Para Sofía Belén Rodríguez Lonigro, una profesora de educación física de 27 años, la llegada de sus hijos Lorenzo y Valentín Costa Rodríguez hace dos años fue una avalancha de emociones que incluyó alegría, miedo y, en un punto, una divertida pero estresante confusión de identidad. Es que la mamá mendocina, que ahora reside temporalmente en San Francisco, Córdoba, se hizo viral por una situación que parece sacada de una película: no pudo reconocer a sus gemelos recién nacidos y tuvo que pedir ayuda al Registro Nacional de las Personas (RENAPER).
Hoy, la anécdota es un recuerdo único para la familia, en donde Sofía y el papá de los nenes, Leonardo, encontraron una pequeña pero infalible clave para diferenciarlos: una discreta vena en la frente de uno de ellos. A pesar de ese detalle, Sofía confesó que aún le cuesta distinguirlos.
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“Mis hijos tienen 2 años y todavía no saben cómo se llaman porque siempre me los confundo. Lolo llama Lolo a Vale. Y Vale llama Vale a Lolo”, tuiteó Sofía en enero de este año.
La noticia del embarazo llegó mientras Sofía y Leonardo vivían en Mallorca, España. En aquel entonces, la joven presentía que algo “raro” iba a pasar, pero imaginaba una niña llamada Olivia. La sorpresa fue doble en la ecografía de los cuatro meses: “La ecógrafa me dijo ‘acá hay uno y acá está el otro’. Casi muero de los nervios, quería a mi mamá”, contó Sofía a TN. Al enterarse que se trataba de un embarazo de riesgo, la primera sensación fue de miedo.
Esta realidad, sumada a un ambiente laboral inestable en España —Sofía trabajaba de bartender y la despidieron al enterarse de su estado—, la impulsó a tomar la decisión de volver a Mendoza para estar cerca de su familia y amigos.
Los gemelos nacieron en enero de 2023 y, como suele pasar con partos múltiples, pasaron un tiempo en la Neonatología. Sofía describió esa etapa como “súper difícil”, combinando la recuperación de la cesárea con las exigencias de la Neo: caminar por el hospital para sacarse leche, darles el pecho y la angustia de los horarios estrictos para ver a sus bebés.
El desafío de la maternidad de gemelos en soledad fue una constante. Al estar en Córdoba sin su red de apoyo, Sofía tuvo que “dejar todo para poder maternar”.
“No hay mucha consciencia de lo difícil que es el recuperarse de la operación; el no dormir, el aprender a cuidar a uno o dos o más bebés recién nacidos, los cambios de hormonas, de cuerpo. Yo personalmente siempre sentí que no daba abasto y la gente me exigía más, parecía que todo lo que hacía era poco”, expresó.
La noche que se borró el rastro
La confusión que llevó a la insólita anécdota ocurrió en una de esas noches de poco descanso: “Entre que no dormía y les daba la teta mil veces, en una de las noches me di cuenta que a Vale le quedaba chica la pulsera que los diferenciaba, entonces se la saqué. Vale estaba de gris y Lolo de marrón. Al rato vomitaron, les saqué la ropa y al darles tanta veces la teta los cambié de lugar. Al otro día cuando los vi me di cuenta de que no sabía cuál era cuál”.
Con una calma admirable, Sofía pensó que la pediatra podría resolverlo, pero no fue así. “Nadie sabía, así que nos mandaron a la policía a que les tomen la huella, dado que ellos ya tenían DNI”, recordó. Aunque la situación podría haber sido un drama, la pareja siempre lo tomó con humor.
La solución vino directamente del organismo nacional, gracias a la gestión de huellas dactilares y los DNI. “Para mí no era nada grave, nos reíamos, sabíamos que de alguna manera íbamos a resolverlo”, explicó Sofía.
El 15 de marzo de 2023, la mamá de los gemelos compartió su gratitud en redes sociales: “Gracias a RENAPER que vinieron hasta nuestra casa y con buena predisposición tomaron huellas y fotos de los bebés para entregarnos certificados de su identidad. ¡Y gracias a ellos hoy sabemos nuevamente la identidad de nuestros hijos!”.
La clave de la venita en la frente
Aunque la intervención del organismo resolvió el tema legal, la cotidianidad sigue siendo un desafío, y Sofía confesó que a menudo se sigue confundiendo.
“Siguen siendo súper parecidos, los diferenciamos porque Lolo tiene una venita en la sien”, dijo. La similitud es tal que a veces los viste iguales porque “quieren la misma remera, las mismas cosas, sino se pelean”. A pesar de la vena distintiva, confundirlos es algo cotidiano.
“Justo hoy los estaba bañando y uno le pegó al otro. Lo reté y le dije ‘Valentín, no’. Y él me respondió ‘es Lolo’”, relató entre risas.
Sofía, que pudo retomar parte de su rutina con el crecimiento de los gemelos, precisó que “Lorenzo es más sensible y tímido, y Valentín más extrovertido y travieso”.
“Para nosotros nunca fue un problema, sabíamos que de alguna manera íbamos a saber cuál era cuál, siempre lo tomamos como algo gracioso y ahora es un recuerdo único para los cuatro”, completó Sofía.