un 12% más por la expansión de productos básicos.

El estudio también señala un aumento del 66% en el potencial de transmisión del dengue entre 1951-1960 y 2020-2024, lo que refleja cómo el cambio climático amplía las zonas de riesgo para enfermedades transmitidas por mosquitos.
La contaminación atmosférica, por su parte, sigue siendo una amenaza silenciosa: entre 2018 y 2022 se registraron más de 360.000 muertes prematuras asociadas a las partículas finas (PM2,5) derivadas de combustibles fósiles. En términos económicos, esa contaminación le costó a la región 160.000 millones de dólares en 2022, el equivalente al 2,8% del PIB latinoamericano o a los ingresos anuales de 15,8 millones de personas.
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A pesar del panorama preocupante, hay señales de avance. Los países que cuentan con sistemas de alerta temprana en salud (HEWS) lograron reducir en un 92,5% la mortalidad por inundaciones y tormentas, mientras que los que no tienen esos sistemas solo registraron una baja del 43,4%.
El informe Lancet Countdown 2025 deja una advertencia clara: América Latina enfrenta una crisis climática con impactos cada vez más graves en la salud, la economía y el ambiente. Por ello los expertos llaman a implementar políticas urgentes de adaptación y mitigación para proteger a la población ante un planeta que no deja de calentarse.



